26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Escalona diez años después

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. (foto)

https://paideianueva.blogspot.com/

Y alguna persona dirá que el pobre Escalona murió ya – R. Escalona

Mi compadre Rafael Escalona se murió de tanto morirse.

Sorprende no sólo la fuerza narrativa costumbrista y lírica de las canciones sino la fortaleza del corazón de quien se llamó “el hombre de la mala suerte”.

Empezó a componer canciones desde la tierna edad de 15 años. Como estudiante de bachillerato en un liceo en Santa Marta empezó a morirse de hambre por la mala comida que recibía en el internado. Lo cantó en un paseo que título “El Hambre del Liceo”:

¿Qué tiene Escalona?, ¿qué tiene ese muchacho?
dicen las personas cuando lo ven tan flaco,
pero es que no saben el hambre que se pasa
cuando un vallenato se sale de su casa  

Cuando un amigo me dice voy pa´ el Valle

yo escribo a mi casa y no más pongo en el papel:

Que me manden de comer

que a mí me está matando el hambre.

Todavía no había empezado a morirse de amor. Pero pronto sí y por siempre. Así, en otro paseo, en “El Testamento” Escalona, el tan joven estudiante de colegio, escribió precisamente su testamento dirigido a quien mucho la había hecho sufrir.

 

Ese orgullo que tú tienes no es muy bueno,

seguro que más tarde te vas a arrepentir.

Yo solo he querido dejarte un recuerdo

porque en Santa Marta me puedo morir.

Y entonces me tienes que llorar,

y de ñapa me tienes que rezar.

Y claro, te tienes que poner

traje negro, aunque no gustes de él.

Entonces, te vas a arrepentir

de lo mucho que me hiciste sufrir.

Y empezaron sus males del corazón referido en el merengue “La Molinera

Te fuiste para el molino, y yo me vine para el Valle
pero me dejaste herido, y ahora tienes que curarme,
porque yo tengo un dolor, dentro de mi corazón
porque un corazón herido, de curarse es con cariño.

Y en mi mitad de su enamoramiento en otro paseo que tituló “La Creciente del César” murió ahogado porque buscándola a ella se tiró al rio Cesar que, bajo tormentosa lluvia, como la de su torrentosa pulsión amorosa, estaba crecido:

 

Yo vi al rio Cesar traé

en su corriente a un ahogao,
que se ahogó porque iba a vé

a su novia al otro lao’.


Como el hombre iba boyao

el doctor Maye exclamó:
¡Escalona, ese se ahogó

 por andar de enamorao!
Y  solo un hombre atrevió

se tira al Cesar crecío,

cuando ese hombre se ha tirao

es que estaba enamorao.

 

Sin abrigar ninguna esperanza, siempre dijo que moriría del corazón. Lo atestigua una bella y dulce mujer llamada Esperanza. En un son con el nombre de ella predice que de este mundo se lo llevará el corazón. Cantó:

 

Vi que pasó una mariposa blanca
se ha posado en un ramo de claveles.
Yo pensé que era esperanza,
pero la esperanza es verde.

Si a Esperanza le dieron razón
que allá en el Valle ha muerto una persona.
No duden que fue Escalona
que murió del corazón.

Corazón en el que fue acumulando hondas heridas, sobre las cuales siguió componiendo sus magistrales canciones tanto narrativas – costumbristas como líricas. En una de sus más bellas composiciones, “Honda Herida”, en ritmo de merengue, siguió muriéndose del corazón:

 

Ay, ay, ay, ay ¡me estoy muriendo!
Ay, ay, ay,ay, ¡tengo un dolor!
Como tú sabes que te quiero
por eso te vales de ocasión.

Solamente me queda el recuerdo de tu voz
como el ave que canta en la selva y no se ve.
Con ese recuerdo vivo yo,
con ese recuerdo moriré.

Con tanto dolor y con algunas aprovechándose de la ocasión, no podía menos que considerarse un hombre de mala suerte, tal como lo expresó en un canto en ritmo de paseo titulado precisamente así: “Mala Suerte”.

 

Díganle a Chema Maestre
también a Arturo Molina
que yo me voy pala Guajira
porque aquí tengo mala suerte.

Y si no puedo volver,
porque en la Guajira muero,
¡ay! sólo quedará el recuerdo
de aquel amigo que se fue.

Yo sé que me recordarán
cuando vayan a parrandear
y alguna persona dirá que
el pobre Escalona murió ya. 

Y al pobre Escalona no podían valerle siquiera los remedios caseros o de tiendas de poblados. Por ejemplo, ¿un Mejoral?, no. Para los males de amor, para el gran dolor que en el corazón ellas le causaban no valía, no lo curaban. El amor sincero que él manifestaba podía causar su muerte. De eso siempre estuvo convencido. En su paseo “El Mejoral” cantó la desilusión con tales remedios:

 

Yo pensé que un Mejoral

podría curar me este gran dolor.

Pero qué me iba a curar

si es una pena de amor.

A pesar de que te quiero

estoy bien convencido de mi mala suerte,
yo sé que un amor sincero,
puede causar la muerte

El amor frustrado causa honda herida, el corazón con cariño entregado y que es maltratado por la indolente dama, sangra, sangra, causa dolor, pero ese corazón que bien ama y está adolorido insiste y persiste, aunque sea con el alma herida por la indiferencia o el rechazo, porque el amor no muere. Aunque el cantor quiera decir otra cosa, permanece ahí, no se malgasta, es sólo una oportunidad ida pero imposible de olvidar. En el que ha sido calificado como uno de sus más bellos cantos, el paseo “La Historia” anotó adolorido, con corazón sangrante, su imposibilidad de olvidar a esa mujer que le hizo tanto tiempo padecer:

 

Es una historia que, es una historia que

me duele referir porque es muy sentimental

todo mi corazón se lo entregué

y ella se complació en tratarlo mal.

Si el corazón se viera, si el corazón se viera

ella pudiera ver como lo tengo yo.

Me pediría llorando que le diera

por toda su maldad el perdón de Dios.

Porque un amor que sangra no se olvida,

sólo deja en el alma una honda herida.

Yo no puedo olvidar a esa mujer

que me hizo tanto tiempo padecer.

Yo no puedo olvidar aquel amor

que me dejó sangrando el corazón.

Yo no puedo negar, yo no puedo negar

que con mucho dolor recuerdo a esa mujer,

nunca podré olvidar aquel amor

que me hizo tanto tiempo padecer….

Honda herida que ningún hombre es capaz de resistir por la pena que lo atormenta. Rondando por el mundo, cual pirata en las murallas de Cartagena, encuentra refugio en su compadre el pintor Jaime Molina a quien le pide que pinte su corazón sangrando para que ella viera cómo es que sangra su herida y para que al fin Mercedes se condoliera de sus sufrimientos. Lo cantó así en el paseo “El Pirata del Loperena”:

 

No te extrañe que me encuentre retirado

y no camine por el barrio Loperena

te juro que vivo como el pirata rondando

las murallas e´ Cartagena.

Garantizo que ningún hombre resiste

esta gran pena que me viene atormentando.

Por eso le voy a pedí a Molina que pinte

este corazón sangrando.

Para ver si te condueles

de este corazón Mercedes.

Para ver si te entristece

este corazón mi Meche.

Porque si quieres una prueba de amor

nadie te la da mejor.

Pa´ que veas cómo es que sangra una herida

te la va a pintá Molina.

Por eso y mucho más, Escalona no podía seguir derramando lágrimas, sufriendo y vagando por la vida, sin rumbo ni destino conocido como cualquier golondrina, añorando, para no sufrir más, la paz de las estrellas, allá en donde está el reino de Dios, ahí donde por fin podría encontrar paz y consuelo. A ritmo de paseo cantó en “La Golondrina”:

 

Muchas lágrimas salieron

cuando yo le dije así:
Me duele porque te quiero

¡ombe!, pero yo me voy de aquí.
Porque como aquí no puedo estar

iré vagando por la vida

como la errante golondrina

que nadie sabe a dónde va,
a dónde va a dónde va…

Arriba de las estrellas

donde está el reino de Dios
allá quisiera estar yo

¡ay! para no sufrir por ella.

Caminando por la tierra

o navegando en el mar
quizá llegaré a encontrar

algún lugar donde no haya pena.

 

¡Ay caramba!, se preguntó: ¿Para qué tendría que llegar una brasilera en avión a Valledupar para meterse en su alma enamorada? Esa brasilera lo dejó desesperado como un loco llorando por su amor, amor aún más tormentoso que las mismas aguas del Amazonas. Y, claro, el amor no tiene fronteras. Así bien lo dijo en el merengue “La Brasilera”:

 

Se perdió en las nubes el avión

sobre el cielo e’ Valledupar

me dejó llorando su amor.

Mañana la voy a buscar,

pero si no me quiere mirar

cojo mi camino y me voy.

En las aguas del Orinoco,
y en las aguas del Amazonas
te dirán que andaba Escalona
más desesperado que un loco


pues mi amor es más tormentoso
que las aguas del Amazonas.

Yo tengo una pena en el alma,
yo tengo un profundo dolor
como en la novela «Canaima»
era una aventura de amor
que a ella no le ha costado nada
y a mí me costó el corazón.

Y se moriría también el Maestro Escalona por culpa de una rubia cañaguatera, dispuesta ella a acabar con él que la buscaba en todas partes, intentando en su desespero encontrar alivio para sus males y poniendo testigos de quién sería la culpable de su muerte. Leemos en otro merengue, en “La Mona del Cañaguate”:

 

Es una mona del Cañaguate

que se ha propuesto acabar conmigo

porque hacen dos años vivo

buscándola en todas partes.

Mi compadre Pablo Galindo

ese si sabe por quién yo me muero,

porque yo la vivo viendo

y ella no se ve conmigo.

 

Yo les vengo a contar la historia

porque es que me gusta salir a la calle

buscando un alivio Mona

para que se calmen mis males.

No sé cómo un hombre resiste

de sufrí tanto pa´ mori.r

Ella tiene los ojos tristes

y es lo que más me gusta a mí.

Mucha pena debe de darte

si por culpa de tu persona

cuando digan que Escalona

se murió en el cañaguate.

Cañaguatera de ojos triste y antioqueña de ojos verdes. A ésta última le pide que recuerde las razones para estar muy triste, le regala un ramo de flores y también su corazón, esta vez triste pero no sangrando. A la antioqueña “María Tere”, en ritmo de paseo le cantó:

Ay Maria Tere, Maria Tere

antioqueñita de ojos verdes
sólo pido que me recuerdes

mi Maria Tere, mi Maria Tere.

Oye Maria Tere, oye Maria Tere

 yo tengo razones parar estar muy triste

el recuerdo de tus ojos verdes

 y aquellas cosas que me dijiste.


Quisiera escribirte, pero dime dónde

porque quiero darte pruebas de mi amor.

Ya te mandé un ramo de flores

y sobre las flores mi corazón.

En ritmo de paseo (que sería un son como se dice en un par de versos) compuso la canción “Jaime Molina”. Allí cantó:

 

Recuerdo que Jaime Molina
cuando estaba borracho ponía esta condición:
Que, si yo moría primero

él me hacía un retrato
y si él se moría primero,

yo le sacaba un son…


Ahora prefiero de esa condición
que él me hiciera el retrato

y yo sacarle el son.

Ahora me duele que se haya ido
yo quedé sin Jaime

 y él sin Rafael.

Se murió primero Jaime Molina. El Maestro Escalona compuso el son, siguió vagando por la vida como errante golondrina y regando por la faz de la tierra sus bellos cantos vallenatos. Recuerdo que en su lecho de enfermo poco antes de morir me dijo “compadre ya voy a ir a unirme allá arriba a Jaime Molina”; a lo que agregué yo “y también a Consuelo y a la Vieja Sara”. Ante mi ocurrencia sonrió y agregó “eso es verdad compadre”.

Años antes al Maestro Escalona cuando se le indagó sobre de qué murió Jaime Molina su respuesta fue breve, tajante y clara: “Sólo pudo ser del corazón.” Los dos, él y Jaime, no podían morir por causa distinta.  Ahora los dos gozan de la compañía del misericordioso Creador. Allá cerca de las estrellas, donde está el reino de Dios, su corazón herido y adolorido ya tiene cura y goza de paz celestial.

En un paseo que titulé “Escalona ha muerto ya”, cantado por la vallenatóloga Marina Quintero, siguiendo las líneas de sus composiciones escribí:

Si a Catalina le dieron la razón

que ya murió el mejor compositor

¡qué vaina compa! como lo presagió,

siempre lo dijo que moría del corazón.

Y siguiendo su deseo en vida cantado a Dina Luz, su ¡Arco Iris”, agregué a mi canto:

Vamos con Paula y Dina Luz,

las más bonitas de Villanueva,

le rezaremos ante su cruz

le llevaremos las flores nuevas.

Su alma de cristiano no penará por falta de una oración, pedido que había hecho él. Seguiremos llenándolo de oración por su santa alma y por la gracia de habernos dado tanta y tan bellas canciones.

El Maestro Rafael Calixto Escalona Martínez, como buen Maestro es inmortal, como lo serán todos sus cantos recorridos de los más humanos sentimientos en el estilo inigualable e inmarcesible que él creó.

Y alguna persona dirá que
el pobre Escalona murió ya.