3 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Emasculados

Por Rodrigo Pareja 

Si algo se le admira a un varón es su capacidad y decisión para encarar cualquier circunstancia a la que tenga que hacer frente, sin mostrar debilidad o cobardía, y que tenga la suficiente franqueza para plantear y defender sus puntos de vista. 

Cualidades estas demostradas con suficiencia por los grandes hombres que se han destacado en diversas actividades a lo largo de la historia, y que de hecho quedaron convertidos en ejemplos dignos de seguir. 

Contrario a lo que sucede en diversos campos del acontecer humano, donde lo lógico es que haya siempre superación y mejores exponentes dignos de emular, Colombia – por lo menos en el escenario político – muestra tal declinación que lo único que provoca es ganas de llorar. 

A esos escasos y lamentables personajes que a veces surgen con pose de predestinados, y que sumisos y esperanzados hacen cola en la fila de las ilusiones, se les nota de entrada una orfandad neuronal que mueve a compasión. 

Equipados apenas por el frondoso prontuario administrativo acumulado en su paso por la actividad pública, un tanto lejana o más reciente según el caso, ellos se auto proclaman seres superiores, desinfectados, incontaminados, esterilizados, pero no se reconocen también emasculados, pues de esa envidiable dotación sí que carecen. 

Poseedores apenas de unos crespos despeinados y casposos, es mucha la testosterona que les falta para decir las cosas como son, plantear tesis y programas, defender ideas y actuaciones, en fin, pelear, en el mejor sentido de la palabra, y cautivar a posibles seguidores. 

Una oratoria, si a eso se le puede llamar así, vacua, hueca, superficial, tibia, ni de aquí ni de allá, sin compromiso alguno y sin nada concreto, azul, amarilla, roja o de cualquier otro color, lo único que deja cuando termina la perorata es una sensación aterradora de vacío y un abismo insondable donde resulta imposible rescatar siquiera algo que merezca denominarse idea. 

Nombres, lo que se dice nombres que recuerden, que vendan, que motiven, que inspiren, que inciten, son los de aquellos hombres que los crearon, trabajaron y supieron mantener en alto por sus propios méritos, y no estéril producto de las manipuladas y mentirosas redes sociales. 

Colombia ya venía con una crisis monumental en los órdenes político, económico y social, algo que se agravó hasta el extremo con la pandemia del coronavirus, por lo que no es responsable, ni mucho menos, pensar en depositar su incierto futuro en manos de esos personajillos de pacotilla, sin neuronas ni gónadas, pero eso sí, con crespos despeinados y casposos como único patrimonio. (Opinión).