26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 48 del enchuspado maestro Gardeazábal: De propuestas y olvidos

@eljodario

Es tal la angustia que nos socorre, que todos pretendemos actuar de sabios de lo que no sabemos y ayudar con ideas, entre geniales y provocadoras, entre ridículas y asombrosas a encontrarle salida a este mundo que se nos vino encima como cuando un armario se cae sobre quien está tratando de bajar una caja colocada en su parte superior.

Probablemente por ello pasamos de largo muchos episodios, entramos en amnesias colectivas y llegamos a emitir juicios tendenciosos y, lo que es peor, a ser crueles hasta consigo mismos con tal de querer argumentar las propuestas y olvidarse de la realidad.

A raíz de mis crónicas de viejito enchuspado por decreto oficial, me puedo dar el lujo de medir las orientaciones a veces desvertebradas otras arrasadoras que tienen mis lectores y oyentes y, por qué no, el país.

Al haber mostrado que es más importante Avianca viva que muerta a la orilla del camino, gimen desde los más ocultos recovecos clamando venganza y gritándome energúmenos que no se le debe ayudar porque la culpa no es de nosotros sino de sus pilotos, de los dueños que ha tenido y de su explotación inmisericorde que borra, como tinta negra, todo lo  que nadie me puede negar que ha servido durante estos 100 años.

Al haber gritado (con los pulmones que aún me quedan después de 48 días de encierro riguroso), describiendo la bellaquería  de casi 700 presos infectados en Villavicencio por desidia del Inpec, el Ministerio de Salud y el silencio de los medios acobardados, varios oyentes y lectores braman desde lo profundo del averno arrebatándome la palabra para decirme que los presos son presos y como tal no son seres humanos y al estar condenados deben pagar con su enfermedad y muerte el haberse  equivocado o saltado la ley.

Inhumanos, he pensado, pero son tantos los que me avientan esos escupitajos por defender a los presos, que me pongo a pensar si lo que nos está pasando no es culpa de haber permitido que esas malas energías abunden en los espíritus de los colombianos.

Y de olvidos ni hablemos. Han montado una montaña rusa por el flagrante delito de haber pillado al Ejército colombiano construyendo carpetas sobre periodistas, políticos y funcionarios públicos al estilo de como las montó por décadas J Edgar Hoover olvidando que hasta hace poquito, en Colombia, hubo un personaje de Netflix que llegó a las cúspides del poder y nos tenía a cada uno de muchísimos compatriotas un folder igualito, con el que amedrentaba a varios de los que hoy braman por la osadía uniformada.

No es nuevo entonces, pero las condenas a esas actuaciones deberían ser comparadas para ser justos.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal