4 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: Deserté de vivir en el norte

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez 

Acudo a la experiencia personal solamente para ilustrar la dramática situación de movilidad de quienes viven en el norte del Valle de Aburrá y requieren viajar a Medellín o a los municipios del sur del mismo valle.

Todos los días padecía la tortura de tener que viajar entre Copacabana y Medellín a buscar mi lugar de trabajo o a Envigado para ir a los centros educativos de mis nietos. Eran odiseas, por viaje, que nos demandaban entre dos y tres horas en un solo trayecto del recorrido. Obvio, el regreso era igual de martirizador y lento. La glorieta de Niquía en Bello, los resaltos y los montallantas del barrio La Paralela en Medellín y el paso por la mal llamada autopista a la altura de la Biblioteca Pública Piloto eran eternos retenes que hacen de la movilidad entre norte y sur del Valle de Aburrá (¿O será cañada del Aburrá como lo dice un conocido intelectual paisa?) un suplicio de horas de espera.

Cerca de doce años viví en la vereda El Zarzal-La Luz de Copacabana, un lugar tranquilo, lleno de vivientes, algunos citadinos y otros campesinos, que hacen del entorno un lugar mágico, apacible y acogedor. Su belleza no me permite abandonarlo del todo, pero ya será ocasional su disfrute. De mis vecinos varios también tomaron las de villadiego por idénticas razones a las mías. Una lástima por una región como el norte del Aburrá que merece un mejor tratamiento, pero especialmente mejores vías de comunicación. Lo preocupante de todo es que con los días los llamados “tacos” en los tres lugares ya señalados, se vuelven más eternos, desesperantes e insolubles. Son tan distantes las soluciones, que no parecieran estar a la vuelta de la esquina.

El norte ya no es lugar para expandir la región metropolitana. La situación de movilidad desestimula la posibilidad de que habitantes de Medellín, Envigado e Itagüí busquen tranquilidad en estas tierras y así liberen la presión de vivienda al sur. Lamentablemente está sucediendo todo lo contrario, los del norte estamos regresando al otro extremo en búsqueda de una mejor, que no óptima, movilidad. El desarrollo de todo el Valle de Aburrá es desigual y con una planeación y obras que benefician a unos territorios y perjudican a otros, atentando contra la calidad de vida de los habitantes de unos y de otros.

¿Tendremos esperanza de que la situación mejore algún día?