5 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica#35 del enchuspado maestro Gardeazábal: “Cartagena en la olla”

@eljodario

Se siente la tensión social en muchos lugares del país. Así me lo reportan oyentes y lectores de esta crónica. Lamentable pero esperable. Se requiere comprensión antes que represión. Convencimiento antes que atropello. Comida antes que hambre.

CARTAGENA EN LA OLLA

De la misma manera que Cali afronta su futuro sin la rumba, que es su motor de vida, Cartagena ha comenzado a vivir el derrumbe del turismo y por ende de su estructura socioeconómica.

La historia de este derrumbe es muy probable que los oligarcas de Castillo Grande nunca lo reconozcan porque miraron con desdén el crecimiento turístico del corralito de piedra.

Tanto que, con algunas excepciones muy notorias, prefirieron dejarles el emprendimiento y el progreso de ese renglón vital para su ciudad a los bogotanos o a los inversionistas extranjeros.

Pero gracias a ese impulso mayúsculo, y a que consiguieron montar una estructura diagonal, donde hay hoteles y restaurantes y toures y bares y parrandeaderos para todos los gustos y todos los precios, Cartagena era hasta el mes de febrero la ciudad en donde menos desempleo se daba.

Pero por estos días y por los que vienen, el título del más famoso libro de cocina colombiano, el de Teresita Román, “Cartagena en la Olla” se va a volver realidad pero no por el buen gusto de quienes cocinan y atendían a los huéspedes de todo el país, de América, Europa y Asia con platos inolvidables, sino porque en las más dura expresión va a quedar muy difícil sacar a la ciudad amurallada del sitio donde esta bendita peste la ha conducido.

Basta pensar en cuántos hoteles van a quedar vacíos por meses o quizás años, si no se consigue la vacuna y si los aviones no parecen poder volver a volar a los precios y comodidades que se ofrecían antes de comenzar a vivir esta locura.

Y cuántos de esos hoteles y apartamentos construidos en los últimos años se enfrentan ahora a la posibilidad de ser embargados por los bancos que les financiaron su inversión ante la imposibilidad de rentar o pagar los intereses si ya los turistas no van a aparecer.

Cartagena se ha movido y le ha dado trabajo a sus inmensas barriadas porque la estructuración turística los requería. Pero ahora, cuando no se sabe si los aviones volverán y si los turistas del otro lado del charco se aventurarán a quedar contagiados en sus viajes, los turistas que movían todo ese engranaje van a desparecer como por encanto.

Veremos entonces más edificios interrumpidos, más y más locales vacíos, más y más apartamentos con el avisito de SE VENDE pegado en los ventanales y miles y miles de desocupados, que no teniendo como sobrevivir le darán a Cartagena la dosis de inseguridad que  habiéndola eliminado le ha permitido ser la tranquila  ciudad turística por excelencia en un país violento. 

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal