Dicen los expertos que un Gobierno necesita estrategas para todo, pero muy especialmente para la presentación y manejo de una reforma tributaria, porque de trata nada más y nada menos que de tocar el dinero de la gente. O para decirlo de una forma más frentera, de meterle la mano al bolsillo a la ciudadanía. Es un tema tan delicado como sensible.
Y la prueba fehaciente de que el Gobierno del presidente Duque se equivocó desde el comienzo, es que no obstante haber sacado más de 10 millones de votos, en menos de 100 días de mandato la opinión lo castigó sin contemplaciones en las encuestas, y su favorabilidad cayó del 53% al 27%, de donde no le será fácil salir. Todo por la pésima presentación de la reforma tributaria que eufemísticamente bautizaron con el nombre de Ley de Financiamiento. Pero el nombre no les bastó, porque el anuncio a cuentagotas del ministro Carrasquilla y del mismo presidente Duque, después de muchas patinadas, de afectar a toda la canasta familiar con el IVA, arrasó con todo, hasta con el optimismo moderado de quienes votaron contra Petro. (Lea la columna).
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