28 abril, 2024

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Santa Claus existe, es real, es el enviado del Niño Jesús y vive en el Polo Norte

  • Por Enrique E. Batista J, Ph. D.

    https://paideianueva.blogspot.com/

    Sí .Santa Claus, existe, es real. También lo llaman Papá Noel. Es el mismo San Nicolás de Ba9ri. En cada Navidad es el enviado del Niño Jesús. Vive en el Santo Cielo con Él, con nuestro Señor. Ahí alaba a la Santísima Trinidad y por permiso y mandato de Dios vive también, como humano, en el Polo Norte.

    Se le ha llamado San Nicolás, Papá Noel, Santa Claus, San Nicolás de Bari, San Nicolás de Mira, San Nicolas Mártir, y Patrono de Rusia, Turquía y Grecia. También es el santo patrón de Ámsterdam. En Inglaterra lo llaman el “Padre Navidad” (Father Christmas), entre los germanos lo denominan “El Hombre de Navidad” (Kerstman). Es el “Papa Noel” porque así lo llaman en Francia (Père Noel). En Bélgica y Holanda es llamado Sinterklaas, de donde viene el nombre que le han dado como “Santa Claus”.

    Los niños en Navidad, frente a un pesebre rezando las santas oraciones y antes de abrir sus aguinaldos se mantienen intrigados en el amanecer del 25 de diciembre sobre quién los había traído y puestos al pie de sus camas. Se preguntan si fue el Niño Jesús o si fue Santa Claus.  Indagan con insistencia si Santa Claus es real, si vive en el Polo Norte y si tiene trineos y renos. Preguntan también cómo entra a las casas si las de por aquí no tienen chimeneas. “Tiene una llave mágica” es la respuesta que se les da.

    Hace mucho tiempo existió el Gran Imperio Romano el cual duró 500 años. Se llamó así porque la ciudad de Roma era su capital y desde allí sus emperadores conquistaron e impusieron el latín, sus leyes y costumbres a más de la mitad de Europa, al norte de África y el Oriente Cercano incluyendo a Turquía, Persia, Asiria, Israel, Líbano y muchos más países.

    Después de siglos de persecución por profesar la fe de Jesucristo el cristianismo empezó a ganar fuerza, creció el número de fieles a la vez que hubo mayor libertad para enseñar y difundir la palabras sagradas del Nuevo Evangelio.

    En el año 270 después de Cristo, una semana antes del comienzo de la primavera, nació quien sería San Nicolás de Bari en un pequeño pueblo llamado Patara de Licia, frente al mar Mediterráneo en lo que hoy es Turquía, región conocida en la época de la antigua civilización griega por tener el oráculo de Apolo a donde iban los creyentes en los dioses griegos a indagarle sobre lo que les depararía el futuro, si éste iba a estar lleno de gracias o de tragedias.

    Se sabe que de niño subía con otros a las colinas circundantes a ayudar a los pastores a encontrar ovejas extraviadas o que habían sufrido algún percance físico; también ayudaba a cubrir con mantas a los corderos recién nacidos en las frías noches de las montañas. En primavera veía crecer y florecer a los viñedos y árboles de olivo cuyos frutos recogía con su familia en el otoño del mismo año. Cultivaba su familia una gran variedad de uvas con las que fabricaban los mejores vinos de la región. También hacían aceite de oliva con el que acompañaban las comidas mientras rezaban oraciones agradeciendo a Dios los frutos que les permitió sembrar, cosechar y disfrutar.

    Admiraba las aves que hacían escala en los alrededores de su pueblo para un descanso en su ruta hacia el más caluroso sur escapando del feroz invierno de Siberia, las montañas del Cáucaso, el norte de Europa y de otras regiones de Asia Menor como se conoce la región donde nació y creció. Eso fue en la época en la que su pueblo era parte de la denominada civilización griega.

    El comercio de una variedad amplia de productos se hacía por mar ya que los caminos eran tortuosos y llenos de una variedad grande de peligros y de muchos asaltantes.  Por conocer de los navegantes sus aventuras, innumerables desafíos y peligros que enfrentaban, cuando recibió la santificación por la Iglesia se convirtió en santo protector de ellos y de los peregrinos que van a cualquier lugar del mundo en santa devoción.

    Patara de Licia estaba bastante cerca de los lugares donde nació, creció, jugó y se divirtió el Niño Jesús y también de los santos lugares donde predicó el Nuevo Evangelio que, con sus 12 apóstoles, creó la religión cristiana que hoy en el mundo tiene más de 2400 millones de fieles, o sea una tercera parte de los habitantes en el planeta, distribuidos en todos los países y lugares del mundo, incluso en el solitario y frío Polo Norte donde vive.

    De pequeño hacía con sus padres frecuentes peregrinaciones a los sitios santos de los cristianos, como El Calvario donde fue crucificado Cristo, el Santo Sepulcro, Belén y Nazaret, el río Jordán, el mar de Galilea y muchos otros lugares. En esas peregrinaciones aprendió más y más sobre la santidad cristiana y la valía de las predicaciones de Jesús. Estuvo también en Jerusalén, en el Monte de los Olivos y muchos sitios más dónde vivió Jesús, hizo sus prédicas y con los apóstoles inició la divulgación de la Buena Nueva, de los Santos Evangelios, de un Dios misericordioso, con sus mensajes llenos de esperanza para la salvación eterna de todos los humanos.

    Empezó en esos lugares santos a acrecentar su convicción de que debía ser un predicador de las enseñanzas del Mesías, de ser un sacerdote divulgador y defensor de la fe cristiana. Gozaba de las enseñanzas morales en los relatos, llamados moralejas de Esopo, un escritor esclavo, que también nació cerca de su pueblo, en la isla de Samos, escritor que fue autor de muchos cuentos con moralejas para que todos aprendiéramos lecciones de buen amar, querer y compartir.

    Cuando estuvo en Tierra Santa vivió la emoción de la vida de Jesús que a la vez le llenó de mayor inspiración para amar su obra y decir con Él: “Deja que los niños vengan a mí” y también  para dar generosamente sin esperar nada material a cambio.

    Quedó huérfano. Sus padres murieron estando él muy joven. Ellos que eran devotos cristianos  le enseñaron a rezar y a ser dadivoso. Por eso lleva en cada Navidad regalos, bendecidos por el Niño Dios, a todos los niños en especial a los más pobres para que sientan y vivan la alegría de Jesús nacido.  La Navidad nos enriquece a todos con la valía que trajo al mundo Jesús de Nazaret. Como niño obediente aprendió de sus padres la generosidad del cristiano, la santa caridad y a compartir los regalos materiales que alegran a todos, alegría para que alaben la grandeza de Jesús.

    Además de la herencia en riqueza también recibió de sus padres la educación y la formación en las verdades salvadoras del cristianismo. También recibió la gracia divina mediante un mensaje de Dios para que viviera su palabra, la difundiera y defendiera por todo el mundo. “Vive mi palabra, entrega tu riqueza a los pobres y a los desprotegidos”, “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos”, tal como lo manifestó Jesús en el Sermón de la Montaña. Fueron esos parte de sus mensajes para él que, además, le recordaron sus santas y sabias palabras en el evangelio de San Marcos: “Es más fácil para una soga pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de Dios” y “Para tener tesoro en el cielo ven y sígueme”.

    Practicó las sabias palabras durante toda su vida y por ello fue al cielo y la Iglesia lo santificó. Los regalos de Navidad los lleva a los niños como mensaje de Jesús nacido para que gocen de una parte material en esta tierra del más espiritual y santo que tendrán en el reino de los cielos. Siguió, a la vez, la enseñanza de Él en el evangelio de San Mateo cuando nos enseñó que: “En verdad les digo que si no se vuelven y hacen como como niños no entrarán en el reino de los cielos”.

    Entre otras enseñanza de Jesucristo, esas son algunas de las que lo inspiraron para luego ser proclamado el protector de los niños, de los humildes y de los desamparados. Sigue siendo el protector de ellos librándolos de la esclavitud. A los niños de todo el mundo bendice sus almas. Protege a los niños y jóvenes que han caído en desgracia o en malos caminos; también ha resucitado a niños y jóvenes, a aquellos que fueron secuestrados y asesinados para robarle sus pertenencias, ha librado a muchos de inanición y muerte por hambre en épocas de sequía y malas cosechas y ha protegido a navegantes que invocan el favor y el perdón divino en mares tormentosos.

    Ha sido designado el santo patrón protector de los estudiantes, maestros y obreros, de los jueces que fallan con rectitud. Protege a todo el que sufre. Ha sido venerado o reconocido como santo en Italia, Rusia, Grecia, Turquía, en otros países y ciudades de Europa y de las Américas. También es venerado por la Iglesia Ortodoxa.

    Se convirtió en sacerdote para curar a enfermos y consolar a los tristes. Fue perseguido, llevado a prisión y torturado por orden de un impío y malévolo emperador romano quien tenía el poder malévolo de perseguir a los que predicaban, como todo cristiano, la palabra divina. En su vida en la tierra, antes de ser martirizado, fue Defensor de la Fe, porque recibió los evangelios de Cristo, los enseñó y los divulgó a costa de su propia vida.

    La Navidad es la fiesta religiosa cristiana más importante para todos los niños y niñas, es una noche de paz, una noche de bendición, de alegría, optimismo y esperanza. Es una noche de amor en familia y de alabanzas a Dios nuestro Señor. La Navidad es una fiesta familiar para renovar el amor entre todos. Navidad significa “nacimiento” del Niño Jesús y el nacimiento permanente de todos los niños y adultos a la vida y virtudes cristianas que Él nos enseñó.

    Navidad es una noche de paz espiritual para que se acaben todas las guerras, todos los conflictos, disputas y mal entendimientos. La Navidad no es sólo una fecha en el calendario, es un evento sagrado para la reconciliación. El amor, la alegría y la paz espiritual con la bendición divina renace en cada uno de nosotros en Navidad, porque Jesucristo, el hijo de Dios, vuelve a nacer cada 25 de diciembre. Es diciembre, es Navidad. Belén, Jerusalén, Nazaret, en todo el país y en el mundo entero cantamos alabanzas de alegría al Niño Jesús recién nacido. El 25 de diciembre de cada año puede Santa Claus llegar puntual con los regalos, ya bendecidos por el Niño Jesús, a todos los corazones infantiles del mundo. Tiene la virtud sagrada de estar a tiempo, en la hora precisa, en Navidad en cualquier lugar del planeta.

    En Navidad una manada de zorros árticos, cada uno con su brillante color blanco, miran a la luna; aúllan con sus cabezas erguidas apuntando hacia ella. La luna brilla más, se crece sobre el cielo y muestra su amplia sonrisa a todos los humanos y mira a Santa Claus volar alto, bien alto en el cielo con su trineo y renos de nariz roja.  Abajo lo niños cantan villancicos, adoran al Niño Jesús y bendicen la Navidad.

    Para todos en el mundo, niños y adultos:

¡Merry Christmas!

¡Feliz Navidad!

¡Joyeux Noel!

¡Buon Natale!

¡Feliz Natal!

¡Charoúmena Christoúgenna!

¡Frohe weihnachten!

¡S rozhdestvom!

¡Shèngdàn kuàilè!

!Merīkurisumasu!

¡Eid milad saeid!

¡Krismasi njema!