26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Por una geología al servicio del hombre

Jose Hilario Lopez

Por José Hilario López 

La semana anterior durante la apertura del foro conmemorativo de los 100 años de la creación por parte del gobierno departamental de la Comisión Geológica de Antioquia para que, bajo la dirección del geólogo alemán Emil Grosse, se encargara del estudio de los carbones de nuestra región, fui invitado por la Asociación de Ingenieros de Minas de Colombia a disertar sobre los estudios geológicos en nuestro país y su contribución al desarrollo nacional. El trabajo de Grosse en la Comisión Geológica de Antioquia fue publicado en 1926, bajo el título “El Terciario Carbonífero de Antioquia”, uno de los libros fundamentales de la geología colombiana. 

Entre mis mayores empeños como geólogo ha sido cuestionar la oportunidad y aporte al conocimiento práctico del territorio del desaparecido Ingeominas, hoy Servicio Geológico Colombiano (SGC). Para empezar, hagamos un poco de historia de los estudios geológicos oficiales a partir de la Comisión Científica Nacional (CCN), creada por el Gobierno Nacional en 1916, uno de cuyos primeros directores fue el geólogo alemán Robert Scheibe, quien había llegado a Colombia en 1914 con el propósito de explorar la región esmeraldífera del actual Departamento de Boyacá. A la muerte de Scheibe, como director de la CCN en 1927 fue nombrado Emile Grosse, quien luego pasó a ser el jefe de la Comisión Geológica Nacional y geólogo del Departamento de Minas y Petróleos hasta 1931. El trabajo de estos dos primeros directores fue apoyado por el ingeniero de minas Ricardo Lleras Codazzi, colombiano graduado en la Escuela de Minas de Medellín y primer subdirector de la CCN. 

Pero antes de la Comisión Científica Nacional, los ingenieros de minas Tulio Ospina y Juan de la Cruz Posada, egresados de la Universidad de California-Berkley, profesores ambos desde finales del Siglo XIX de la recién fundada Escuela de Minas y a quienes los profesionales de las ciencias de la tierra reconocemos como los padres de la geología colombiana, habían hecho aportes fundamentales al conocimiento geológico del territorio aplicado a la exploración de los recursos minerales, no sólo de Antioquia sino de todo el territorio Nacional. Una evaluación de 88 tesis de grado sobre geología presentadas por egresados de la Escuela de Minas entre los años de 1924 y 1974, que se conservan en su biblioteca, indica que cerca del 67% de las mismas se refieren a temas mineros y/o petroleros, geotécnicos e hidrogeológicos (aguas subterráneas), lo cual es clara muestra la orientación de los estudios geológicos impartidos en nuestra Alma Mater (Anales de la Facultad Nacional de Minas No 58, 1974. Número Especial sobre Geología). 

El severo desabastecimiento de materias primas minerales que sufrió el país durante la Segunda Guerra Mundial llevó a la creación del Servicio Geológico Nacional (SGN) en el año de1938, organismo éste que heredó la experiencia de la Comisión Científica Nacional; como funciones propias el SGN asumió el reto de complementar los levantamientos que permitiesen la publicación del primer mapa geológico del territorio colombiano, así como la creación del museo mineralógico nacional. En el año de1968 el SGN fue transformado en el Instituto de Investigaciones Geológico Mineras (Ingeominas), que a su vez en el 2011 fue sustituido por el actual Servicio Geológico Colombiano (SGC). 

Además del legado dejado por el SGN, el Ingeominas recibió todo el trabajo adelantado por el Inventario Minero Nacional (IMN) iniciativa del Gobierno Nacional en 1964, que contó con el Apoyo de la Agencia Internacional de Desarrollo y del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS). Desde un principio, el IMN se dio cuenta de que un inventario minero requería, como prerrequisito, de mapas por lo menos a una escala 1:50.000, inexistentes en el país. Esta fue la razón principal que obligó a que su misión priorizara las labores de cartografía geológica detallada de la región andina, donde se consideraba que nuestro país tenía el gran potencial minero. Sin lugar a duda, los escasos cinco años de existencia del IMN y los primeros años del Ingeominas fueron la época dorada de los estudios geológicos en Colombia. 

Pero todo esto empezó a cambiar a mediados de la década de los 70, cuando varios geólogos colombianos con títulos de maestría, algunos con doctorado, otorgados por universidades norteamericanos gracias a becas financiadas con el presupuesto nacional, regresaron al país y se reintegraron al Ingeominas. Pero en lugar de fortalecer el legado del IMN, estos profesionales se dedicaron a tratar de replicar las sofisticadas investigaciones que los académicos en USA y los geólogos del USGS estaban adelantado en el país del norte, pero con la desventaja de que estos podían trabajar sobre bases geológicas detalladas, insumo que todavía faltaba en Colombia. Las investigaciones a los que se dedicaron los ex becarios colombianos reorientaron el Ingeominas hasta el punto de que, en la práctica, se abandonó la cartografía geológica básica. Lo que daba prestigio a los geólogos del Ingeominas ya no era el duro trabajo de campo que requería el avance de la cartografía geológica, sino la publicación de ”papers” en los boletines geológicos oficiales. 

Los Estudios para la Formulación del Plan Nacional de Desarrollo Minero (PNDM), contratados por el Gobierno Nacional con el Consorcio Instituto de Estudios Colombianos-Integral, estudios que tuvo a su disposición el Ministerio de Minas y Energía en el año de 1986, cuya primera recomendación consistió en aplicar los mayores esfuerzos en avanzar con la cartografía geológica detallada del territorio nacional, requisito necesario para la evaluación del potencial minero nacional. Muy a nuestro pesar, nuestra recomendación fue desatendida por el Ingeominas.  En efecto, tal como se consignó en el Programa de Exploraciones del PNDM en el aparte “Complementación del mapa geológico nacional”, para finales de la década de los 80 el 75% del territorio nacional carecía de mapas geológicos siquiera a escalas 1:100.000-1: 200.000 y hoy, después de 35 años, ese porcentaje apenas se ha podido reducir al 43%, aunque no toda la culpa es asignable al Ingeominas-SGC, ya que la violencia ha hecho riesgoso el trabajo de campo en gran parte  del país, a lo que suman las crisis económicas de finales de los 90 y de la década pasada que han limitado los presupuestos requeridos para avanzar con la cartografía geológica que se  requiere, no sólo para el inventario minero nacional, como para la planeación y diseño de su infraestructura y sobre todo para los estudios de geología ambiental, ahora prioritarios por razón del Cambio Climático, mejor definido como Cambio Global, que amenaza los ecosistemas en un país como el nuestro, uno de  los más biodiversos del mundo, pero a su vez uno de los más vulnerables.  

En próxima entrega seguiremos con el apasionante tema de la geología ambiental, disciplina integradora de lo que, de manera preliminar, he denominado Ingeniería de los Ecosistemas, propuesta que desarrollo en mi libro “Hidroituango, desafíos y enseñanzas” próximo a salir bajo el sello editorial de la Universidad Autónoma Latinoamericana, así como en “Ingeniería y ciencias de la vida” en proceso de edición para publicación por la Editorial de la Facultad de Minas-Universidad Nacional, Sede Medellín.