26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Los líderes políticos saben oír, los demás apenas son políticos

Por Claudia Posada (foto)

“Tengo una convicción, franca y sincera: que los partidos son convenientes, que son importantes para el porvenir de la patria misma; y por eso les digo que al partido liberal hay que darle una espera (…) el partido liberal resucitará…”. Cuando la certidumbre, en cualquier ámbito de la vida, nace de una doctrina que se ha convertido en estilo de vida, no hay cabida a las indecisiones. Así se vio al protagonista de la publicación presentada en Medellín, este 11 de octubre, bajo el título Bernardo Guerra Serna “El socio”;  un acto al que asistieron, aparte de su familia, sus seguidores de toda la vida militantes fieles, también políticos que alguna vez fueron liberales, algunos  pocos que siguen siéndolo,  e importantes conservadores que ya no siguen idearios sino liderazgos particulares, aquellos  que en buena parte destiñeron colores partidistas hasta el punto que, posiblemente, pasen a la historia como aniquiladores de  ideologías para orientar corrientes democráticas, imponiendo posiciones personales que en todo caso arrastran  masas fervientes.

Bernardo Guerra Serna, quien actuara en la vida pública como concejal, diputado y congresista; que además fuera alcalde de Medellín y gobernador de Antioquia, reconocido y aclamado líder regional propagador del ideario liberal, trascendió a las esferas nacionales de la vida política precisamente por aquella  vehemencia que desplegaba en escenarios abiertos y recintos cerrados, sentando posiciones con argumentos sólidos y convincentes en el marco de unos postulados que para él primaron, así que con respeto,  acataba  la pluralidad ideológica vista como un derecho en el que no tenía cabida el insulto o las discrepancias ofensivas. Gran diferencia con la realidad del ahora, cuyas características de las llamadas posturas ideológicas, más parecen arengas de barras bravas.

El hijo menor de Guerra Serna, Andrés Guerra Hoyos, fungió de anfitrión en el lanzamiento de la publicación que narra hechos políticos y vivencias familiares; todos sus hermanos, invitados a intervenir espontáneamente, se dirigieron de manera breve a los asistentes para referimos lo más esencial de sus respectivas vivencias en el seno de la familia.  La intervención del hoy candidato a la Gobernación de Antioquia, la entendimos como una especie de respiro profundo en el camino que inició hace varios años en busca de conducir administrativa y políticamente a los antioqueños desde su propia visión.

Andrés Guerra Hoyos, se lo dijo su papá esa noche, desafía una confrontación difícil. Para quienes lo vimos esa noche emocionado hasta las lágrimas, tan humano es todas las dimensiones del ser político, nos merece destacar algo muy particular que da para reflexionar; él en algún momento dijo: “Soy muy respetuoso de las jerarquías”. Tal vez retomaba, como muchas veces en sus discursos, el lenguaje cotidiano del fútbol aunque “jerarquía” en ese deporte puede significar algo así como el empoderamiento de un equipo con ímpetu ganador parado en la cancha con inspiración triunfadora; Andrés Guerra -y eso es lo que hace falta en una sociedad pobre en valores como la nuestra- acentuaba la frase que aquí rescatamos, como un principio que lo acompaña en el hogar, al igual que en las esferas de poder y decisión, y en su actividad proselitista.

Del acto al que asistimos por invitación de la única hija mujer de “el socio”, la colega Fanny Patricia Guerra Gómez, dos trazas me tintinean y ponen a reflexionar, esta: “Soy muy respetuoso de las jerarquías”, la que al analizarla nos  traslada al porqué de la crisis moral en el mundo de hoy, y nos lleva a pensar que, al perderse ese acatamiento irrestricto a quienes orientan conforme a la correcta escala de valores, se desató el caos en las familias y la sociedad. Por otra parte, observando al señor Guerra Serna durante el acto del viernes 11 de octubre en el Club Unión, su rostro circunspecto de mirada tan fija en cada uno de quienes intervinieron -fueran sus hijos, un amigo copartidario, o se tratara del político contradictor desde lo partidista-  como no queriendo perderse ninguna de las  palabras pronunciadas, pareciendo que para el liberal protagonista del libro, en aquel salón solamente estuvieran él y quien a él se dirigía; es esta la imagen que  nos lleva a pensar cómo son de distintos los políticos de ahora: No miran con atención a quien les habla -a no ser que sea el patrocinador de sus sueños por el poder- se distraen de la concentración que deben al menos aparentar, si es que no sienten que cada quien goza de la jerarquía que le da su particular entorno, trátese del contertulio, algún quejoso comunitario, o del simpatizante recién llegado a la causa; así que vamos comprendiendo porqué los líderes lo son,  los demás no tenemos con qué alcanzarlos.

¡Qué tremenda diferencia entre el líder político, que requiere toda sociedad, y el político que nunca lo alcanzará!