Recuerdo bien aquella noche de julio de 2004, en el estadio Palogrande de Manizales, y ese soberbio zapatazo del mediocampista del Once Caldas Jhon Viáfara: el balón voló 30 metros hasta el ángulo superior del arco de Boca Juniors de Argentina, en un gol que hizo historia. Al final de la noche, el Once se proclamó campeón de la Copa Libertadores, Viáfara fue premiado como el jugador del partido y, meses después, recibió la distinción como el mejor del continente ese año.
Vistió la camiseta de la selección, jugó en España e Inglaterra y se retiró con honores en 2015. Un dramático contraste con lo que le acaba de ocurrir, cuando la Policía lo capturó en Jamundí, Valle del Cauca, por un pedido de extradición de un juez de Texas (Estados Unidos), donde Viáfara es acusado de integrar una red de narcotráfico del sanguinario cartel de Sinaloa, que habría despachado –con la participación del exfutbolista, según la acusación– cuando menos dos toneladas y media de cocaína. (Lea la columna).
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