Por Enrique E. Batista J., Ph. D. (foto)
En la escuela común y corriente no hay espacio para la innovación y la creatividad, más bien se prohíbe en lugar de estimularlas. Bien ha sido dicho y reconocido que una educación con calidad y pertinencia para la formación en la ciudadanía global y los trabajos del futuro previsible requiere de decisiones de políticas educativas estatales y acciones pedagógicas visibles e intensas que promuevan en los alumnos el pensamiento crítico, la creatividad y la innovación.
En la tan imperante pedagogía tradicional la creatividad y el pensamiento divergente son acallados, bajo el falso supuesto de que los estudiantes dañan el orden de la clase dictada y copiada. Se apoyan esas acciones restrictivas de la autonomía y del derecho a aprender y crear libremente en creencias infundadas sobre la naturaleza de la escuela misma, sobre cómo aprendemos y de las leyes que rigen el aprendizaje humano. Hoy se disciplinan estudiantes hacia el conformismo, la repetición y se bloquean las posibilidades de creación que tiene cada uno en los más diversos campos de la actividad humana. (https://goo.gl/kXsNiy; https://goo.gl/Ys8HvZ).
Es claro que la creatividad, el pensamiento crítico y la innovación se pueden y deben promover en las escuelas y también en la educación superior. A continuación, se presentan algunas opciones:
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