Por Guillermo Mejía Mejía
El Partido Liberal Colombiano pertenece a la Internacional Socialista desde septiembre de 1.992, una organización mundial que critica tanto al modelo del capitalismo salvaje como al del comunismo, tipo la desaparecida Unión Soviética, agrupación a la cual pertenecen partidos como el Laborista inglés, el Psoe español, el Socialismo francés y el Partido del Congreso indio, entre otros.
Esta militancia implica por lo menos una sindéresis frente a una ideología internacional que tiene un común denominador y es la defensa de un socialismo humano que respeta la propiedad privada y es, a la vez, enemiga del comunismo.
César Gaviria Trujillo ocupa por segunda oportunidad el cargo de Director Único del Partido Liberal, elegido por aclamación en la convención liberal de agosto del 2.020, porque no había más candidatos y se supone que en la próxima que se debe realizar este año, de acuerdo con la ley y sus estatutos, debe renunciar y entregar esa jefatura a un liberal que comulgue con la ideología que dice profesar el PL y no hacerle más daño a esta colectividad que ha perdido toda credibilidad.
Con indignación, es necesario decirlo, el director del Partido no encontró, entre más de dos millones de liberales, una sola persona que tuviera la capacidad de asumir una candidatura presidencial. Esa actitud es de un egoísmo agobiador.
Gaviria ha ido de tumbo en tumbo en esta jefatura y vimos con asombro, cuando creíamos con toda lógica que, a falta de candidato liberal, patrocinaría en primera vuelta presidencial al candidato que más encarnaba el ideario liberal con su propuesta, que era Gustavo Petro, irse con su adhesión unipersonal a apoyar al candidato del uribismo Federico Gutiérrez, con la disculpa infantil de su molestia por el señalamiento de Francia Márquez que con franqueza le recordó que el neoliberalismo llegó a Colombia durante su gobierno con la controvertida apertura económica.
El candidato Fico fue derrotado en la primera vuelta y nuevamente, cuando ingenuamente pensamos los liberales que esta vez sí apoyaría a Petro en la segunda, en una maniobra inverosímil, ante nuestro asombro, se inclinó por el procesado penalmente Rodolfo Hernández.
Vencedor Petro, en menos de una semana ya Gaviria estaba, abyecto, ofreciéndole al triunfante candidato su respaldo lo que demuestra que la dirección del Partido Liberal está alejada de sus bases, que votaron mayoritariamente por el presidente electo, y representado por unos congresistas temerosos del futuro aval de un jefe que no tiene un norte ideológico, sino que medra en el “quién da más”. Toda una vergüenza.
Ojalá en la próxima convención nacional, cuyo término de convocatoria se encuentra vencido, se escoja una dirección única (Luis Fernando Velasco) o colegiada que le dé al Partido Liberal una orientación ideológica alejada del neoliberalismo y cerca del programa del presidente Petro al que se debe apoyar, como se debió hacer desde el comienzo de la campaña presidencial, y terminar con la jefatura de Gaviria que ha manejado un partido histórico como si fuera un patrimonio de familia.
La legitimidad de la jefatura de un partido político se demuestra con el reconocimiento que las bases le dan.
Si César Gaviria tuviera influencia sobre los 2.074.408 votos que obtuvo el PL para el Senado, con seguridad que hubiera inclinado la balanza a favor de cualquiera de los candidatos que apoyó. Pero dos derrotas seguidas, en menos de un mes, son verdaderamente catastróficas y su renuncia la piden a gritos los verdaderos liberales que apoyaron el proyecto de Gustavo Petro.
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