11 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Criar y educar a niños y jóvenes resilientes 

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. (foto).

https://paideianueva.blogspot.com

Criar y formar a los hijos y formar y educar a los alumnos exige la concurrencia y sincronía de voluntades, compromisos y esfuerzos en la familia y en la escuela. A la vez, porque son humanos, sometidos a variedad de situaciones de estrés y a golpes que da la vida, se precisa que en el hogar los padres sean resilientes y también los maestros en la escuela. 

Una esponja es humedecida y retorcida e inmediatamente regresa a su forma original; el resorte y la cinta elástica se estiran y regresan a su forma original; eso es resiliencia. Las bolas en los deportes se deforman por unos microsegundos, aunque no se note, con los batazos, patadas o raquetazos que reciben; eso es resiliencia. Desde el mundo físico, resiliencia tiene que ver con elasticidad. «Resiliencia procede del verbo en latín resilio, cuyo significado es ‘saltar hacia atrás, rebotar’. El término se utiliza en física para describir la capacidad de materiales para resistir un impacto sin llegar a romperse».  (https://tinyurl.com/bdec2x2f). La persona resiliente reconoce que el cambio es una realidad de la vida y que el mismo puede estar bajo control personal con decisiones inteligentes y el apoyo de su propia red social.   

Quisiéramos, pero no vivimos el mejor de los mundos. Cada persona puede rememorar la cantidad de sucesivos golpes recibidos y cómo ha podido rebotar de la mayor parte de ellos para seguir viviendo y construyendo la posibilidad de una vida mejor. Como modo de reconfortarse, de pérdidas dolorosas y de variedad de traumas, es común recurrir al adagio que dice: «Con las sucesivas caídas se crea y se gana la experiencia para ser un buen jinete», complementado con: «A caballo joven, jinete experimentado». 

Si otro refrán dice que: «Caballo que vuela, no requiere espuela», es para recordar que los niños y los adolescentes requieren escuela. Escuela donde abunden las experiencias positivas y fomentadores de la inteligencia y del cultivo de los afectos. Escuela donde se gane experiencia para la vida sin las caídas sucesivas del jinete que aprende con continuados y dolorosos golpes, escuela con experiencias enriquecedoras, lejos de la censura y del castigo porque, un elevado principio de la pedagogía señala con claridad que crecer, aprender y llegar a ser es un potencial inmanente que tienen los niños y adolescentes; ellos no son caballos, ni corren en hipódromos, y para el desarrollo pleno de su potencial humano no necesitan espuela, sino escuela.  

El temple, la perseverancia y la resiliencia son tres metas esenciales para formar a los niños y jóvenes para una vida plena, llena de momentos felices. Ellas tres apuntalan la sabiduría humana; 
la sabiduría de la fuerza interior para superar dificultades y el aislamiento como signo ominoso que condena a muchos a que no puedan entender realidades particulares que viven y los llevan a la aceptación pasiva de los daños, males o traumas que sufren y se conformen, en una indeseable confusión, con una realidad que ellos no han construido para sí mismos. 

Se ha dicho que la ignorancia es la madre de todas la pobrezas. Por razón de inauditos privilegios, existen las personas y grupos sociales que prefieren mantener a muchos lejos del grandioso poder que adquieren las mentes desarrolladas y los espíritus solidarios y resilientes, bien formados y bien educados. No sobra reiterar que el acceso libre, sin ataduras, al conocimiento tiene un fuerte impacto en la habilidad para comprender a los fenómenos naturales y a los sentimientos que crean diversas y duras experiencias en el diario acontecer. Por ello, la insistencia permanente en recalcar que los procesos formativos en el hogar y en la escuela son instrumentos poderosísimos para que niños y adolescentes desarrollen la habilidad para comprender al mundo interior, a sus sentimientos perturbadores o dolorosos, que le generan hechos y acontecimientos externos.  

A contrario sensus de los principios de rectitud moral, se han entronizado ideas recorridas de perturbadora ideología que acogen la desigualdad como un mandato natural, por superioridad genética, o social.  Pero, más abrumador es el hecho cierto de que la libertad, el bien colectivo e individual se asientan sobre la igualdad en la sabiduría, en el gozo de las iluminadoras letras, porque la sabiduría con las letras entra. 

Algunos sinónimos de resiliencia resaltan la formación, con frecuencia olvidada, referida a la habilidad para mantener el equilibrio emocional, la flexibilidad cognitiva y afectiva y la perseverancia frente a dificultades cotidianas o emergentes, o para alcanzar importantes metas realísticas personales. Así, el carácter resiliente se muestra mediante fortaleza interior, resistencia, recuperación, actitud optimista y esperanzadora; reconocimiento de contextos y de sus propios recursos yoicos, así como de las sólidas relaciones sociales y familiares para salir adelante, para tener éxito. Quien es resiliente mantiene y resalta una actitud positiva frente a la naturaleza humana y la posibilidad de construir colectivamente un futuro. Quien es resiliente social, defiende la igualdad como derecho humano inalienable y se opone a toda forma de discriminación y de exclusión. 

Contrario a la idea de la resiliencia como indispensable atributo que todos los humanos tienen, perdura el lavado mental que lleva a profesar que para los pobres y excluidos no hay camino a la resiliencia y que, por tanto, deben resignarse a su suerte, por lo que la educación de calidad para ellos es una ilusión. Es una enraizada creencia que ha llevado al abandono por los gobiernos a la educación de los sectores populares. 

Esta creencia ya estaba escrita en el Manual de Urbanidad, de Manuel Carreño, publicado en 1853, en donde se señala como norma, que resalté en escrito anterior (https://tinyurl.com/5dpu2vvv) a la que debían acogerse todos para la civilidad: «Cada persona debe tomar el sitio que le corresponde en la sociedad. La riqueza es un bien divino y la pobreza es un designio santificado por Dios, el premio de sus sufrimientos se encuentra en el Cielo» y, continuó prescribiendo que las comodidades que puede alcanzar el pobre y el paliativo a los sufrimientos dependerán de las   empresas que crean y fomentan los ricos. «Y cuando el peso de la miseria llegue a oprimirle, lejos de contemplar los ajenos goces con el ojo de la torpe envidia, se someterá con religiosa resignación a la voluntad divina, y muchas veces de la generosidad con que éste se desprende de una parte de sus rentas para socorrer sus necesidades». O sea, en lugar de resiliencia, resignación a la indigna suerte que les atribuyó el Creador.  

En mitad de males y sufrimientos, la resiliencia no es para los más pobres, según la aún vigente creencia expresada por el señor Carreño, porque, en compensación a sus sufrimientos, serán bien recompensados no en esta vida, sino en la otra. (https://goo.gl/33YScs). Pero, contrario a esa creencia, cabe en todos los humanos la resiliencia definida por la Asociación Americana de Psicología como: «El proceso y el resultado de adaptarse exitosamente a experiencias de vida difíciles o desafiantes, especialmente a través de la flexibilidad mental, emocional y conductual y el ajuste a las demandas externas e internas». (https://tinyurl.com/4f9enurthttps://tinyurl.com/uycuzbw6). Esta Asociación, que a la vez que resalta que: «La perseverancia hacia los objetivos de la vida puede defenderse de la depresión, la ansiedad y los trastornos de pánico», define cuatro clases de resiliencias, a saber 1. Resiliencia Psicológica o fortaleza mental para resistir y adaptarse frente a estresantes hechos o realidades.  2. Resiliencia Emocional, que permite entender y manejar sentimientos y emociones para no sumirse en la confusión y pena que ellas causan. 3. Resiliencia Natural, que es parte del andamiaje físico y biológico con el que nacemos y que permite enfrentar situaciones difíciles, estresantes o amenazante. 4. Resiliencia Adaptativa, referida al enraizamiento de actitudes y comportamientos para aprender y adaptarse a cambios de manera creativa y productiva; o sea, es el aprendizaje para la superación.  (https://tinyurl.com/uycuzbw6https://tinyurl.com/ytw5y75p).

Padres de familia y maestros tienen que reconocer que los niños y los adolescentes viven la misma problemática que experimentan los adultos, pero con el inconveniente de sus habilidades mentales apenas están en proceso de consolidación, careciendo de defensas y de recursos para evitar daños emocionales y seguramente traumas. 

La resiliencia puede a aprenderse, por lo que niños y adolescente deben ser apoyados para desarrollar las defensas mentales y el crecimiento de su autoestima positiva, de modo que empiecen a entender que las dificultades tienen soluciones en asocio con su red de personas importantes. 

Así como las pelotas son resilientes, todo niño y adolescente, por el mero hecho de vivir en un mundo lleno de inmensas complejidades y crecientes amenazas, puede y debe ser resiliente para alcanzar logros significativos mediante el esfuerzo personal. Las experiencias de triunfo y derrota en los juegos pueden representar espacios significativos para enseñarles a ser resilientes. (Opinión). (https://tinyurl.com/54n422vu).