28 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: La pobreza del debate presidencial

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez 

Con el transcurrir de los días se hace más evidente la crítica ciudadana y de los articulistas ante la notoria actitud de casi todos los candidatos, a no exponer propuestas e ideas de gobierno, sino a insultar y a descalificar a los contradictores, especialmente a Gustavo Petro, candidato de la Colombia Humana. No hay debate o entrevista donde el objetivo o el propósito central no sea el ataque al contradictor, especialmente al blanco preferido. 

Según una encuesta de opinión realizada por la firma Mediciones Estratégicas en toda la costa Caribe, Gustavo Petro es el candidato presidencial más conocido en la región, incluso por encima de gobernantes locales o regionales que ha tenido ese territorio. No me cabe la menor duda que en la medida que los contradictores a Petro, que son todos los demás candidatos, lo vilipendien, lo están haciendo conocer y le están colaborando en su campaña. Por lo demás esa encuesta demuestra la avasalladora presencia de Petro en esa región, como que gana en todos los departamentos por abundante distancia y también gana en todas las capitales, excepto en Barranquilla. En toda la región Caribe, mientras Gustavo Petro tiene un 33 % en intención de voto, quien le sigue, Alex Char, tiene un 12 %.  

En mi sentir, fuera de Gustavo Petro, le escucho propuestas serias y debatibles a Oscar Iván Zuluaga y a Alejandro Gaviria, a los demás pocón, pocón. Algunos de ellos se han dejado meter en los debates regionales, caso Federico Gutiérrez, Rodolfo Hernández, Enrique Peñaloza y Sergio Fajardo, que obviamente los va desgastando nacionalmente. Es un craso error llevar el debate a escenarios parroquiales, salvo que la mira de algunos de ellos sea exhibirse ahora para aspirar luego a elecciones locales o regionales.  

La otra consecuencia de la gavilla de insultos en contra de un candidato, es mostrar que la polarización tiene en un lado a un candidato fuerte y con propuestas y al otro lado una cantidad de enanos electorales que lo único que proponen es insultos y descalificaciones. Es también desastroso plantear el escenario electoral en esos términos. 

Otro invento de los últimos años para combatir al contradictor es el enviarle una legión de amaestrados para que los chiflen y les lancen gritos descalificadores. Eso ayuda a polarizar, pero ni disminuye ni engrandece a los artífices del estropicio. A los candidatos se les debe permitir el escenario tranquilo para que expongan sus tesis. Nada aporta a las contiendas esa jauría de amaestrados confrontadores. Pueda ser que algún día de estos no tengamos hechos que lamentar por esta antidemocrática actividad. Recuerdo a quienes iniciaron esta práctica, hace ya algunos años en una visita del entonces presidente Juan Manuel Santos al municipio de Rionegro, como hoy son víctimas de su propio invento.  

Es necesario elevar el debate electoral, es imprescindible que los candidatos expongan sus tesis y propuestas para cambiar lo que sea necesario en este país. No queremos solo ataques personales y descalificaciones. La política es un ejercicio de la inteligencia, es un escenario para proponer soluciones y caminos, es el ámbito donde los que aspiran proponen y el ciudadano decide.