6 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Nueva oración por García Márquez

Por Oscar Domínguez G. 

Señor, muy agradecido por el detalle de fina coquetería de regalarnos a Gabriel García Márquez, Gabito, para su entorno. Como diría Job, tú nos lo diste, tú nos lo quitaste.

Siempre que le daba una inocente gripa, en Macondo había fiebre a cuarenta por el Nobel. Brotaban gabólogos y gabólatras hasta debajo de los ceniceros. Con su partida, quedamos sin norte, sur, oriente, ni occidente.

Ahora que ha partido, medio país resultó amigo, pariente o cómplice suyo. Perdónanos, Señor, no sabemos lo que hacemos. Si hasta el presidente Santos armó paseo en avión para México dizque para asistir al homenaje póstumo…

Tú que te las sabes todas y hasta bailas trompos en l’uña, sabes bien que un  premio Nobel  no es producto de una mojada acalorado. Es fruto de todos los segundos dedicados al oficio de creador que inventaste.

El fabulista de Macondo trabajó con unos niveles de exigencia tales que era forzoso verlo trascender. Por algo fue Nobel en literatura y en periodismo.

Leer a don Gabriel seguirá siendo lo más parecido a la felicidad. Uno lo lee y se vuelve un mejor sujeto. Te lo recomiendo para que te desestreses de esa eternidad pasando rico que te tocó en reparto. Empieza por “El coronel no tiene quién le escriba” donde el narrador dice a través del coronel: “Dios es mi copartidario”. Si del  violín se dice que es toda la orquesta, del libro del coronel digamos que es todo García Márquez.

Claro que Gabo era agnóstico según le oí decir a su biógrafo mayor, Dasso Saldívar, autor del espléndido y muchas veces reeditado “Viaje a la semilla”. Pero caminando rápido no se nota su agnosticismo. Además, tú trabajas para todos. No discriminas. Eres incluyente como dicen los socialbacanos.

Pese a su ateísmo gracias a Dios, para evitarse una “plomonía” en su tierra, el caribe se casó por lo católico con Mercedes. Le pidió a su amigo el cura guerrillero Camilo Torres que bautizara a Rodrigo, su primogénito.

El que peca y reza empata. Camilo pidió que se arrodillaran  quienes creyeran que al  momento del bautizo el Espíritu Santo bajaba sobre el bebé Rodrigo. Todos, incluido Plinio Apuleyo Mendoza, su padrino,  se quedaron de pie.

Si nos va bien y nos das una mano, Colombia podría ser el único país que tenga Nobel y Óscar al mejor director de cine. Su hijo Rodrigo dio un primer paso en esa vía: dirigió  a la actriz Glenn Close nominada a  mejor actriz por su papel en la película “Albert Nobbs”. Recomendada.

Como murió en Semana Santa, déjame decirte, como las hermanas de Lázaro: Señor, si hubieras estado en México no se habría ido el hijo del telegrafista y de doña Luisa Santiaga.

Ahora, muy entre nos, Señor, va otra intriguita: Ya que mantuviste la decisión de privarnos de Don Gabriel ¿por qué no te tiras una buena parada conmigo y me endosas sus musas?

No hay necesidad de que me las dejes por siempre.  Sería tan traumático como si los amores platónicos me pararan bolas. No tendría  con qué responder.

Ser Gabo por unos momentos nada más, sería tan exótico como tener por unos minutos los  millones y millones de dólares de Bill Gates. Es apenas una fantasía como esas que proponen los expertos en artes kamasútricas. Escribo un párrafo a lo Gabo y regreso a la prosa que me diste para levantar pa los garbanzos.

Y como no tengo a quién darle el pésame por la muerte de Don Gabo, te lo doy a ti… aunque sé que lo tendrás ahí no más a tu acaparadora diestra.

Señor, mejor no le quito más tiempo a tu eterna juventud.