26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El punto G de enero

Por Oscar Domínguez G.

Así como hay ricos que lo único que tienen es plata, enero lo único que tiene son días. Es de los siete ricos del almanaque con 31.

En su jurisdicción de horas se dan las cabañuelas que gradúan a todo el mundo de meteorólogo, esos acróbaas del tiempo a los que es mejor creerles con un paraguas debajo del sobaco.

Por el talante climático de los primeros días supuestamente se deduce cómo será el tiempo el resto del año. Pero nadie es tan vago como para seguirle el rastro al clima doce meses, sólo para comprobar si las cabañuelas son infalibles como el papa Francisco o no.

Como está dateado por el Espiritu Santo, el papa no se equivocó cuando hace poco le pegó dos teológicas palmaditas a la feligresa que lo agarró de la mano en ademán de llevarse al che Pacho para su casa. Claro que desde arriba le ordenaron pedir disculpas. Como tiene voto de obediencia así lo hizo).

Los reyes magos son parte del paisaje de fin y principios de año. Reyes de burlas, monarcas de ninguna parte, monarcas sin súbditos,  a partir del seis salen por chatarra del “imaginario colectivo” como dicen los socialbacanos.

Una cosa les envidio a los reyes magos: sus limusinas del desierto, también apodadas camellos, esos paquidérmicos, tortuguientos cuadrúpedos que nunca morirán de estrés.

Un camello se puede tomar un semestre para consumir segundos-desierto. Viven hasta que mueren y son capaces de atravesar las dunas –poemas de arena- sin probar “bocado” de agua.

No es de fiar enero. No sé por qué les tengo idea a los meses de 31 días si ninguno de ellos me ha robado un peso, no me incautó ninguna novia ni se quedó con  ningún libro prestado.

Tal vez era Sábato quien recomendaba no morir a principios de año cuando no hay nadie en la cuadra que te llore.

(Ahora que soy millonario en tiempo libre, estoy pensando alquilarme para llorar en entierros de principios de año. Soy un Niágara de lágrima fácil, fluida, caudalosa, elegante, alegre, tierna. Hagan sus pedidos con tiempo. Descuentos por pronto pago).

Enero es tierra prometida para los voyeristas del zodíaco que llegan con sus predicciones. También los horoscopistas y videntes tienen que comer, beber, pecar. Los que vamos por la vida sin fijarnos metas  sabemos que no hay más futuro que el aquí y el ahora (por favor, no me vayan a poner esta frase de lápida. Además, no es mía. Gracias).

Está bien hacer propósitos estos días. Lo descabellado es esperar que se cumplan. Nos quedaríamos sin agenda. Ningún consejero mejor que el azar. Dejémoslo que trabaje por nosotros. Para eso le pagan.

Eso sí, ¡ayudémosle trabajando! (consejo de un tal Picasso sobre cuyo cuadro Guernica comentó un niño de cuatro años cuando lo vio: ¡Pero qué desorden es este!)

Acaso la bronca con enero se deba a que es época del incremento salarial fijado por los gobiernos después de la pantomima que se realiza sobre la discusión del mínimo entre gobierno, empresarios y trabajadores.

Pero alguna virtud debería tener: le pone tatequieto a los gastos alegres  de diciembre, disneylandia del almanaque. Nadie es pobre en diciembre, somos ricos epulones fugaces. Pensándolo mejor, bienvenido enero porque nos aterrizas, nos pones a cerrar la ducha de los gastos. Recibe un reverendo beso en tu punto G. (Nota sometida a necesario proceso de latonería y pintura).