26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Reflexiones desde el norte

Rafael Bravo

Por Rafael Bravo 

“America’s response to 9/11 was as damaging as the attack. It’s not too late to change course” 

“´La respuesta de los Estados Unidos al 11 de septiembre fue tan dañina como el ataque. No es muy tarde para cambiar de rumbo”: Christiane Amanpour 

Las grandes crisis en la historia de los Estados Unidos se han convertido en monumentales logros. No es sino recordar episodios como la Guerra Civil con uno de los hombres más grandes en la historia presidencial de nombre Abraham Lincoln que hizo posible el fin de la esclavitud a través de la Emancipación. La Segunda Guerra Mundial fue la chispa para la creación de una clase media con el nombre de El Siglo Americano. La Guerra Fría a su vez promovió un boom de inversión, creatividad y desarrollo tecnológico que dio paso al programa espacial, la era de los computadores y la educación científica. 

Sin duda lo que cambió la historia de los norteamericanos fueron los atentados del 11 de septiembre cuyo aniversario se conmemora esta semana. Un acontecimiento que cierra un ciclo histórico que comienza y termina en Afganistán 20 años después con derrota incluida. El alma norteamericana aun no sana el dolor que produjeron los atentados que costaron la vida de más de 3 mil personas y la destrucción de lo que significaban las Torres Gemelas de Nueva York. 

Los ataques eran la oportunidad para dejar un legado de recuperación anímica y económica. Sin embargo, los halcones de la guerra encabezados por George Bush hijo, el vice Dick Cheney y el secretario de Defensa Donald Rumsfeld optaron por rehacer al Medio Oriente reemplazando los poderes coloniales europeos para embarcarse en una guerra financiada por los contribuyen proteger los intereses petroleros. Bush perfectamente podría haber cambiado la historia con inversiones en energías solar, eólica y nuclear, para buscar la independencia de los combustibles fósiles. 

Es innegable que los Estados Unidos en muchas formas cometió errores estratégicos y tácticos en estas 2 décadas. La invasión de Irak bajo la premisa equivocada de armas de destrucción masiva ha costado miles de víctimas tanto norteamericanas como iraquíes, una desestabilización de esa región, la pérdida de liderazgo y credibilidad. La prisión Abu Ghraib en Irak y demás sitios negros en Europa donde la tortura como medio de interrogatorio fue la constante, mancharon la reputación de los Estados Unidos como nación respetuosa de los derechos plasmados en la Convención de Ginebra. 

Algunas guerras dejan un legado de progreso y libertad. En la era post septiembre 11 vemos como el radicalismo islámico se consolida con sus restricciones hacia las mujeres y las minorías y atenta contra las inspiraciones democráticas y la apertura ideológica. El Medio Oriente hoy está más fracturado, más conflictivo y menos abierto hacia Occidente. Paradójicamente, Al Qaeda, autor de los atentados y símbolo del terror, sigue vivo mientras el Talibán regresa triunfante al poder. 

La unidad y espíritu de reconciliación que en su momento mostró el pueblo norteamericano ha dado paso a la polarización, el desacuerdo y el odio hacia el que piensa distinto. Ver la toma violenta del Capitolio el 6 de enero por cuenta de una turba enardecida y aupada por un megalómano que se resiste a dejar el poder, no hacen sino echarle leña al fuego de la división y discordia. El ejemplo de sacrificio de tantos bomberos, soldados y trabajadores de la salud debe servir para recuperar la confianza y deseo de convivencia ciudadana. 

El futuro permitirá saber si el mundo es hoy más seguro y si los organismos de inteligencia serán capaces de evitar nuevos hechos de terror. El mundo entero tiene una inmensa deuda con los Estados Unidos porque a pesar de los errores, su cuota de sufrimiento es inconmensurable. El mundo ya no es el mismo. La responsabilidad es de todos. Es un imperativo luchar porque la libertad y los principios democráticos perduren en el tiempo.