27 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Jodario: ¡Por fin!

 

Por Gustavo Alvarez Gardeazabal (foto)

Tratando de confirmar la noticia de que el magistrado huilense Eyder Patiño había sido elegido presidente de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, (lo que no deja de resultar muy significativo), encontré en los anales de esa corporación la comprobación de que después de 11 años, 2 meses y 6 días, el pasado 26 de junio del 2018, los magistrados decidieron inhibirse y no abrirle investigación al entonces congresista antioqueño Mauricio Parody. Independiente del asombro que puede causarle a un ciudadano común que la Corte Suprema demore 11 años en resolver una indagación preliminar (como la que le abrieron el 11 de abril del 2007) preocupa que la aplicación de justicia ofrezca tantas demostraciones sobre los vericuetos que existen para su ejercicio y que, por ende, al ser interpretados por los millones de colombianos que pagan sus impuestos a través del IVA, las sospechas sobre la indelicadeza de sus actuaciones crezcan con el paso del tiempo.

No sé cuántas cosas haya tenido que dejar de hacer en la vida el señor Parody y cuánto le haya estorbado vivir subjúdice durante 11 años. La última vez que supe de él, lo vi en las páginas deportivas ejerciendo fugazmente la presidencia del Independiente Medellin. Por supuesto, al Congreso no volvió durante todo este tiempo. Pero, libre de culpa, el silencio cubrió la noticia del inhibitorio y ni él ni los otrora acuciosos periodistas judiciales salieron a pregonarlo para compensar, en mínima parte y mediáticamente, el daño que pudieron hacerle. No me imagino cuántos otros casos similares al de Parody estén ocurriendo ni cuál será la actitud de la JEP ante procesos que reciban en su jurisdicción y que presenten el mismo defecto. Pero pienso que como la justicia cojea pero llega, el futuro no les podrá negar la opción de reconsiderarlos.

Elenos uribistas

Después de que uno ha oído al negociador de los elenos, Pablito Beltrán (el mismo que estuvo hace 21 años en Maguncia negociando) y al jefe de la presunta Oficina de Paz que dizque ha mantenido el gobierno Duque, el señor Miguel Ceballos, hablando sobre las conversaciones por debajo de la mesa que han mantenido en los últimos meses, cualquier colombiano con un dedo de frente se convence que esta guerra es una farsa igual a tantas guerras que se han librado en la historia de la humanidad. En Colombia sabemos que ha sido así desde cuando Bolívar se entrevistó con el general Murillo, el déspota pacificador, para poner fin de alguna manera a la matazón de la mitificada batalla por la independencia del yugo español.

El que Pablo Beltrán haya dicho que “Por supuesto, yo personalmente me he cruzado comunicacionales escritas con el doctor Ceballos, hemos realizado varias conversaciones telefónicas, hemos tratado temas a través de los gestores de paz en Colombia, hemos tramitado asuntos a través de intermediarios de buenos oficios” y que a su vez el señor Ceballos diga que “había mantenido contacto directo con Pablo Beltrán porque para ello he tenido la autorización del presidente Duque” indica que la  negativa pública del gobierno uribista de no rehacer la mesa de diálogos es tan sin razón como la asesina actitud de los elenos de matar 21 cadetes desarmados de la policía. Si se hubiera conversado públicamente quizás la mentalidad criminal de los elenos no los hubiese llevado a semejante bombazo y la presión pública del gobierno contra los elenos no habría alcanzado a ser tan dañina y provocadora como lo fue. Pero a lo hecho pecho. O nos llevan a otra guerra imbécil o nos ponen a ver el espectáculo de una mesa de negociaciones de paz en donde elenos y uribistas  se igualarán  para seguirnos engañando.

Coca Cola

Cuando niño, no nos dejaban tomar Coca Cola porque dizque descalcificaba los huesos, pero como cada 8 días debíamos ir al aeropuerto a recibir o despedir al tío Santiago, y en el bar de Farfán vendían Coca Cola, nos desquitábamos de la prohibición. De eso han pasado 65 o más años y sigo aún tomando Coca Cola y sigo leyendo por redes o en bochinchógrafos que la Coca Cola sirve para destapar cañerías o despegar llaves de acero de las tuberías y que como es una bebida oscura aumenta la gastritis y revuelve los intestinos. Pero independiente de que eso sea verdad o mentira, es remedio bendito cuando de diarrea se trata y es necesario hidratarse.

Probablemente muchos lectores de esta nota toman Coca Cola por gusto y no porque sea la chispa de la vida, como dijo bien algún publicista ingenioso. Todos corremos el riesgo de aumentar de peso, de tener a mi edad  más barriga y hasta de tocar las puertas diabéticas, pero la seguimos tomando, muchas veces hasta turnándola con el café. Últimamente, empero, como la batalla contra las bebidas azucaradas la han afrontado los de Coca Cola disminuyendo el azúcar que por más de un siglo tuvo, y ofrecen una y otra variedad, se nos ha hecho difícil encontrar la del sabor original porque cada vez la fabrican menos. Pero tal vez por ello, nos sentimos parte de la Coca Cola en esa batalla desigual que ha librado. Ahora,cuando la REFORMA MISERABLE que impusieron Duque, Carrasquilla y los congresistas les abrochó a las coca colas un nuevo impuesto y les desbarató los beneficios firmados antaño como promesas jurídicas, los dueños de la mundial gaseosa han protestado vengativamente quitándole el patrocinio al equipo nacional de fútbol y a toda clase de eventos culturales o deportivos. Hasta razón tendrán, pero como aquí no miden las consecuencias de lo que hacen, de pronto nos dejan miserablemente sin Coca Cola.