9 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Sobre la delincuencia política

Descripción: escritor

Por Darío Ruiz Gómez 

En la Ley Orgánica de los Partidos Políticos de España, artículo 93, se recuerda clara y explícitamente que no deben: “Incluir regularmente en sus órganos directivos o en sus listas electorales a condenados por delito de terrorismo que no hayan rechazado públicamente las formas y los medios terroristas”.

En Colombia por el contrario y desde el supuesto  Acuerdo de Paz y ahora con Petro bajo la llamada   Paz total lo que ha quedado en claro es que quienes  heroicamente tratan de ejercer su condición de ciudadanos(as) en un Estado que implícitamente tiene el deber de brindarles seguridad; hoy,  en las regiones mantenidas bajo el dominio de bandas de criminales  a la ciudadanía étnica, al colono pobre, se los  continúa sometiendo a nuevas formas de esclavitud, confinándolos y carnetizándolos, es decir desconociendo sus Derechos Humanos y lo más ofensivo frente a estas comunidades desvalidas, que la condición de ser terroristas sea exaltada como una premisa casi que necesaria para ser reconocidos como una nueva casta política creando la pantomima de “nuevos Partidos” como los Comune,s conformada por reconocidos delincuentes que en ningún momento han rechazado el terrorismo.

O lo más abominable, convirtiendo de inmediato a los más depravados delincuentes en “Gestores de Paz” para prolongar indefinidamente su condena. Y para que el concepto de Crimen Político entre en una ambigüedad jurídica con la suspensión de la ley.

Es por eso que destacados pensadores actuales estén haciendo decisivas consideraciones sobre el significado de los Partidos Políticos ante la importancia que ha alcanzado la reacción autónoma de la ciudadanía ante estas groseras tergiversaciones de la Ley y ante el desusado terrorismo que impunemente continúa imperando sin que los dirigentes de estos Partidos se pronuncien al respecto y nuestra Justicia guarde silencio.

Recientemente una dirigente liberal ofensivamente  exigía seguridad al Gobierno para que los  candidatos(as) pudieran moverse por las distintas regiones en sus campañas de proselitismo, olvidando  que lo primero que se debe exigir al Gobierno es la liberación inmediata de los territorios sometidos por  el terrorismo.

El crítico Juan Mendoza en Revista El Clarín a propósito de lo que estos Partidos fantasmas representan como obstáculo para la Paz y el derecho de la ciudadanía a vivir sin temor recuerda. “El objetivo de los Partidos no es la consumación de ningún programa, la promulgación de ninguna ley. El objetivo del Partido es el Partido. El objetivo del movimiento es la instalación de la élite de la Organización en los máximos estamentos del Estado”.

Habría pues que comenzar por democratizar los Partidos desde su misma base, airearlos éticamente impidiendo que la corrupción o sea la delincuencia se termine imponiendo como una costumbre aceptada.

El obstáculo para la Paz en Colombia son estas organizaciones dominadas por Caciques y clientelistas y no por dirigentes que crean Democracia.

Cuando veo a César Gaviria, el clásico pide puestos,  demudado, con su voz cascada, cambiando de opinión respecto a Petro cada media hora me invade un inevitable sentimiento de indignación teniendo en cuenta lo que el Liberalismo colombiano – no dejaré de repetirlo- ha representado a través de nuestra historia en su lucha por la libertad y la justicia social, por una opinión pública libre de coacciones ante lo que este pintoresco personaje representa hoy, al igual que estas parodias de Partidos políticos que se crean, no para defender un Estado de Derecho, sino como una maquinaria electoral con sus fieras peleas intestinas de personajillos y personajillas.

Porque tal como lo vemos hoy, quien está fundamentando la verdadera protesta ante la tiranía es la misma ciudadanía ante el fracaso o la traición de estos líderes de papel.