6 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

En qué pararán estas misas

Carlos Alberto Ospina

Por Carlos Alberto Ospina M.

¡Basta ya! Señor Gustavo Petro de tratar a los ciudadanos como alimento de buitres poniendo cebos y trampas. Usted no es el dueño de la patria ni de la verdad indubitable; al contrario, su lengua maldiciente ha empobrecido el mínimo principio de acuerdo a partir de fomentar el odio de clases, ignorar las advertencias legales, destruir la confianza inversionista y condicionar la libertad de expresión a los preceptos antidemocráticos. Con la misma intención, ha desmovilizado a la fuerza pública para favores las economías ilegales, el accionar de la guerrilla y los demás actores de la violencia que transitan a sus anchas por varios municipios del país. 

En qué pararán estas misas de permitir la insolente presencia y el adoctrinamiento a los niños por parte de las organizaciones armadas que andan como duendes recorriendo plazas y escuelas. El presidente de algo más de 11.260.000 electores y su séquito de borregos corruptos echan abajo las bases del Estado social derecho. Aquí hay mucho diablo que clasifica esas incursiones de escándalo pasivo bajo el amparo de un falso cese al fuego bilateral con el fin de fortalecer el control territorial, las finanzas y la capacidad bélica de los delincuentes. Ellos, en el aspecto táctico, se muestran dispuestos a sentarse en la mesa de negociación a la par que toman el control de las ciudades y los campos, reclutando simpatizantes y atiborrando toneladas de billetes producto de la serie de delitos sin recibir la aplicación de la justicia de manera estricta.

Hoy, en debida forma, existen las pruebas fácticas para asegurar que, Gustavo Francisco Petro Urrego, pierde de vista los fundamentos constitucionales,puesto que solo distingue lo que sirve a sus cuestionados propósitos. “ARTICULO 44. Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y amor, la educación y la cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión. Serán protegidos contra toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos. Gozarán también de los demás derechos consagrados en la Constitución, en las leyes y en los tratados internacionales ratificados por Colombia. La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos. Cualquier persona puede exigir de la autoridad competente su cumplimiento y la sanción de los infractores.” (Sic – Título II. De los derechos, las garantías y los deberes capítulo II. De los derechos sociales, económicos y culturales. Constitución Política Colombiana). 

A la luz de los hechos, el actual gobierno no ha defendido el mandato vigente ni garantizado la protección de los derechos fundamentales de los niños contra la agresión física, psicológica y moral. Tampoco, los resguarda enfrente de la manipulación ideológica, el reclutamiento forzado y el riesgo de explotación sexual; entre otras operaciones en perjuicio de los infantes. ¿Dónde queda la prevalencia y restitución de los derechos de los menores? Lo que sucede en los municipios de Yarumal, Campamento y San Pedro de Los Milagros es una prueba de indicios de la vil instrumentación de los chiquillos. 

El presente desorden de las cosas e ideas revela a un Estado débil, pusilánime, aturdido y encubridor que considera a los habitantes como súbditos. Así mismo, a los recursos públicos a modo de propiedad personal con el objeto de girar cheques en blanco y manejar el erario a su amaño. A la inversa, Gustavo Petro, es “nuestro empleado” que, por virtud del sistema democrático, administra el dinero de todos los colombianos. Él está obligado cumplir a cabalidad la ley que tanto lo enfada. “Artículo 79. Todas las personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano. La ley garantizará la participación de la comunidad en las decisiones que puedan afectarlo.” (Sic – Constitución Política Colombiana). 

Hay que ser muy abusivo o en el extremo opuesto demasiado presumido para creer que la gente traga entero, como lo hace el círculo de arrodillados de un presidente, que interpreta las normas a su antojo y hurga la Constitución sin parar. ¡Bájese de esa nube!  

Enfoque crítico – Pie de página. La nación le exige respeto a la subordinada ministra, Carolina Corcho Mejía, acerca de la injuria contra los médicos, a quienes acusa de ser los directos responsables de la supuesta crisis del sector salud. ¡Hay que ver cómo han crecido los necios!