28 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Jodario: ¿Y ahora qué?

 

Por Gustavo Alvarez Gardeazábal (foto)

Aunque estoy plenamente convencido que el problema de Venezuela no se arregla sino cuando se sienten en alguna parte los gobiernos de Estados Unidos, China y Rusia y muevan a Maduro y sus 3.000 generales como fichas del ajedrez universal de la geopolítica económica, estuve atento al inédito espectáculo que se montaron en la frontera para preludiar la llegada de 90 toneladas de comidas y medicamentos que caben perfectamente en uno de los trenes cañeros que circulan estorbando en las carreteras vallecaucanas. El hecho de que Venezuela sea un país con dos presidentes, uno con el poder de las armas y la grosería verbal y el otro con la serenidad de la palabra y las acciones atrevidas y provocadoras pero sin poder levantar la masa hambrienta y cada vez más desesperada, es ya de por si algo sorprendente porque no se había visto en la historia reciente y apenas si la oteamos en los tiempos en que existían dos papas paralelos, pero con ejércitos ambos.

El show de los conciertos, en donde cayeron a compararse Maduro y sus 3.000 generales, fue emotivo para despertar ánimo por fuera de Venezuela a través de las cadenas de tv y las redes. Pero sirvió tan poquito para los presuntos fines buscados de hacer renunciar a Maduro como resultó un fiasco sangriento el intento de hacer pasar las 90 toneladas de alimentos a través de una frontera cerrada y unos puentes bloqueados. El minishow de los desertores y la llegada de Guaidó y las rosas y los girasoles en manos de los venezolanos deseosos de alborotar a sus compatriotas que se quedaron allá, resultó emotivo pero tan improductivo como todo lo planificado de presunta gran aventura civilista.

¿Qué pasará luego? No se sabe hasta cuándo resista el hambre y la carestía en Venezuela y si protegidos, vigilados e inducidos por los cubanos repetirán lo vivido por 50 años en Cuba.

Café y azúcar

Por décadas el café fue el gran soporte de las divisas que el país recibía a través de las exportaciones. 500 mil hogares encaramados en todo el país andino, a distintas alturas, han sembrado, recogido y llevado a vender el café. Son hogares muy específicos, más del 90 % lo integran hoy abuelos con nietos lejanos porque los hijos los educaron en la Concentración Cafetera y en vez de quedarse prefirieron irse a la ciudad. Ya el café no es fundamental para la economía del país pero si para ese medio millón de hogares. Por eso cuando la Federación anuncia que el precio del grano en Nueva York bajó de un dólar la libra, no tiembla nadie, los cafeteros se resignan o chillan por los subsidios. El resto es pura farándula, revolviéndole frutas y aguacates y algo de plátano porque no hay otra cosa rentable que puedan sembrar en esas lomas donde el trabajo debe ser a mano y queda imposible usar maquinaria.

Paralelamente, desde cuando dejó de ser rentable sembrar pepas, el azúcar se convirtió en la gran fuente de recursos de la economía vallecaucana. Con una estructura absolutamente feudal, 14 ingenios azucareros muelen 220 mil hectáreas de caña de más de 4 mil propietarios. Solo exportan 650 mil toneladas de  2.3 millones de azúcar que producen, pero como el país no se consume sino la mitad de lo  que sale de los ingenios, fabrican etanol que nos obligan a combinarlo en los carros apoyados en un gran subsidio. Desde hace un año el TLC con USA permitió importar etanol de maíz, más barato, y más contaminante, arrebatándole a los cañeros, el 30% de la demanda doméstica. Y como la campaña mundial contra el azúcar lleva que los consumidores gasten cada vez menos endulzante, y el precio en el mercado internacional anda como el del café, de capa caída, hay sequía de ideas y  no se ve que otra cosa sembrar en esas 220 mil hectáreas.

@eljodario