26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: Se nos fue un grande de Colombia y pocos conocían de su valía

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez

Benigno Rafael Elejalde Salazar, médico genetista, fue un científico que trascendió las fronteras nacionales y gran parte de su vida transcurrió entre laboratorios propios, de universidades y hospitales en los Estados Unidos. Había nacido en Frontino el 7 de marzo de 1943 en el hogar de los educadores Hernando y Esther.  

Rafael cursó su bachillerato en el Liceo de la Universidad de Antioquia, donde su señor padre oficiaba como profesor de literatura, español, filosofía y biología. Se hizo médico en la misma Universidad y se especializó en la Universidad de Mánchester, Inglaterra, a donde viajó en 1968 con su esposa, María Mercedes Jaramillo Arango, enfermera de profesión y también científica por pasión. Allí laboraron no solamente en el mismo centro universitario sino en el Christie Hospital, en el Holt Radium Institute y en el Paterson Laboratories. Participó en estudios avanzados de citogenética, células madre, análisis de ADN y ARN. Luego de dos años de estudios y prácticas de laboratorio en Inglaterra, regresó a Colombia y en 1970, a la edad de 27 años es designado miembro correspondiente de la Academia de Medicina de Medellín, históricamente es reconocido como el integrante más joven que ha tenido la Academia. Cuatro años después es aceptado como miembro de número. 

Su consagración al estudio, sus conocidos aportes a la ciencia médica y la estrechez del medio para continuar avanzando en sus saberes, lo llevaron, en 1975, a viajar a Wisconsin, Estados Unidos, por invitación que le hiciera el Centro Clínico de Genética y el laboratorio de Citogenética de Madison. Dos años más tarde la Universidad de Wisconsin lo nombra para crear el servicio de Genética Clínica y el Laboratorio de Genética en Milwaukee, Wisconsin, en asocio del prestigioso Hospital Monte Sinaí. Se desempeñó por muchos años como director médico del Departamento de Genética del Hospital Monte Sinaí. La vida de este científico transcurrió entre laboratorios de universidades tan prestigiosas como la de Antioquia, Mánchester (Inglaterra), Wisconsin (EE. UU) y los hospitales San Vicente de Paúl, Christie Hospital (Inglaterra) y Monte Sinaí (EE. UU). 

En 1990 fundó su propio laboratorio al que llamó Instituto de Genética Médica, que dirigió con su esposa, María Mercedes, hasta su muerte. Afirmó el doctor Tiberio Álvarez Echeverri, durante un homenaje que este año le brindó a Elejalde la Academia de Medicina de Medellín, imponiéndole la Medalla de Oro, que: “Fruto de sus investigaciones ha descubierto tres enfermedades y ha publicado más de sesenta artículos, diez capítulos de libros y más de setenta abstractos. Ha sido profesor clínico de Obstetricia y Ginecología, Neurología, Medicina Interna y es un Académico del Instituto Americano de Ultrasonido en Medicina”. Entre las enfermedades que descubrió está la denominada, en su honor, Síndrome de Elejalde (ES) que “se caracteriza por la presencia de un cabello de plateado a plomizo, color de piel bronceado en las áreas expuestas al sol y por graves problemas neurológicos. Puede ser congénito o desarrollarse a lo largo de la infancia (con crisis convulsivas, hipotonía severa y déficit intelectual)” (Portal de enfermedades raras). 

Perteneció a varias sociedades médicas en Colombia y en Estados Unidos, integró varias juntas y consejos de redacción de revistas académicas y científicas. “Incursionó en la ingeniería informática y para ello constituyó una empresa con su esposa denominada Elja (Elejalde-Jaramillo) que desarrolla y diseña software, hardware, sistemas de diagnóstico, dispositivos médicos y un sistema de imágenes semiautomático para el análisis de cromosomas en cáncer y diagnóstico prenatal” (Tiberio Álvarez Echeverri). Rafael Elejalde también fue inventor de por lo menos cinco instrumentos médicos utilizados hoy por el gremio médico en todo el mundo.  

Para ayudarle a sus padres en la financiación de sus estudios médicos en la U. de A., Elejalde Salazar vendió en el barrio Boston de Medellín formularios de 5 y 6 de apuestas de carreras de caballo. Igualmente vendía huevos, cidras y vitorias (variedad de calabaza), que sacaba de una pequeña parcela que tenían sus padres. No sólo era un médico sabio, era experto en culinaria, electrónica, física, mecánica cuántica e informática. 

Amable lector, Benigno Rafael Elejalde Salazar no pasó por esta tierra sin dejar su impronta. Fue un ser estricto, exigente, estudioso, consagrado, pero gran ser humano, lleno de amor por su medicina, sus pacientes, su familia y su patria. Dejó de vivir este once de noviembre, en el lugar que él más veneró, el sótano de su vivienda, que era biblioteca, laboratorio y sala de estudios, pero pasa a la historia para ser recordado eternamente.