28 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Los susurros de Kico

Por Francisco Becerra (foto)

Sin querer hacer lo del avestruz, intencionalmente me he abstenido a susurrar últimamente sobre los espinosos temas nacionales, en esta época de navidad, lo que no significa que esté despreocupado por tanto despelote.

Es época de incrementar el optimismo y resaltar las infinitas cosas buenas, de esta Colombia querida, que sabe ir sorteando sus dificultades y demuestra su solidez institucional cuando es necesario, como lo hizo en las últimas elecciones.

Debo si hablar del daño profundo que le están causando a la nación personas inescrupulosas que atentan contra nuestra nacionalidad y, merecen repudio colectivo. Me refiero a unos apátridas que están metiéndole dulce de guayaba a los bueñuelos y volviendo acuosa y blanca a la natilla.

El sacro buñuelo, que ha venido siendo irrespetado, desde hace años, con el aumento desproporcionado de su tamaño, como si fueran para ser modelos de cuadro del maestro Botero, ahora está siendo profanado, introduciéndole dulce en su interior. Sacrílego acto que no se puede cometer y deben ser sancionados severamente los responsables de semejante despropósito.

Lo mismo está sucediendo con la natilla acuosa y pálida que se está vendiendo por ahí. La natilla es morena y fuertemente gelatinosa. Nunca blancuzca y babosa como beso de boba. El color lo da la panela. Con mucha, pena eso que en algunas partes dicen que es natilla blanca, es todo menos natilla, por más que le echen dulce de moras encima. La natilla es morena y durita como nalga de reina. Lo demás es anatema gastronómico.

Aprovecho para enviarles mi agradecimiento por leerme y desearles una feliz navidad, acompañada de buñuelos pequeños y natilla morena. El dulce desamargado combina muy bien con los dos. (Opinión).

¡Gocen en familia!