28 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Ciudades para la vida: hoy nos enferman y están matándonos

Enrique Batista

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. 

https://paideianueva.blogspot.com/

Las ciudades nos están enfermando, nos aniquilan. Ellas son ambientes peligrosos para la vida de todos, llenas de insalubridad, de violencia y de pobreza. No fue la idea de las primeras ciudades, esas que surgieron hace unos 7000 años en la «Media Luna de las Tierras Fértiles», entre los ríos Éufrates y Tigris, en el Medio Oriente donde hoy están Irán, Irak y Siria, región, donde se dice que estuvo el Paraíso Terrenal y que ha sido llamada «La Cuna de la Civilización». Entre las primeras ciudades -estado que surgieron- estuvieron Uruk, Erik y Ur de Caldea; esta última la tierra nativa de Abraham, profeta del Judaísmo, el Islam y el Cristianismo, las tres religiones monoteísta. Ofrecían oportunidad de trabajo colectivo y también de organización para la defensa contra extraños; surgieron las primeras inquietudes de los pobladores sobre la seguridad en las ciudades y, así mismo, la organización de distintos servicios que aseguraran una vida saludable y armoniosa entre los habitantes, con la creación de un conjunto de normas legales y de conducta (véase el Código de Hammurabi), que después se denominaron comportamiento cívico y urbanidad.

En una conversación con un chatbot de inteligencia artificial, éste precisó que cada año, según la Organización Mundial de la Salud, mueren 4.2 millones de personas debido al aire malsano de las ciudades. Y, según esa misma Organización, anotó el chatbot, 1.35 millones mueren anualmente en el mundo debido a diversas clases de accidentes, cuya mayor parte ocurre en las ciudades. Con respecto al número de muertes por el COVID – 19, desde 2019 a octubre de 2021, ocurrieron 4.8 millones de muertes, lo que se compara con los 8.4 millones que corresponden a las muertes por contaminación del aire durante dos años en las ciudades. Por eso, se reitera, las ciudades nos enferman y nos están matando.

La inmensa mayoría de la población, por muchos de siglos, residió y trabajó en los campos.  En el siglo XIX esta condición era del 90%. Hoy es del 50%, mientras que en 2050, ya a la vuelta de la esquina, será de dos tercios de la población mundial. Crecimiento que empezó a cambiar desde la primera revolución industrial y la ampliación del comercio mundial (siglo XVII) que, al requerir mano de obra abundante, propició la emigración, todavía vigente e incontenible, de amplios sectores de la población rural a las ciudades.

Hoy ya no son las primigenias ciudades – estado de hasta 60.000 habitantes, sino las insoportables megalópolis  que subyugan, con las fantasías de modernidad y progreso, a sus habitantes, apretujados en los cada vez más reducidos espacios, tal  como se observa, por ejemplo con las siguientes (las cifras entre paréntesis se refieren a millones de personas): Tokio (37.435.191), Nueva Delhi (29.399.141), Shanghái (26.317.104), Sao Paulo (21.846.507), Ciudad de México ( 21.671.908) y El Cairo  ( 20.484.965); y existen muchas más que exceden los 20  y 15 millones  de habitantes.  (https://worldpopulationreview.com/world-cities).

El fenómeno creciente de abandono de los campos y crecimiento descontrolado de las ciudades ha tenido grandes y perjudícales consecuencias. Entre ellas se destacan: degradación ambiental y carencia de saneamiento ambiental y de procesos  adecuados de disposición de desechos; densidad poblacional altísima; desempleo;  tugurización y falta de vivienda; afectación de la salud física y mental; limitados servicios asistenciales y de educación; informalidad laboral y economía del rebusque; contaminación ambiental por gases, ruido y lumínica; servicios públicos como agua, electricidad, saneamiento básico y conectividad deficientes; arrasamiento de tierras fértiles antes dedicadas a la agricultura con desplazamiento de los originarios habitantes y dueños de las tierras; ríos, manantiales, humedales y otras fuentes de agua contaminadas; afectación negativa a animales, plantas, aves y demás especies que viven en ellas; alta contribución a la producción de gases de invernadero, al  calentamiento global y la consecuente alteración de las condiciones del clima; desplazamiento intraurbanos  forzados;  alta accidentalidad; transporte público insuficiente, deficitario en términos económicos y costoso para el común de los ciudadanos; y inseguridad y criminalidad alta y creciente. (https://rb.gy/e2o3q).

Será cada vez más  evidente a todos que el modelo de ciudad que tenemos hoy en el mundo no funciona para garantizar la vida saludable, la protección de los ecosistemas, asegurar a los habitantes trabajo, salud,  recreación, educación, espacios ciudadanos verdes, vida democrática y toma de decisiones por parte de la ciudadanía que van más allá de los intereses particulares que puedan tener urbanizadores y constructores que, con frecuencia, tienen acceso al poder político para seguir construyendo ciudades con los criterios del pasado y no acordes con las necesidades que requieren ser satisfechas para  la vida en este siglo XXI. Las ciudades han evolucionado hacia una forma de planificación urbana centrada en los vehículos a motor, desplazando la prioridad que es, y debe ser, la vida y circulación segura de seres humanos.  

Esfuerzos se han hecho con la denominada planificación urbana y con la expedición de sucesivos planes de ordenamiento territorial, los cuales han probado ser muy poco efectivos para controlar el crecimiento de la población urbana y la gran cantidad de males que la acompañan.

Es preciso reconocer que se han hecho propuestas y que muchas ciudades en el mundo, algunos gobernantes y ciudadanos, han adquirido conciencia de la necesidad de cambiar de rumbo, de pensar más en el ciudadano que en los vehículos a motor, de cuidar y mejorar la calidad de vida de la biota urbana.  El interés despertado en varios sectores de la población mundial se refleja en una variedad de propuestas expresadas en términos como: Ciudades Inteligentes o Smart Cities, Smart City Humana, Ciudades Digitales y Sostenibles, Ciudad Viva, Superilles o Super Distritos, Ciudad a Escala Humana, Vecindarios Completos, Ciudad Viva y Ciudad, Territorio de 30 Minuto, entre otras.

Un modelo  que ha ganado espacio entre  gobernantes, diseñadores urbanos e investigadores y sectores importantes de la ciudadanía,  es  la denominada «Ciudad de 15 Minutos»,  propuesto por  Carlos Moreno, profesor colombo – francés de la Universidad de la Sorbona, quien expresó  la idea de que las ciudades deben construirse y desarrollarse con adaptación a las necesidades y conveniencias de los habitantes y no de los vehículos automotores, de modo que  en no más de 15 minutos, con ágil   desplazamiento, puedan vivir, trabajar, recrease, gozar del arte y la cultura, asistir a la escuela, al mercado, a tiendas, restaurantes o a la iglesia, sin que exista limitación alguna para acceder, cuando se desee  y sea necesario, a otros ambientes y lugares de la extensa ciudad. Los senderos peatonales y de bicicletas, así como formas alternativas de transporte como la red de cables aéreos de Medellín, (iniciativa tomada por otras ciudades del mundo y en consideración hoy por ciudades de Texas con el mismo fin de facilitar la movilidad, de disminuir los tiempos de desplazamientos de las personas y reducir la emisión de gases con efecto de invernadero).

La propuesta del profesor Carlos Moreno, acogida ya en muchas ciudades del mundo, se fundamenta en los derechos de los ciudadanos: Vivienda, trabajo, salud, educación, participación democrática, seguridad social, medio ambiente limpio, economía sostenible, inclusión social, superación de inequidades y de la pobreza. (https://rb.gy/we3s,  https://rb.gy/1smf). Se enfatiza que se trata a la vez, de calles seguras y de cultura ciudadana.

El modelo de «La Ciudad de 15 Minutos»  promueve la vida urbana con todas  sus ventajas inherentes para el bien común: «Vitalidad, creatividad, diversidad, innovación, ciudadanía activa y tecnologías utilizadas para el bien común… con cuatro principios rectores:  Ecología: para una ciudad verde y sostenible; proximidad: vivir con distancias reducidas para diversas  actividades; solidaridad: crear vínculos entre las personas; participación: involucrar a los ciudadanos en la transformación de sus barrios». (https://obelaward.org/the-15-minute-city/). Moreno ha indicado que lograr este tipo de ciudades puede tardar varias décadas, porque es un modelo que necesita planificación y apoyo gubernamental.  (https://www.15minutecity.com/).

Si bien se afirma que la propuesta de  «La Ciudad de 15 Minutos» no está recorrida  por sesgo alguno de corriente ideológica y política, algunos, como se dio con la crisis de la pandemia del coronavirus, y otros con la negación del cambio climático, o aquellos que sostienen que a tierra es plana y no esférica (terraplanismo) y los que predican que no existe la evolución de las especies (creacionismo), han lanzado la idea de que  el modelo responde a una  conspiración en cabeza de algunos burócratas tiránicos para controlar la vida de todos, eliminar la libertad de movimiento, que forma parte de un esquema mundial de centralización y control,  que con el modelo se busca la conversión de los barrios en campos de concentración y cercenar las libertades individuales. (https://rb.gy/c53phttps://rb.gy/flsl).

Mientras algunos renuevan la retórica de la teoría de la conspiración, parece que no vivieran los efectos desastrosos de la ciudad que nos están acabando a todos. El modelo de expansión y aumento del tamaño de las ciudades, con habitantes cada vez más atiborrados en cada metro cuadrado, no es funcional y no permite satisfacer necesidades humanas esenciales, entre ellas la muy vital de asegurar la salud personal y colectiva. Por lo tanto, se requiere una nueva forma de organización de la población, asunto que, tomará tiempo, pero que es necesario empezar ahora antes que se siga haciendo mucho más tarde para tomar las decisiones que se requieren para vivir en comunidad y trabajar por el bien común.

Debemos recordar que la ciudad produce más muertes, por año, que una pandemia como la sufrida en la reciente crisis sanitaria mundial.