Por fortuna, el incidente de las objeciones presidenciales no derivó en el cataclísmico choque de trenes que auguraban entre la Presidencia y la Corte Constitucional. Las aguas volvieron a su cauce cuando la Corte se inhibió, como era apenas lógico, de darle instrucciones al Congreso.
Lo extraño y absurdo es que los congresistas, que siempre están luchando por defender su autonomía y el respeto por la dignidad de sus oficios legislativos, se le hubieran arrodillado a la Corte con una carta del representante Chacón en la que prácticamente le suplicaban relevarlos de revisar las objeciones presidenciales a un proyecto de su autoría. (Lea la columna).
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