25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Vistazo a los hechos: Luces y sombras del “Petrocambio” 

Gabriel zapata

Por Gabriel Zapata Correa 

Lo primero que tenemos que decir, es que sin más reparos debemos aceptar el resultado de las urnas. Y si precisamente tenemos terror a parecernos al régimen dictatorial del vecino Nicolás Maduro, lo primero que debemos respetar es la decisión de las mayorías de los colombianos, que, aunque por una diferencia de 700 mil votos, decidieron que Gustavo Petro es el presidente número 42 de Colombia, el primero de la izquierda en la historia de nuestro país. 

No vamos a hacer reparo alguno, porque el presidente electo Gustavo Petro debe aceptar que más de 10 millones de colombianos votaron contra su elección, lo cual lo pone en la obligación de convencerlos con el cumplimiento de sus promesas. En otras palabras, aunque la Constitución dice que Petro es el presidente de todos los colombianos, las urnas y el mapa de Colombia muestran a un país partido por la mitad: 17 departamentos votaron a su favor y 17 votaron en su contra. 

Sin embargo, estos resultados no son óbice para inclinarnos ante su majestad la Constitución, pero eso sí, él debe acatar los mismos dictados de la Carta Magna y no puede llegar a hacer lo que se le venga en gana, ni tratar de brincarse la constitucional separación de poderes, como lo hizo de palabra, sugiriéndole en su discurso de festejo al Fiscal General, Francisco Barbosa, que ponga en libertad a los jóvenes que afrontan procesos por presuntos delitos cometidos en las violentas acciones de la “Primera Línea”.  

Ese tono dictatorial no le cae muy bien al presidente electo, porque no llegó a la presidencia con una abrumadora votación, y porque el primer ejemplo que debe dar es el de respeto a las normas constitucionales, para que incluso quienes lo siguen no sientan esos aires anárquicos de que con el nuevo presidente no hay límites jurídicos para nada. Y además que les quede muy clarito a unos y otros que Iván Duque es el presidente constitucional hasta el 7 de agosto, y que Gustavo Petro podrá mandar a partir de su posesión. 

Por eso tampoco cayó muy bien entre la opinión pública que le haga sugerencias al presidente Duque de que no compre unos aviones, tema sobre el cual quedó en evidencia que el presidente electo no tiene la información completa.  

El presidente electo debe tener muy en claro que ya no está en campaña, y que ya no es hora de acudir más al discurso populista. Que asuma la actitud de un mandatario, de un estadista que respeta las instituciones, y que está en la mira, ahí sí, de todos, pero de todos los colombianos. Ya no es el Petro candidato, sino el Petro presidente. 

El otro aspecto que le ha enviado un pésimo mensaje a los colombianos, especialmente a los que no votamos por él, o sea a la mitad de los votantes, es la designación del senador Roy Barreras como futuro presidente del Senado de la República. 

Son numerosos los cuestionamientos que recaen sobre este senador, que ha pasado olímpicamente por todos los partidos y que llegó con su acostumbrado oportunismo al Pacto Histórico donde se hizo elegir senador y será flamante presidente del Congreso. 

Ofende que el presidente electo desconozca estos detalles de Roy Barreras cuando ha sido su compañero de congreso durante 12 años. Pero lo que más ofende a la gente que quiere que la decencia llegue a la política de la mano del cambio que él prometió, es que el presidente electo pase de agache ante las nuevas componendas para que este senador tan cuestionado sea su presidente. 

Sabe además el presidente Petro, que Roy Barreras fue el motor de los asquerosos “Petrovideos”, y lo sabe porque estaba sentado a su lado, cuando estaban planeando acabar en una forma sucia y macabra con sus rivales. ¡Qué forma de validar semejante asquerosidad! 

Es una tristeza que el presidente electo Gustavo Petro inicie el anunciado camino hacia el cambio con estas primeras decisiones, porque el mensaje con Roy Barreras es que “el todo se vale” seguirá siendo la premisa que vergonzosamente rigió en su campaña. 

Son muchas las esperanzas que él sembró. Aunque las primeras señales de humo con la reforma tributaria tampoco son buenas, porque tiene los mismos aires de la del ministro Carrasquilla, que él como congresista combatió y que llevó a que sus amigos de la “Primera Línea” incendiaran al país. 

De manera pues que le comienzan a salir los retos al presidente electo, que debe afrontar con entereza, claridad y talla presidencial, no solo para que se gane la confianza de estadista, sino del respeto de la media Colombia que votó contra él.