13 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Este domingo 18 de junio: Gran Marcha de la Fe y el Amor…

Para renovar la consagración del país, el departamento y la ciudad al Sagrado Corazón de Jesús.

·      En junio de 1887 se organizó en Medellín la primera Marcha de la Fe y el Amor.

·      Esta histórica marcha que se realiza desde hace 137 años, es uno los actos religiosos y cívicos más antiguos y constantes del país.

·      Salida: 9.00 de la mañana desde el parque de Boston.

·      Llegada: Parque de Bolívar y Eucaristía en la Catedral.

HISTORIA.

En junio de 1887, se realizó en Medellín la primera “Marcha de la fe y el amor” en honor al Sagrado Corazón de Jesús y se consagraron a él las familias y la ciudad. Doce años después, en 1899, el Papa León XIII hizo la consagración universal al Corazón de Jesús. Ante la situación desesperada que estaba creando la guerra de los Mil Días, Mons. Bernardo Herrera Restrepo, entonces Arzobispo de Bogotá y que antes había sido Obispo de Medellín entre 1885 y 1891, promovió en la capital del país, el 22 de junio de 1902, la primera consagración de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús.

Cinco meses después, se firmó el Tratado de Wisconsin, que puso fin a la guerra, una verdadera catástrofe, y en acción de gracias se levantó el Templo del Voto Nacional en Bogotá. A partir de entonces, primero con la intervención del Presidente de la República y ahora en celebración fervorosa de la Iglesia Católica, se renueva cada año esta consagración.

MOTIVACIÓN.

La hacemos para expresar nuestra gratitud al Señor que de tantas formas ha bendecido y en tantas ocasiones ha librado de múltiples peligros a Colombia. La hacemos, también, como un acto de reparación por nuestros pecados y para pedir con humildad y confianza la protección divina sobre nuestra nación.

PALABRAS DE MONSEÑOR RICARDO TOBÓN RESTREPO.

Todos somos conscientes del difícil proceso histórico que ha tenido nuestro país y cómo en este momento presenta enormes desafíos y horizontes no siempre claros. Particularmente, el olvido de Dios y un marcado individualismo han generado una gran inequidad social, una práctica extendida de la corrupción, un abuso continuo de la mentira, una vida moral decadente y una violencia que evoluciona y no se acaba. Las propuestas de solución que actualmente se hacen están llevando la población más al temor y a la polarización que a la esperanza. En esta coyuntura todos debemos hacer algo por Colombia.

Lo primero y más urgente es acudir con fe a Dios, Señor de nuestra vida y de nuestra historia. Este es el clamor que me ha llegado por parte de muchas personas. La oración, en efecto, nos descubre el plan de salvación y nos compromete a cooperar con él; si todos hiciéramos la voluntad de Dios, el mundo sería otro. La oración nos une y edifica la comunidad que debemos ser en esta hora. La oración alcanza el perdón de nuestras faltas y reconstruye la vida personal y social. La oración consigue todos los favores y bendiciones que necesitamos. La oración nos da la sabiduría y la fortaleza que se requieren para afrontar acertadamente el momento presente que vivimos.

OREMOS POR COLOMBIA.

Propongo, por tanto, que entremos en una gran Jornada de Oración por nuestra patria con motivo de la próxima solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. El viernes 16 de junio, en todas las parroquias y capellanías ofrezcamos la Eucaristía y celebremos en la noche una Hora Santa con las motivaciones e intenciones señaladas. Se enviará una guía litúrgica con este fin. El domingo 18 de junio, comprometámonos seriamente a participar masivamente en la Marcha de la Fe y el Amor y en la Eucaristía final en la que renovaremos la consagración del país, del departamento, de la ciudad y de las familias al Corazón de Cristo.

De otra parte, invito a todos los fieles a orar mucho en la forma que les sea posible, a realizar algunos actos de caridad y a ofrecer actos de penitencia por nuestra patria. Particularmente, propongo que pidamos la gracia de entrar en el amor que Dios nos ha revelado en el Corazón de su Hijo.

Que nos decidamos a tener, como él, un corazón limpio incapaz de la mentira y la corrupción, un corazón abierto a la compasión para saber servir a todos y especialmente a los más pobres, un corazón noble que logre vencer el mal a fuerza de bien, un corazón que sepa perdonar y sembrar la reconciliación. 

 Si conformamos nuestro corazón con el de Cristo, seremos el mejor aporte a una nación nueva construida desde la libertad, la justicia, la verdad y la sol­.