5 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Qué está leyendo Gardeazábal: el final de las cosas perdidas 

@eljodario 

  • De Mario Williams, editada por Intermedio. 

Esta tarde en el marco de la Feria del Libro de Cali, que nunca antes había estado tan congestionada y repleta de ideas, decires, libros y mamelucos como lo está hoy, presentaré la novela del abogado Mario Williams, EL FINAL DE LAS COSAS PERDIDAS, que, aunque he leído dos veces y la última con mucho más cuidado crítico que la primera, no deja de asombrarme.  

Estamos en presencia de una manifestación literaria pretérita. Es una novela enciclopédica en pleno 2022. Es una novela tarro de basura, como las querían hacer a comienzos de los años 60 del siglo pasado, donde todo cabía porque, según ellos, y según Williams todavía, la verdadera regeneración de la narrativa está en atiborrar lo que más se pueda para que de cualquier esfuerzo salga otro Ulises de Joyce o revivan Gargantúa y Pantagruel. Como tal, esta novela presenta desde la descripción minuciosa de un viaje a Gorgona, buceo incluido, cuando era isla-cárcel, hasta la dolorosa prisión a que fueron sometidos en las épocas fulgurantes del M-19, Ivan Marino Ospina y Fanny Gómez de Ospina, los padres de dos niños desamparados que acaso ayudó a sobrevivir Bienestar Familiar. Pero eso es poco, porque la novela comienza y se desarrolla en dos terceras partes durante un viaje en carro de una pareja formada al calor de unos tragos, a las diez de la noche, en plena época de guerrillos y traquetos entre Cali y Buenaventura.  

Y durante esas largas horas, o páginas que dura el viaje, Nicolás, que conduce el coche, le dicta a Felicidad, la copiloto, una prolongada cátedra de historia de los derechos humanos a quien el lector espera que seguramente coronará con tremebundo acto sexual en el hotel de la ciudad del mar, como la llama eufemísticamente para no situarla o para perderse más fácilmente en la narración.  

 

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal. 

Pero como lo que sucede no es lo esperado, la novela se mete en la evolución periodística del personaje femenino hasta volverla un personajón de locutora, con un programa como el de Pardo Llada o el padre Hurtado Galviz, para denunciar toda clase de torturas y atropellos contra los derechos humanos, hasta que le ponen una bomba de gran poder, vuelan la emisora y ella se salva para que la brumosa narración tenga, como debe ser en una obra así, un final feliz y no su funeral.