3 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Jodario: Artunduaga @eljodario

Por Gustavo Alvarez Gardeazábal (foto)

El fulminante infarto que puso fin a la vida de Edgar Artunduaga el pasado martes, cuando se aprestaba a cumplir el sagrado turno diario del micrófono que por tantos años respetó, le arrebata al periodismo nacional uno de los recuerdos más vívidos del oficio y al Huila un defensor a ultranza de sus esperanzas. Atrevido y apasionado, Artunduaga nos dio cátedra por años ejerciendo la opinión inmediata sobre la noticia como única herramienta. Por hacerlo en ese modo  vertiginoso pudo equivocarse o pagar muy caro su ejercicio pero nos llenó de satisfacción a millones de colombianos.

La vida me dio el privilegio de poderlo conocer, de tratarlo y de trabajar juntos en las postreras mañanas de la agónica Todelar. Por mi casa estuvo varias veces para conseguir el dato que le faltaba a alguno de sus polémicos pero siempre vibrantes libros o para redescubrirnos los secretos de esa clase dirigente a la que sancionaba con su látigo ya fuera desde El Espacio, desde La Luciérnaga o desde sus emisoras del Huila. La última vez que nos sentamos a conversar con el mismo entusiasmo de todas las otras oportunidades fue en su entrañable Pitalito, el año pasado. Seguía lleno de esperanzas y dispuesto a regar el ácido de su crítica contra todos los intocables que sembraban terror para que no los manosearan. Samperista feroz, defendió hasta donde pudo a su jefe político desde su curul de senador aun cuando como siempre lo dijo, su oficio no dejó de ser el del periodismo.

Hicimos parte los dos de esa escuela inobjetable de Hernán Peláez y si bien yo llegué a La Luciérnaga cuando él se había ido, forjamos tertulia para revivir entre carcajadas el idéntico episodio que sufrimos los dos con los efectos de la escoba de Caracol que nos barrió de sus espacios. Discutible en sus opiniones pero respetuoso férreo de las ajenas, deja un vacío en esta vida que, como siempre lo repitió, es una tómbola y a él le tocó primero.

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LOS TODEROS

Gracias a los datos entregados por el nuevo sistema de seguimiento de contratos para todo el país, la Contraloría General ha encontrado lo que llama una telaraña de contratistas que hacen mil cosas a la vez y se quedan de dueños del patio. Dentro de esos datos destacaron uno muy singular que se ha verificado en Tuluá, mi pueblo de novela. Allí una curiosa empresa ASPRESSA registrada a finales de 2015 en Mintrabajo y la Cámara de Comercio como “agremiación sindical de prestadores de servicios generales” ha contratado con el municipio los últimos 3 años por un valor cercano a los 48 mil millones para desempeñar diferentes oficios. Gracias al sistema legal de “contratos sindicales” Aspressa, dice la Contraloría, ha servido para realizar labores de aseo, de silvicultura y siembra de árboles, operación de maquinaria pesada, actividades de salud y culturales, etc y etc contando en la mayoría de ellos con el mismo representante legal, Jorge Alberto Castaño Parra y según la  Cámara de Comercio  declaró rentabilidad patrimonial en 2018 del 13.45.

No establece la Contraloría si alguno de esos contratos tiene fallas jurídicas o fiscales por lo que podría pensarse que para agilizar la labor administrativa de una alcaldía imperial como la que se ha ejercido por 42 meses en Tuluá, era necesario tener un solo contratista que hiciera de todo. Lo grave no serían entonces los contratos ni los presuntos sindicalistas dueños de la empresa. Lo grave es que la Cámara de Comercio certifica que la empresa contratista fue constituida 28 días antes de posesionarse el alcalde Vélez (dic 5 2015), que comenzó a contratar 2 meses después y, a dic 31 de 2018, registra más de 14 mil millones ($14.084.609.473) de utilidades. Pero, sobre todo, que para las elecciones de octubre 2019 el candidato del alcalde a sucederlo es el mismo ciudadano Castaño Parra, el que fuera representante legal de Aspressa. No se puede negar que es una forma ingeniosa de financiar con el AIU de los contratos municipales una candidatura con el patrocinio contractual año tras año.

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