2 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Que desaparezca el analfabetismo y no nuestra lengua, cultura e identidad

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. 

https://paideianueva.blogspot.com/

Septiembre 8 Día Internacional de la Alfabetización – UNESCO.  

Remotos están aquellos años en los que con sólo saber leer y escribir y tener un mínimo de comprensión de las cuatro operaciones aritméticas básicas era suficiente para considerarse alfabetizado, poder salir del estado de “iletrado” y deshacerse del rótulo de “ignorante”, condición que lleva a abierta discriminación, marginación, estigma social, exclusión laboral y a ser considerado ciudadano de baja condición. De hecho, por años en el país y en el resto del mundo era condición para ejercer el derecho al sufragio saber leer, escribir y firmar. Con frecuencia ante variedad de trámites personales o legales el marginado analfabeto firma con su huella digital.   

A mediados del siglo pasado se definía como alfabetizada a la persona que era “capaz de leer con discernimiento y escribir una frase breve y sencilla sobre su vida cotidiana”. Muy poco después, en 1962, se adoptó la definición de persona alfabetizada como aquella que poseía un dominio suficiente de la lectura, la escritura y la aritmética y era capaz de usar sus conocimientos para su propio desarrollo y el de su comunidad. (https://rb.gy/dkvkbo).  

Hay una distinción importante entre el analfabetismo absoluto y el analfabetismo funcional. El analfabeto absoluto es la persona mayor de 15 o más años que no ha aprendido a leer, a escribir y a usar la aritmética básica.  

El analfabetismo funcional se da por desuso ante la carencia de oportunidades para enriquecer el vocabulario, poder seguir leyendo, acceder y entender textos más elaborados, hacer uso de sinónimos y antónimos, expresar una misma idea con precisión usando palabras distintas. Se da este desuso en ambientes sociales marginados, urbanos y rurales, con bajo niveles de escolarización en donde las personas quedan impedidas para hacer uso de esas habilidades intelectuales y sociales tan básicas.  En Colombia el analfabetismo funcional se refiere, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, a las personas que con menos de tres años de educación formal  que, aunque manifiestan saber leer y escribir, tienen dificultades para entender las ideas de los demás y expresar de manera clara las propias (https://n9.cl/t59z). 

En estos tiempos informatizados el analfabetismo funcional se aplica a personas, incluidas aun las que tienen alto nivel de formación educativa, que carecen de las habilidades para hacer uso de una variedad de recursos y medios digitales que se han vuelto no un lujo sino una necesidad para el desempeño social y laboral exitoso. A esta situación se agregan el creciente imperativo de la habilidad para entender textos y comunicarse en una segunda lengua y el descuido que se da desde tiempo atrás en la enseñanza del español desde preescolar hasta la universidad.  

La UNESCO declaró el 8 de septiembre de cada año como el “Día Internacional de la Alfabetización” para recordar a todos la importancia de ella y de la necesidad de intensificar los esfuerzos para superar el analfabetismo. Señala esa organización que: “Más allá de su concepto convencional como conjunto de habilidades de lectura, escritura y cálculo, la alfabetización se entiende hoy día como un medio de identificación, comprensión, interpretación, creación y comunicación en un mundo cada vez más digitalizado, basado en textos, rico en información y en rápida mutación”. (https://rb.gy/xwtf9w).  

La alfabetización está ligada al desarrollo humano, al bienestar, al progreso de las personas, a mejores oportunidades laborales, al desarrollo sostenible, la salud, la alimentación sana, el pleno ejercicio de derechos y deberes ciudadanos, al fortalecimiento de las culturas y a la competitividad de las economías.  

La presencia de personas analfabetas es una indicación de la existencia perturbadora de la exclusión social, económica y laboral. No extraña afirmar que el analfabetismo está asociado intensamente a las distintas clases de pobreza, tanto a la monetaria (ingresos necesarios para acceder a una canasta de bienes para cubrir las necesidades básicas) como a la multidimensional (los hogares con privaciones en dimensiones básicas necesarias para el desarrollo de cada persona: condiciones educativas del hogar, condiciones de la niñez y juventud, trabajo, salud, y servicios públicos domiciliarios y vivienda). (https://rb.gy/yo0lag).  

Se estima que en 2020 hay 670 millones de analfabetas en el mundo. Para darnos cuenta de la magnitud del problema esa cifra equivale a tener la totalidad de la población de América Latina y el Caribe como analfabetas. En esta región son 36 millones de personas analfabetas, lo que equivale a algo más de la población total del Perú.   (https://rb.gy/pwgtyh).  En Nicaragua y Guatemala la tasa de analfabetismo alcanza el 18% y en Haití el 28%. Por su parte, Argentina, Colombia, Cuba y Uruguay tienen el 98% o más de su población alfabetizada sin diferencia perceptible entre hombres y mujeres. (https://rb.gy/uuibqp).   Se ha dicho que América Latina es un continente de analfabetos funcionales ya que se estima que el 60% de sus adultos lo son, lo cual indica que si bien saben leer no entienden lo que leen y tampoco lo que escuchan. (https://rb.gy/mbax8o). No pueden leer medios y entender la complejidad de las noticias diarias en televisión y en otros medios impresos o digitales.   

Este crucial asunto no es sólo propio de nuestros países. Se ha destacado que al menos el 70% de los italianos son analfabetas funcionales con un nivel mínimo de comprensión en la lectura o en la escucha de un texto de mediana dificultad. Un 55% de la población es analfabeta estructural con la incapacidad de descifrar letras o cifras, situación que se agrava allá, y en todas partes, con los requerimientos de  la economía del siglo XXI y con la dificultad de  enfrentar el feroz desarrollo tecnológico. Estas cifras han permitido llegar a la afirmación de que el italiano como idioma está en riesgo de desaparecer. (https://rb.gy/c20o6o). En España se afirma de los alumnos que finalizan la educación secundaria obligatoria son analfabetos funcionales por la incapacidad de realizar cálculos matemáticos básicos y de entender anuncios y carteles informativos (https://rb.gy/p02ttf).   

La plena alfabetización se refiere a recursos yoicos para poder mantener una formación continua a lo largo de la vida, poder recrearse, participar en la vida social, expresar y recibir afecto, escribir o disfrutar obras literarias, desarrollar la inteligencia, el pensamiento crítico, entender problemas e intervenir para la formulación individual o colectiva de posibles soluciones. Leer y escribir en la propia lengua también habilita para solidificar la identidad cultural y la riqueza que da la diversidad de lenguas en el planeta.  En la sociedad informatizada la plena alfabetización permite a las personas ser productores y diseminadores de contenidos, participar con eficacia en foros virtuales y videoconferencias, hacer uso de la ciudadanía en línea, ejercer una variedad de derechos, acrecentar la solidaridad global y poseer juicio crítico frente a la información que circula en las redes sociales y por la amplia variedad de medios disponibles hoy.  

Compete a todos contribuir a la eliminación de cualquier forma de analfabetismo para construir una sociedad igualitaria y democrática, para que no desaparezca nuestra lengua, nuestra cultura y nuestra identidad.   

Es preciso fomentar el aprendizaje del español, no como una asignatura más, sino articulado a procesos creativos mediante el desarrollo de habilidades comunicativas en proyectos que integren distintas áreas de formación.  Leer obras literarias, ensayos de diversa índole, libros impresos o digitales de artes, tecnologías, ciencias naturales y sociales, manuales, páginas web, así como la participación en foros o debates presenciales o virtuales son, entre otras opciones, maneras de enriquecer el vocabulario, fomentar la apreciación de la valía de nuestra lengua, leer y aplicar en diversos contextos el conocimiento, ganar en la solidez de la comprensión y, a la vez, escribir con fluidez para una comunicación precisa, asertiva y efectiva.