27 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Salario mínimo: de los más bajos del mundo

Por Luis Pérez Gutiérrez 

En Colombia se asume que salario mínimo es lo mismo que pobre o sinónimo de insuficiente. Y se acepta que un salario mínimo solo sirve para pegarse de la tabla de la precariedad. En esencia, salario mínimo es una expresión aritmética de injusticia. 

Entre la calidad de vida de los ciudadanos y la riqueza física y humana de las naciones, existe una relación directa. El Salario mínimo es un indicador inequívoco para concluir si un país es una fábrica de pobres o un sitio de construcción de riqueza individual y colectiva. 

El Valor del salario mínimo es el primer mensaje al mundo para calificar a una nación como progresista o como rezagada. Así, entonces, el valor del salario mínimo es símbolo de vanguardia o de retraso de un país. Salario mínimo bajo es un mensaje de ciudadanos pobres y empresarios, poco exitosos o muy avaros con el bien común. Salario mínimo justo que alcance para vivir con dignidad es distintivo de tierra progresista con empresarios vigorosos y potentes. 

Un punto en el salario mínimo es menos de 3 dólares. Decir que una empresa que aumenta dos o tres puntos más del mínimo se pone en quiebra, es porque no había empresa o no hay corazón para el bien común. 

De una manera insólita, el ministro de hacienda salió con la frase según la cual “el salario mínimo en Colombia es de los más altos del mundo”. Tengo especial afecto por el Ministro Carrasquilla, pero su expresión es un desafuero imperdonable. Confunde y engaña a la gente. Es un chantaje a los líderes laborales para iniciar la negociación del nuevo salario mínimo, y tiene en esencia, el propósito de manipular la opinión pública con una verdad falsa para que los ciudadanos no exijan sus derechos. Al investigar, país por país, hay 58 países en el mundo que tienen el salario mínimo superior al colombiano.  

El salario mínimo mensual de Colombia es cercano a los US$250 dólares mes. En Ginebra, US$4.640 dólares al mes es el salario minimo. España US$1.160. Costa Rica US$523. Ecuador US$400. Uruguay US$425. Guatemala US$384. Chile US$457. (Wikipedia, salarios mínimos 2020). Las cifras no mienten, pero es perversidad mentir con las cifras. 

En un país tan violento y tan polarizado decir, contra la evidencia del hambre y contra las carencias de la gente, que el salario mínimo es de los más altos del mundo, es colocar en el bando de los desestabilizadores a los dirigentes laborales y sociales. Sin duda pone en riesgo sus vidas, pues no falta el intolerante apasionado que ejerza violencia contra un líder social porque estaría pidiendo algo desmedido, cuando solicitan aumentar el salario mínimo, sabiendo que ya el Ministerio dijo que en Colombia los pobres ganan como ricos.  

El salario mínimo va de la mano con la dignidad de la gente. Desde hace 100 años, generación tras generación de empresarios, han manifestado lo mismo:  No es el momento de aumentar el salario mínimo por encima de la inflación. Desde siempre esgrimen la hipótesis de que el salario mínimo es inflacionario y que disminuye el empleo formal. Esa es una teoría que no está respaldada por los economistas grandes y serios; por el contrario, los mejores economistas “no observan un efecto adverso” en un buen salario mínimo. 

Lo que sí está probado es que el aumento del salario mínimo está correlacionado con la disminución de la tasa de la pobreza y con el aumento de la demanda en el mercado, lo cual es oportunidad de crecimiento para los empresarios. Pareciera existir una gavilla histórica contra los trabajadores para mantenerlos en el sótano de la pobreza. 

El último año del gobierno del presidente Uribe, fui consultado por él, sobre cuánto debería subir el salario mínimo, si la inflación fue del 2%. En ese entonces, hice la sugerencia al presidente Uribe de que se aprovechara esa inflación tan baja para reivindicar a los trabajadores de Colombia y para reivindicar su nombre en el tema laboral. Sugerí que el aumento fuese 500 por ciento la inflación o sea el 10%. Creí entender que Uribe se entusiasmó y le pareció futurista la propuesta que se haría al día siguiente. Luego me contó que los empresarios se enfurecieron y el aumento quedó en 2.6%, y así se hizo. Tengo el pálpito de que Uribe hizo ese aumento sin convencimiento y con mucha tristeza interior, porque cuando terminó su notable presidencia y fue candidato al Senado, propuso aumentar el salario mínimo el 10%. 

Los empresarios son muy acuciosos para que el salario mínimo no suba más que la inflación. Pero les gusta que sus productos se incrementen por encima del IPC.  

Los precios de los servicios públicos (sspp) se incrementan desde 1994 en un promedio de dos o tres veces la inflación anual. En esencia, El Congreso y El Presidente de la República llevan más de 20 años sin legislar sobre servicios públicos; se entregó todo el poder tarifario a las comisiones de regulación que según dicen, para fijar las tarifas solo obedecen a los propietarios de los sspp; y la ciudadanía es la víctima sin ninguna participación.  

Una familia que se gane el mínimo tiene que pagar más del 23% de sus ingresos familiares en tarifas de energía, agua, gas, t.v. y basuras e internet. Esto es una vergüenza en cualquier lugar del planeta. Este adefesio necesita intervención fuerte y con carácter por parte del Estado. Es necesario quitar ese poder omnímodo donde el Presidente es solo un espectador.  

Los sspp no deberían nunca incrementarse más que la inflación. Igual, con los demás productos de consumo popular, que elevan sus precios con el silencio del Gobierno. Los Ciudadanos, estamos en Colombia en las brutales manos invisibles del libre mercado. Que no es tan libre, cuando necesita al estado como cabestro para hacer obligatorios sus intereses. 

Colombia necesita un equilibrio de intereses. A lo social siempre le dan jaque mate. Existe una sospechosa relación entre democracia y los grandes capitales, que le quita autonomía a los gobiernos y podría esconder una mina de miseria moral.