28 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Colecciona diccionarios

 

Por Oscar Domínguez G. (foto)

Cuando los antepasados libaneses de Juan Gossain Abdala llegaron a San Bernardo del Viento, Córdoba, no sabían español. En poética y tardía venganza, el vástago que llegó al Everest de sus primeros setenta años, ocuparía muelle hamaca como vaca sagrada en la Academia Colombiana de la Lengua.

Ingresó de una forma insólita, al alimón, en compañía de Daniel Samper Pizano. Entre los dos convirtieron el severo y apergaminado recinto en tremenda parranda vallenata para estupor de sus mortales e inmortales colegas.

Como el padre de Gossain se impuso la tarea de aprenderse de memoria el diccionario, la tía Saide vaticinó que cuando llegara a la letra C estaría loco.

Felizmente, la pitonisa se equivocó y su sobrino ascendería a contabilista y coleccionista de diccionarios que devora con la lujuria de quien lee novelas porno.

No importa que tenga una voz como para guardar eterno voto de silencio. Así y todo fue director de RCN durante 26 años. Allí impuso esta jurisprudencia-retruécano: Talento sí, pero con disciplina; disciplina sí, pero con talento.

Supe de su batería de diccionarios cuando iba en 149 porque el 150 se lo robaron de su refugio frente al mar de Cartagena.

A su juicio, el mar es el mejor invento de Dios. Claro, después de su mujer, Margot, su crítica implacable y justa.

Al contrario de lo ocurrido con la Custodia de Badillo, en su caso no hubo ladrón honrado. Ojalá no le hayan robado el que le regalé, “Voces fatigadas”, del caldense Álvaro Marín, quien decidió convertir en libro palabras sobre las cuales empieza a caer el alzhéimer del tiempo. (Lea la columna).