5 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Que no tengan agua ningún día, a ninguna hora, y contar asesinatos de líderes ambientales, ¿no nos duele? 

Claudia Posada

Por Claudia Posada 

Cuando para uno es tan sencillo, tan cotidiano, tan fácil que lo hacemos decenas de veces en un día, como lo es abrir una canilla y dejar que corra un buen chorro de agua, no estamos pensando que disfrutamos de un valioso recurso que se debe cuidar al máximo. “Casi el 40 % de la población mundial sufre de falta de agua y más del 50 % (4 mil 200 millones de personas) carecen de servicios de saneamiento gestionados de forma segura, según cifras de Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef)”, esto se recordó en el conversatorio en Bogotá con Pedro Arrojo, relator especial sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, delegado de la ONU, quien expuso el informe de este año 2022, en cuanto a la gestión y gobernanza del agua en el mundo.  

Detalles y datos que sobre el encuentro dio a conocer Unimedios, el canal informativo de la Universidad Nacional de Colombia, son desalentadores; organizaciones regionales y comunitarias defensoras del derecho al agua en el país, se reunieron para discutir el delicado asunto y la resistencia en torno al mismo. “Se puede vivir sin oro o sin carbón, pero no sin agua”: (Pedro Arrojo). Para iniciar la reunión fue precisamente el profesor Gregorio Mesa, de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), director del Grupo de Investigación en Derechos Colectivos y Ambientales (GIDCA), quien arrancó planteando a modo de introducción, los retos a los que se enfrenta la humanidad, y en particular Colombia, por la gestión y gobernanza del agua. Como complemento a la visita del relator de la ONU, en el panel de expertos se oyeron las voces autorizadas del Comité por la Defensa y la Vida de Buenaventura, de la Organización Sütsuin Jiyeyu Wayuu –o Fuerza y Mujeres Wayuu– y de la Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo (PCDHDD). 

Todas las intervenciones allí, nos ponen a reflexionar sobre las carencias de comunidades en distintos territorios colombianos, que contrastan con la riqueza hídrica de Colombia; tenemos agua en abundancia que va caudalosa por quebradas y ríos justamente no muy lejos de las viviendas de los que tienen que acercarla en vasijas hasta sus rancheríos o esperar el carro repartidor entredías (generalmente de empresas privadas) pues se les niegan sus bondades a través de un acueducto. Comentaba el relator Arrojo que “en informes del año ya se hablaba de la necesidad de que la sociedad hiciera las paces con los ríos, de que debía haber una ingeniería natural que promueva la gobernanza del agua como un bien común y no como una mercancía, situación que se veía, por ejemplo, con que el agua se fuera a negociar en Wall Street”.  

Si fuéramos más dados a mirar el entorno de comodidades nuestras, entenderíamos mejor alunas exigencias que criticamos puestas en boca de miles de colombianos que carecen de los más esenciales servicios, y estaríamos de acuerdo con que el agua es un derecho que hace parte del bien común: “un tesoro de la gobernanza democrática”. 

Se supo a través de Unimedios, que el sociólogo Andreiev Pinzón, del Comité de Buenaventura, comentó lo increíble que parece cómo, un municipio teniendo 9 cuencas hidrográficas por las que fluyen alrededor de 10.000 m3 por segundo de este recurso, la comunidad no tenga agua; allí la gestión gubernamental se enfoca a que el agua forme parte de proyectos para los muelles o los trenes, no para la población. Por su parte Aura Rodríguez, representante de la PCDHDD, nos recordó los problemas más graves asociados con el agua en el país. Y es que a diario una u otra eventualidad da cuenta del escaso reconocimiento y la poca acción en el marco de los derechos asociados al medio ambiente. Aura Rodríguez mencionó el uso del agua en la agroindustria, en productos como la caña de azúcar o las flores; además tocó aspectos como el fracking, las empresas de bebidas azucaradas, la generación de energía y electricidad, y el más cruel, sin embargo, poco dimensionado: el asesinato de líderes sociales.  

Los panelistas expusieron también algunas de las formas de cómo sus comunidades han estado resistiendo y protegiendo el derecho fundamental al agua; un derecho como otros en Colombia, pisoteado. Entre esas iniciativas destacaron: el paro cívico realizado en Buenaventura en 2018, con el que se consiguieron recursos para crear empresas público-comunitarias para la gestión y gobernanza del agua; el diseño de políticas públicas en comunidades de Antioquia y Santander gracias a la Red Nacional de Acueductos Comunitarios; y la Sentencia de la Corte Constitucional de 2016, mediante la cual se reconoce al río Atrato como un sujeto de derechos. 

¿Cómo es posible que haya grupos de ciudadanos, periodistas, medios de comunicación, políticos a sus anchas, que ni se dan por enterados (y si se enteran no les importa) que, en muchos territorios colombianos, alejados del confort, hay zonas que ningún día, a ninguna hora hay agua potable? Incluso para los mismos, contar asesinatos de líderes ambientales, no les duele, ni les impacta siquiera.