27 abril, 2024

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Hermosos villancicos históricos: Noche de Paz y El Tamborilero

Por Enrique E. Batista J., Ph. D.

https://paideianueva.blogspot.com/

De nuevo llegó la Navidad. De nuevo porque la Navidad es la renovación de la «Buena Nuevque trajo el Mesías a los hombres de buena voluntad.  

Los cristianos celebramos la Navidad desde hace 1667 años cuando fue instituida por la Iglesia en el 354; 175 años después el emperador romano Justiniano, en 529, declaró el 25 de diciembre como día festivo.  

La celebración de la Navidad en el último mes del año se basó en una fiesta pagana que en algunos días de ese mismo mes celebraban los antiguos persas en ritos de adoración al dios del sol; celebración que los romanos, en su imperio, adoptaron con el nombre de saturnales, en honor a Saturno, dios de la agricultura y de las cosechas; celebración que se llevaba a cabo entre el 17 y el 23 de diciembre. Sabido era que el 21 de diciembre se producía el equinoccio de invierno en el hemisferio norte al que correspondía la noche más larga del año. Para esa fecha, las cosechas ya estaban recogidas y se podía alentar la convicción de que el sol, la luz del día, se aproximaría cada vez más para alumbrar con mayor intensidad a los hombres, como la luz que traería el Mesías con su «Buena Nueva». Desde entonces, existe un conjunto de prácticas y rituales que seguimos en estos días recorridos por la santidad y por la esperanza de la salvación que nos trajo el Salvador.  

Una de esas prácticas es la adoración del Niño Jesús al lado del árbol de Navidad, práctica que los cristianos tomamos de las antiguas civilizaciones nórdicas para quienes el árbol era sagrado; por esa razón, la imagen usual del árbol de Navidad es un pino de hojas perennes propio de las altas y frías latitudes de la tierra. 

Otra de las prácticas cristianas para celebrar el nacimiento del Niño Jesús es la elaboración de los pesebres, llamados también belenes, la cual fue iniciada por San Francisco de Asís hace cerca de 800 años, en 1223, con el propósito de elevar plegarias a Dios, revitalizar la importancia mística del nacimiento del Niño Salvador y reforzar los sentimientos de los fieles cristianos con la renovación de la fe en la salvación. Para ello, consiguió permiso del Papa Honorio III. Al aire libre, sobre un paño blanco, se construyó el primer pesebre con heno, buey, asno, ovejas y otros animales. Se dice que San Francisco de Asís incluyó buey y asno siguiendo el versículo 1,3 del libro profético de Isaías: «El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor». (https://rb.gy/jz4fq2).   

Y la Navidad también se llena con la alegría de los villancicos. Hoy son un componente esencial de la celebración del santo acontecimiento del nacimiento del hijo del Dios Padre. El voquible «villancico» tiene un antecedente interesante; es derivado de «villa», que, en la época del imperio romano, en su latín, se refería a pequeñas agrupaciones humanas dedicadas a diversas clases de cultivos, a campesinos en pequeñas parcelas, diríamos hoy.  

Más adelante, ya en la Edad Media, las villas, precursoras de las ciudades de hoy, eran unos conglomerados alrededor de las posesiones de los señores feudales y de la creciente clase de adinerados comerciantes. Así, existieron las villas señoriales y las villas palaciegas (de las cuales se habla incluso hoy), algo cercanas, pero no iguales a un palacio, como privilegio que otorgaba el rey a algún Señor Feudal o a un noble, de ahí el término «señorío», «clase señorial» y «casa señorial», que también se usan aún hoy. Las villas, para diferenciarse unas de otras, agregaron un sufijo, que persiste hoy en nuestras ciudades y se llamaron, por ejemplo,  Villarreal, Villamaría, Villanueva, Villamayor,  Villacaro, Villafranca, Villa de Leyva, Villa del Lago, Villafranca, Villamartín. (https://rb.gy/og4dxg). En algunos lugares del mundo, los asentamientos humanos subnormales o tugurios, son llamados «villas miserias». 

Las villas medioevales crecieron en importancia y en número de habitantes, hacia las cuales emigraron gentes de los campos y crearon asentamientos populares. Las personas pobres, esos que no tenían blasones de nobleza que exhibir, entonaban canciones populares con amplia variedad de contenidos rurales. Las canciones de los «villanos», así se apelaban a los habitantes pobres de las «villas», fueron denominados «villancicos». Así, en su origen, no están asociados a la celebración de la Navidad, lo que sólo ocurrió cuando la Iglesia encontró en ellos una herramienta útil e importante para diseminar la palabra divina, la «Buena Nueva». Con el tiempo fueron introducidos en las iglesias para las celebraciones religiosas de Navidad. (https://rb.gy/8mechh).  

Los villancicos se cantan ahora en todo el mundo, en la más amplia variedad de lenguas. El más conocido y cantado, con traducción en más de 300 lenguas, es «Noche de Paz» (nombre original, Stille Nacht! Heilige Nacht! = Noche Silenciosa, Noche Sagrada). Tiene este bello y exitoso villancico un origen simpático. En 1818 en Oberndorf, un pueblito de Austria, el órgano de la iglesia se dañó y no había manera de arreglarlo para la celebración navideña. Así que el sacerdote Joseph Mohr se vio forzado a componer un canto que con instrumentos cotidianos como la guitarra pudiese sustituir al dañado órgano. Bajo la presión del tiempo compuso las estrofas y le pidió al maestro de la escuela, Franz Gruber, que le hiciera el arreglo musical; nació así lo que sería el villancico que hemos escuchado aquí y allá tantas veces, grabado por muchos artistas y tocado por las orquestas sinfónicas y  filarmónicas de muchos países. En 2011 la UNESCO declaró a esta canción Patrimonio Intangible de la Humanidad. (https://rb.gy/8mechhhttps://rb.gy/tboynu). El lector podrá escuchar siete versiones (entre ellas de  Aretha Franklin,Frank Sinatra y Carrera, Domingo y Pavarotti) aquí: https://youtu.be/WjhVI4Q0Vfc y  por Animado-Mundo CantiCuentos para niños en: https://www.youtube.com/watch?v=C0YImrwIypo

La letra completa, en alguna de las muchas versiones en español, es esta (https://rb.gy/bqykye):

Noche de paz, noche de amor, 

todo duerme en derredor. 

Entre sus astros que esparcen su luz 

bella anunciando al niñito Jesús. 

Brilla la estrella de paz, 

brilla la estrella de paz. 

Noche de paz, noche de amor, 

todo duerme en derredor 

sólo velan en la oscuridad 

los pastores que en el campo están; 

y la estrella de Belén 

y la estrella de Belén. 

Noche de paz, noche de amor, 

todo duerme en derredor; 

sobre el Santo Niño Jesús 

una estrella esparce su luz, 

brilla sobre el Rey, 

brilla sobre el Rey. 

Noche de paz, noche de amor, 

todo duerme en derredor. 

Fieles velando allí en Belén, 

los pastores, la madre también. 

Y la estrella de paz, 

y la estrella de paz. 

Noche de paz, noche de amor, 

todo duerme en derredor. 

Entre sus astros que esparcen su luz 

bella anunciando al Niñito Jesús 

brilla la estrella de paz, 

brilla la estrella  de paz. 

Otra canción de Navidad de amplia difusión en el mundo en las más variadas lenguas es «El Tamborilero» o «El Niño del Tambor». Para su versión original en inglés la pianista Katherine Kennicott Davis tomó en 1941 un relato existente desde muchos años atrás y escribió una partitura para piano que transcribió de un modo libre al inglés con el título de «Carol of The drum» (Villancico del Tambor). Se refiere este villancico a la historia, que data de la Edad Media, de un niño callejero que se sostiene tocando su tambor y que al llegar al Portal de Belén para ver al Mesías recién nacido el único regalo que podría ofrecerle fue un toque de su tambor. Diversas narraciones destacan que el origen de la historia data del siglo XII. (https://rb.gy/hciuoe). La letra es la siguiente:  

El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió,
los pastorcillos quieren ver a su rey,
le traen regalos en su humilde zurrón:
Ropoponpon, ropoponpon.
Ha nacido en un portal de Belén
el Niño Dios. 

Yo quisiera poner a tus pies
algún presente que te agrade, Señor.
Mas tú ya sabes que soy pobre también
y no poseo más que un viejo tambor:
Ropoponpon, ropoponponpon.
En tu honor, frente al portal, tocaré
con mi tambor.

El camino que lleva a Belén
yo voy marcando con mi viejo tambor,
nada mejor hay que te pueda ofrecer,
su ronco acento es un canto de amor:
Ropoponpon, ropoponpon.
Cuando Dios me vio tocando ante Él
Me sonrió, me sonrió. 

Una hermosa interpretación de  «El Tamborilero» por Rapahel, el lector la puede escuchar aquí: https://www.youtube.com/watch?v=sIjRW60Fqyc  y otra, en inglés, por  José Feliciano en: https://www.youtube.com/watch?v=KW5GWIUkTPg.  

De los 12 villancicos de mi autoría en CD prensado  por Discos fuentes y disponible en las tiendas de música en la web (https://www.amazon.com/-/es/Alegres-Villancicos/dp/B07N12QVPD) estas estrofas: 

Llenos de júbilo, es Navidad 

villancicos vamos a cantar. 

Llega Jesús con su bondad 

felices todos, ¡es Navidad! 

Alto, bien alto en el cielo 

una santa estrella anunció: 

“Es Navidad, es Navidad, 

alegría el Salvador nació ya”. 

Alegre es mi Navidad 

mucha alegría a mí me da 

la ra la ra la 

DíDí, Dadá alegre es mi Navidad 

mucha alegría a mí me da 

DíDí, Dadá tra la la. 

A todos los niños del mundo 

nos trajo la paz el Dios Mesías. 

Es Navidad, a Jesús imploro 

bendiciones para el alma mía. 

Cantamos con gozo en Navidad, 

adoramos al Dios de las alturas. 

Danos, Jesús a todos amor y paz, 

llenos contigo de santa bondad.