28 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Colombia: potencia mundial de la vida

Dario Ruiz

Por Darío Ruiz Gómez 

El Presidente Petro ha señalado que su gobierno convertirá a Colombia en una “potencia mundial de la vida”, lo que constituiría la más loable de las aspiraciones de un pero cuyo cumplimiento conlleva una serie de condiciones que su misma ideología está negando de salida, ya que Colombia en los pocos meses en que viene ocupando la Presidencia se ha en lo contrario; en una potencia mundial pero de la muerte, pues el uso de la violencia contra la población desarmada en las distintas regiones del país pero sobre todo en Departamentos como Cauca, Meta, Arauca, Antioquia, Atlántico donde las masacres se han cuadruplicado, es muestra irrefutable de lo contrario a ese supuesto objetivo de vivir en un país que potenciaría la vida contra la muerte. 

En una fotografía aparecida en “El Colombiano se ve en primer plano a tres muchachos campesinos –uno de ellos haciendo un gesto de arrogancia y desafío a sus captores- custodiados por otros dos adolescentes “Disidentes de las Farc” armados con modernísimos fusiles.

Tomada la foto, los tres adolescentes fueron fusilados de inmediato y sus cuerpos diseminados a una distancia de cinco kilómetros en las montañas de las poblaciones de Angostura y Campamento. 

La pregunta es inevitable: Si todo este vasto territorio del Nordeste que va hasta Valdivia y sus mares de coca, Tarazá, Cáceres, Caucasia con líderes reconocidos ha entrado ya en el cese al fuego acordado por el Gobierno con el ELN y las Farc, que nunca abandonaron  su dominio territorial, esto supone que estas agrupaciones delincuenciales no continuarían matando ni asaltando ni secuestrando ni haciendo cortes de carreteras o sea que a nombre de la Constitución  y de la “Ética” tendrían que haber renunciado a “su bárbara justicia revolucionaria”.

Van sin embargo 30 infracciones graves de las “Disidencias” con asesinatos, secuestros, minas a la salida de una escuela rural, etc. No cabe aquí la disculpa de que por encontrarse en territorios remotos no “habían recibido la noticia del cese al fuego” ni que Petro vuelva a decir que éstos habían sido “mal redactados”.

En la tragedia de Yarumal y del Nordeste desde que  fue convertido en un corredor para el envío al exterior de droga y desde hace mucho al microtráfico, es imposible describir con palabras lo que supone vivir  ante el pánico a las ejecuciones semanales que han tenido un efecto traumático en sus  habitantes, un trauma – recordemos la vida bajo cualquier forma de  gobierno totalitarista-  cuyos efectos llevan a una  parálisis de la conciencia y a silenciarse ante lo que ocurre: la visión de los padres ante el reclutamiento de sus hijos, la irrupción en sus territorios de cuadrillas de feroces asaltantes provenientes de otras regiones del país, la separación de las familias, la ausencia, por lo tanto, de la presencia de la civilización y  esto en el Centro mismo del país histórico, al lado de la Troncal de la Costa.

¿No es la instalación de un Tribunal de Crímenes de Guerra una premisa necesaria – antes de que llegue la JEP- para restaurar el imperio de la ley castigando a los masacradores, a los ángeles de la muerte con el fin de devolver a las familias los territorios que ellas fundaron y legitimaron en su memoria y para permitir que la libertad sea una realidad y no una frase retórica? ¿Por qué se comienza por desconocer entonces los Tratados de Ginebra? 

¡Libertad, libertad, libertad para el desplazamiento por los caminos y veredas, libertad para las familias, libertad para la niñez agredida! Esto sería confirmar que Colombia es una potencia mundial de la vida y no de la muerte.