3 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Acceso a la ciencia y a los desarrollos tecnológicos es un derecho humano

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. (foto)

https://paideianueva.blogspot.com/

Si la gente no sabe qué hacen los científicos, no apoyará a la ciencia y eso será un desastre para la humanidad”.

Stephen Hawkins

La ciencia es un derecho humano consagrado en el “Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales” que, en su artículo 15, estipula que los Estados reconocen el derecho de toda persona a participar en la vida cultural y a gozar de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones, recalcándoles la obligación de tomar las necesarias medidas para la conservación, el desarrollo y la difusión de la ciencia y de la cultura, el respeto a la libertad para la investigación científica y el reconocimiento a los beneficios que se derivan del desarrollo de la cooperación internacional en esos campos de la creación humana. (https://bit.ly/2GEq1DH).

Ya en la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” se expresó en su artículo 27 que: “Toda persona tiene derecho a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten”. Derecho que se ratifica y refuerza en el ámbito interamericano, en el artículo 13 de la “Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre” y en el “Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ‘Protocolo De San Salvador´. En este último se resalta, además, el reconocimiento del derecho de toda persona para gozar de los beneficios del progreso científico y también del tecnológico.

La Relatora Especial sobre los derechos culturales de las Naciones Unidas recalcó en su informe  de 2012 titulado “Derecho a gozar de los beneficios del progreso científico y sus aplicaciones” la necesidad de promover el acceso, carente de cualquier segregación, a los beneficios de la ciencia y sus aplicaciones, y las oportunidades de todos para contribuir al desarrollo científico y a la difusión de la ciencia y la tecnología (https://bit.ly/2ZfDNVo).  La UNESCO que desde hace algo más de una década impulsa la consolidación del derecho a la ciencia en distintos lugares del mundo realizó en Buenos Aires, en agosto de 2019, el “Taller Derecho Humano a la Ciencia: Perspectiva Latinoamericana”.

No son pocos los científicos que estiman innecesaria la divulgación de la ciencia a menos que sea en revistas esotéricas con lenguaje igual de extraño para el común de la gente, publicaciones que sólo leerán unos pocos en selecta cofradía de afiliados a determinadas corrientes del pensamiento científico. Sus importantes contribuciones llevan a reconocimientos y premios como el Nobel en variados campos o la Medalla Fields entre matemáticos. Extrañará a algunos que el gran científico, divulgador y comunicador de las ciencias, Carl Sagan, no haya recibido un premio Nobel, pero sí, entre otros, un Grammy.

De Carl Sagan, conocido como el “astrónomo de la gente”, sabemos bien su invaluable aporte a la difusión científica entre el público en general por la serie de TV titulada “Cosmos: Un Viaje Personal”. A Sagan se le reconoce su indisputable apego y defensa de los métodos de la ciencia y de su pensamiento crítico frente a teorías, métodos y hallazgos, a la vez que su solidaridad humanitaria con la gente del común, los que formamos parte del cosmos que tan bien nos los presentó y explicó. Nos recalcó y demostró que todos estamos hechos de polvo de las estrellas. Formó y entusiasmó a muchos en el interés genuino por las ciencias. Su serie Cosmos ha sido vista por más de 500 millones de personas en un número grande de países en distintas lenguas y, todavía más importante, se sigue viendo.

La divulgación de las ciencias es un paso esencial para la humanización de ellas, hacerla asequible a todos y para crear mentes y entusiasmo científico entre los niños y jóvenes es las escuelas. Un ejemplo muy visible hoy es el Neil deGrasse Tyson que, inspirado por Sagan, es hoy un divulgador de la ciencia bien conocido en la serie de televisión “Cosmos: Una Odisea en el Espacio – Tiempo” y por su libro “Astrofísica para Gente con Prisa”.

Bastante bien conocido es el astrofísico británico Stephen Hawking con su extraordinario libro y best seller «Breve Historia del Tiempo. Del Big Bang a los Agujeros Negros«, en el que sin perder solidez científica ni menosprecio por su ciencia ayudó a acercar a muchos a la comprensión de la complejidad de explicaciones sobre el universo, al concepto del tiempo, la mecánica cuántica, agujeros negros, el comportamiento de la luz, la expansión del universo y muchas otras consideraciones, para finalizar  con la propuesta de una integración del pensamiento científico y del filosófico que llegue a “una teoría completa comprensible a cualquier humano”. Por ello, se consolidó como el físico más conocido en la historia de la humanidad. Para una mejor comprensión por todos escribió, en asocio con otro físico teórico Leonard Mlodinow, una “Brevísima historia del tiempo”, y con una de sus hijas cinco libros infantiles sobre ciencias. Hawking, al igual que Carl Sagan, no recibió el premio Nobel, pero si el premio Grammy.

A estos divulgadores y comunicadores de la ciencia se puede agregar, entre muchos otros, a Isaac Asimov un bioquímico que prefirió dedicarse a la divulgación científica y a la ciencia ficción para llegar a grandes audiencias; puso énfasis en llegar a los adolescentes como los más necesitados para ser expuestos al conocimiento científico; después de los 18 años, sostuvo, la capacidad de influir sobre ellos es menor, aunque dejó claro que la divulgación de la ciencia no se focaliza sólo en niños y jóvenes.

Se puede intuir que entre las razones que impulsan a algunos científicos a hacer asequible el conocimiento científico al público en general están: La ciencia se construye para ser conocida por todos, acercar la ciencia a niños y jóvenes, alejar a la ciencia de la concepción generalizada de ser terrenos aburridos hecha por personas en igual condición, mostrar a las comunidades de científicos que es posible otro nivel de comunicación precisa con el público, en especial con niños y jóvenes, entender la ciencia como un recurso para vivir mejor y para preservar el planeta, reconocer que la aplicación de la ciencia se rige por principios humanistas y de solidez ética, la aplicación de los desarrollos científicos que afecten negativamente a los humanos y  demás especies vivas requiere control de la ciudadanía y que es menester crear un contagioso entusiasmo por las ciencias la que es en gran parte financiada con recursos públicos. Carl Sagan bien señaló que: “Me parece aberrante que los científicos no hablen de la ciencia al público”, mientras que Isaac Asimov concebía a la ciencia como una única luz que al iluminar una parte cualquiera se ilumina al resto del mundo.

Existen muy buenos científicos capaces de producir ciencia, pero no de comunicarla, de divulgarla al público en general. Hay los que piensan que para ellos no es posible, como sí lo pueden hacer y hacen otros comprometidos con los fines sociales y humanistas de la producción científica y tecnológica.

Se requiere un reconocimiento social más amplio y promoción de quienes divulgan el pensamiento científico y lo sacan de claustros obscurecidos o de añejas torres de marfil. La gran mayoría de las personas tiene concepto positivo de los científicos, pero a la vez destacan que no comunican bien, que no lo hacen con oportunidad o que carecen de claridad. Razones por las cuales se incrementa la necesidad de validación cada vez mayor para la creación de espacios y medios para la divulgación de los avances en ciencias y tecnologías y de sus importancia para el buen vivir de todos y de la salud del planeta. Proceso que hoy es más viable, y con seguridad más fructífero y de más amplia cobertura, por los avances en medios y recursos digitales entre ellos las demostraciones y ensayos en realidad extendida XR la que combina con alto grado de realismos el mundo físico con el virtual facilitando a todos una inmersión e interacción intensa y realística frente a hechos y realidades científicas o tecnológicas.

Las universidades y las normas legales que regulan el reconocimiento salarial y escalafón por productividad académica requieren asignar mayor importancia y valía a la difusión del conocimiento con medios alternativos, actividad que tiene tanta importancia o más para que el conocimiento sea de acceso al público en general y para formar y entusiasmar a los jóvenes por los desarrollos científicos, tecnológicos, artísticos o literarios.

No se puede seguir pensando que no hay alternativas. Hoy el conocimiento científico está en gran parte guardado, vigilado y secuestrado en cavas multi claves que controlan unos pocos, lejos de la gente, la meta esencial de la investigación científica y de los desarrollos tecnológicos. Es preciso reiterar que el acceso a la ciencia y a los desarrollos tecnológicos es un derecho humano.