6 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Belisario, un intelectual perdido en la política

Jose Hilario Lopez

Por José Hilario López 

Hace cuatro años a la muerte del expresidente Belisario Betancur escribí una columna sobre la vida y obra de este ilustre colombiano, que este sábado cumpliría cien años de vida. Hoy quisiera compartirla con mis lectores.

Sólo en escasas oportunidades pude intercambiar unas cortas palabras con el Ex-presidente Belisario Betancur Cuartas, pero desde mis primeros años seguí su periplo vital por medio de los relatos de mi madre, quien lo conoció desde niño como el hijo de Don Rosendo, agregado en la pequeña finca cafetera de Eleazar Cuartas y de mi tía Isabel Agudelo de Cuartas. Fuimos entonces cuasi-parientes y cuasi- paisanos, pero más que eso Belisario fue amigo y mecenas de mis amigos de izquierda en los años 50 y 60, entre otros Estanislao Zuleta, Mario Arrubla, Delimiro Moreno, Ramiro Montoya y Mario Arango, a quienes, como Presidente de la República, les reconoció su trayectoria intelectual nombrándoles en destacadas posiciones. Estos camaradas y otros, mi pequeño Kremlin, como lo llamaba el Ex-presidente, lo recuerdan con inmensa gratitud, lo mismo que todo el país como que fue el primer mandatario que intentó poner fin al conflicto armado colombiano por medio del diálogo civilizado, desafortunadamente frustrado por los “enemigos agazapados de la paz” que dijera su condiscípulo Otto Morales Benítez, amén de la torpeza política de las guerrillas.

Un hombre bonachón y tierno, quien, como solía decir mi madre, de conservador sólo conservaba “el caminao de godo”. Y tenía razón, como lo testimonia su osadía cuando en plana guerra fría se atrevió a reconocer que existían condiciones objetivas originadoras de la violencia y de la lucha guerrillera, lo cual le ocasionó graves conflictos con los mandos militares y con los círculos más reaccionarios del establecimiento. Veinticinco años después, Juan Manuel Santos, con base en el legado de Belisario, logró consolidar los Acuerdos de Paz con las Farc, acuerdos que hoy avanzan en el camino de su implementación, con tropiezos, pero van.

No obstante, los esfuerzos de un demócrata liberal como fue el mandato de Belisario, dos luctuosos hechos empañaron su gobierno: la retoma violenta del Palacio de Justicia por los militares y la tragedia de Armero. Sobre los hechos del Palacio de Justicia existe la verosímil hipótesis de un golpe militar que suplantó las facultades del Presidente, pero esperemos que el testimonio post mortem que nos prometió Belisario diga la verdad sobre estos hechos, como lo reclama la historia (testimonio que nunca se atrevió a entregar).

Lo de Armero fue un terrible error de diagnóstico, tal como lo demuestran los documentos de Ingeominas, la autoridad científica encargada por el Gobierno Nacional para evaluar el riesgo de avalancha por la erupción del Volcán Nevado del Ruiz.

Fue tal la gravedad de estos dos hechos que en el reportaje publicado el pasado domingo (principios dediciembre de 2018) por el Periódico El Colombiano, el Ex–presidente Betancur se atrevió a afirmar que el momento de su mayor esclavitud fue el 7 de agosto de 1982, cuando asumió la presidencia de la República, y el de mayor libertad cuando entregó el mandato el 7 de agosto de 1986. Sin embargo, a pesar de su voluntario retiro político, nunca se negó a apoyar las causas que consideró las más nobles para su país, tal como su decidido compromiso con actual Proceso de Paz; por otro aspecto se le reconoce el aporte a la concordia nacional con su admirable prudencia y respeto por los actos de gobierno de los mandatarios que le sucedieron en la Casa de Nariño.

Para terminar, quiero destacar la misión pedagógica que en el referido reportaje Belisario le asignó al periodismo, responsabilidad que definió como “informar enseñando y enseñar informando”. Y algo que nos recuerda como impactante, la frase incluida en la “Oración a Jesucristo” del también Ex-presidente antioqueño y humanista, Marco Fidel Suárez: “El destino de la humanidad es progresar padeciendo”, sentencia que se podría asimilar al hecho del conocer como acto liberador, pero a la vez causa de decepciones, cuando se vislumbra la cruda realidad que casi siempre contradice nuestros prejuicios.

Belisario Betancur, un ejemplo de superación y de fe en Colombia.

P.S. El próximo lunes la Universidad Pontifica Bolivariana, donde Belisario se graduó como abogado, hará un reconocimiento a la memoria del querido expresidente.