5 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La viralidad ha reemplazado a la verdad

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. 

https://paideianueva.blogspot.com/

Una especie muy infecciosa y dañina de «virus mental» se está apoderando de las redes sociales e infectando a muchos indefensos, incautos y desprevenidos. Este virus afecta la salud psicológica, la sana convivencia social y perturba los beneficios importantes que puede tener el uso adecuado de las redes sociales. Dentro de estas existen dispensadores a granel de esa nueva clase de virus. Muchos de esos repartidores del «virus mental» son, para que todos podamos recordar, mensajes construidos y circulados, no por personas, sino por robots («bots») informáticos.   

Con creciente intensidad se ha crecido el empleo de la «viralidad» entre los cibernavegantes, para referirse a información que se desea ser compartida o que debe ser accedida por muchos. Con fuerte influencia de la red Twitter (ahora X), tal «viralidad» se ha vuelto una práctica con muchos adeptos, convertidos en predicadores de la falsedad, de la distorsión deliberada, del engaño y hasta de la nimiedad incontrolada.  

La humanidad hace esfuerzos científicos para combatir o acabar con los virus, lo cual ocurre con intención parecida en el campo de la informática. Pero, están los predicadores activos que con la invitación para «hacer viral» cierta información, facilitan la propagación de cualquier asunto que se les antoje, con frecuencia sin consideración de la intención de quienes han originado la comunicación, ni de los efectos perturbadores o dañinos que puedan tener en los demás, potenciales víctimas, abusadas en su inocencia. Es una nueva variedad de virus informático, tan o más peligroso que los virus originales, en la medida en que atentan, entre otros asuntos, contra los criterios de la verdad sabida y comprobada.  

Se debe reconocer que los mensajes que instigan a la viralidad con reconocidas frases como: «Esto es importante, hágalo viral», «Volvámoslo viral», o la muy frecuente invitación a leer algo y a diseminarlo como virus con la supuesta validación de certeza porque ha sido visto miles de veces, o porque supuestamente ha tenido o ha tenido millones de reproducciones y otros tantos de «likes» («Me gusta»), conteo del que nadie puede dar fe. Parte de la trampa de quienes desean viralizar una información es que tales conteos son, con extrema frecuencia, falsos, creados por quienes tienen interés en convertir en un «virus mental», una determinada pieza de información. «Volvámoslo viral», para muchos, se ha convertido en un mandato y en una reacción refleja y automática que debe cumplirse. 

Se cae en la trampa cuando, a partir del supuesto número reproducciones o de millones «likes», se actúa frente a lo que es preciso creer, saber, decidir o hacer, de manera automática, sin el proceso consciente y mesurado de la búsqueda sustentada de evidencias para valorar hechos y circunstancias. Una trampa que llega a representar, para muchos, el camino más fácil para comprender el mundo, apoyados en las distorsiones que introducen aquellos que, con los «bots», invitan, con sus malévolas intenciones, a la virilidad digital. Así, muchos son ahora secuestrados en sus percepciones y sentimientos, expresando con frecuencia furia tóxica que no les es propia, sino que, con los virus que atrapan a los ingenuos, infectan mentes, voluntades y la percepción fidedigna de la realidad. En muchos casos, con el «virus mental» (o «virus atrapa inocentes») se pretende que otros compartan la toxicidad o amplíen, ad infinitum, la exacerbación de pensamientos o sentimientos. 

Existen las «Granjas de likes», poderosas empresas generando pingües ganancias, en las que por unos cuantos dólares o euros se pueden comprar los «likes», de clics, reproducciones o número de seguidores que se deseen. Con muy poca inversión, se engaña a millones en el mundo. Invito al lector a que vean en el siguiente enlace ejemplos de esas «granjas» con 10.000 o más celulares activos generando los engaños: https://tinyurl.com/5y2wtet5.  

Se ha creado un nuevo modo de conocer. No es la ciencia, ni los diversos métodos validados en variadas disciplinas; no es la autoridad basada en años de experiencia y en estudios concienzudos, ni las palabras sabias e ilustradas de los sabios, ni de los maestros con sus cultivados conocimientos, sino que, en el esfuerzo por engañar y distorsionar la realidad, se busca crear y criar adeptos, afiliar pensamientos y sentimientos contra personas, instituciones o contra verdades fundadas. Con alta frecuencia, hechos objetivos probados se distorsionan de manera deliberada.  

Se está infectando la voluntad de saber bien, del saber fidedigno, oscureciendo la muy necesaria autonomía cognitiva y revocando el pensamiento crítico, sistemático y divergente. Se velan entendimientos y se navega en las corrientes de designios que otros están definiendo para los demás.  Como pavesas al viento, muchos incautos, crédulos de buena fe, pero sin fundamentos, se dejan arrastrar por el virus creado por otros y que, como mensajes, a tantos y tantos incautos, se arropa y viene empacado y circulado por los rieles de la viralidad. Con los descuidos frente a la estrategia del «virus mental», se ha aceptado que, como a los caballos, se usen anteojeras para que todos sólo puedan mirar en una dirección, la que marca el promotor del engaño. 

Así, no se da un aprendizaje activo bajo el control, como debe ser, de cada persona, sino que se renuncia al poder de la inteligencia y al ordenamiento de los distintos procesos cognitivos de alto nivel que tenemos los humanos para que, por un camino fácil, ser secuestrados y encadenados en el proceso de comprender el mundo en sus diversas manifestaciones y en el control personal de nuestros procesos de aprendizaje. Ausencia de control que lleva a la comprensión distorsionada del mundo, con personas presas de un conjunto de sentimientos que no son los propios, abducidos e infectados por aquellos que han invitado a la viralidad. Las redes sociales son usadas por 3000 millones de personas en el mundo, lo cual significa que el «virus mental», que atrapa a inocentes y descuidados, es diseminado con la altísima velocidad de las redes informáticas; por lo que, con el mismo, se puede infectar, en sólo unos cuantos segundos, cual pandemia global, a un tercio de la humanidad.  

Muchos aceptan el papel de retransmisor del «virus mental»; reenviando sin verificar «fake news» y «deepfakes», algunos bajo la presunción de verdad, cuando en realidad esconden alguna trampa de autor desconocido u oculto. Pueden, a veces, ser comunicaciones caricaturescas, de muy mal gusto; y el mal gusto se convierte también viral y en una forma de mal educar en la comprensión del mundo y en la expresión libre y sana de sentimientos. La urbanidad, el civismo, las buenas maneras, el respeto al otro, la aceptación de las diferencias, dan paso a la difamación, la calumnia, la maledicencia, la denigración incontrolada, y cabrían muchos más sustantivos de este jaez.  

A este obtuso mundo quedan sometidos niños y jóvenes en las escuelas, como inmersos en el extraño mundo del subuso, donde la verdad revelada, en medio de confusión angustiante, la definen los falsos «likes» y los falsos seguidores. 

Es preciso recordar que el más del 70% del tráfico en Internet los realizan «bots», no los humanos, aunque actúan y nos convencen como si fuesen tales.  Del mismo modo, la mayor parte de las interacciones que se tienen en las redes sociales son con «bots», pero se tiene la convicción de que se interactúa con otros humanos.  De igual forma, el número de «likes», de reproducciones, de visitas, de seguidores y de reacciones, son casi siempre falsos, se compran en la Web, como se señaló arriba, un ejemplo está en https://kenji.ai/.  

La recomendación es para no intentar hacer algo viral si no se ha comprobado la veracidad de lo anunciado o escrito. Recuerde que en su inmensa mayoría lo que se desea hacer viral ha sido escrito por un robot, que invita a que su respuesta, como si fuese otro robot, sea automática. 

Otra regla es desconfiar siempre de mensajes que se anuncian con miles o millones de accesos, de «likes», de número de seguidores y similares. La cuantía de ellos no es un criterio de veracidad y son, en su inmensa mayoría, falsos, inflados por «bots» para engañar a millones incautos. Hay que recordar también que en este mismo minuto hay «granjas de likes» y de información falsa construyendo los engaños que a continuación circularán por las redes sociales (https://tinyurl.com/4kf662vh).