26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Una nueva educación para formar ciudadanos en el bien común universal 

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. 

https://paideianueva.blogspot.com/

«Nunca ha sido más perentoria la tarea de volver a analizar el objetivo de la educación y la organización del aprendizaje». – UNESCO 

Desde finales del siglo pasado se ha insistido en la necesidad de crear modelos educativos alternativos, más sólidos y acertados para las nuevas condiciones sociales, económicas, culturales, laborales y políticas. Es un clamor que se intensificado en este siglo XXI, resaltado hoy por los profundos efectos que en la vida de cada uno en el planeta ha tenido la crisis sanitaria mundial del coronavirus y por las trasformaciones que en la vida cotidiana y laboral han producido los cada vez más intrusivos avances en ciencias y tecnologías. 

Bien conocidos han sido los informes que bajo la dirección de la UNESCO se han formulado para impulsar el surgimiento de nuevos enfoques educativos. El más reciente es de 2021 sobre un nuevo contrato social para la educación, el cual fue antecedido por los informes de Delors, Faure y Morin. A ellos se agregan dos importantes marcos de acción para alcanzar esa meta transformadora conocidos como la Declaración de Jontien en 1990 (“Declaración Mundial sobre Educación para Todos y Marco de Acción para Satisfacer las Necesidades Básicas de Aprendizaje”) y la Declaración de Incheon en 2015 («Educación 2030: Hacia una educación inclusiva y equitativa de calidad y un aprendizaje a lo largo de la vida para todos». (Se pueden leer completas estas dos Declaraciones aquí: https://rb.gy/phgi0q  y https://rb.gy/bixfml). 

También, promovido por la UNESCO, se presentó  en 2015 el informe «Replantear la educación: ¿Hacia un bien común universal?», elaborado por un grupo mundial de expertos desde el cual se lanzaron formulaciones para repensar la educación acorde con las trasformaciones que se dan en el mundo y para fomentar el debate político sobre los fines de la educación y la organización de los aprendizajes, con una visión humanística de la educación y del desarrollo. Así, se expresó que leducación y el conocimiento son bienes comunes mundiales concebidos como un propósito colectivo en un mundo de complejidad cada vez más creciente. (El lector puede leer el Informe completo aquí: https://rb.gy/ao6yor). Resalto a continuación aspectos claves  de este Informe dada su alta pertinencia hoy.  

El acceso a la educación como un bien universal posee la característica de que quien se beneficia de ella no interfiere, y no debe interferir, con el acceso a la misma por otras personas. Por el contrario, el resultado es un beneficio mutuo y colectivo. Es decir, ella es un bien común disponible por derecho a todos, razón por la cual tiene que ser concebida y vivida como un bien universal, para todos en todos los lugares y en todas las culturas. Si bien el concepto del «bien común» tiene su origen en el campo de la economía de mercado, su extensión a la educación, considerada como un derecho fundamental, ha llevado a poner énfasis en ella como bien público de trascendente vigencia y relevancia en el mundo y sociedades actuales, donde sobrevive una gran cantidad de personas con la ominosa carga de ser poseedores de pobreza de aprendizaje y de otras crueles pobrezas. 

La educación como bien común universal es inherente a la especie humana. Con ella se facilita la formación para el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y el mejoramiento de la calidad de vida de todos, libre de egoísmo y de individualismo perturbadores de la sana convivencia y de la paz. La presencia de las pobrezas fuerza a enfatizar la necesidad de una asociación colectiva solidaria, de todos y entre todos, para que la educación y sus logros sean para el bien comunitario, el bien universal y no sólo para que unos pocos individuos, comunidades o países, logren progresar y alcancen ciertos niveles de bienestar individual con desprecio y exclusión de la inmensa mayoría. (https://rb.gy/g7p5ap).  

En el Informe «Replantear la educación: ¿Hacia un bien común universal?», el constructo de «bien común universal» se concibe como «constituido por bienes que los seres humanos comparten intrínsecamente en común y que se comunican entre sí, como los valores, las virtudes cívicas y el sentido de la justicia… una asociación solidaria de personas, que es más que el bien de los individuos que la componen». Para ello, es necesario introducir en la educación una noción mundial más poderosa que el desarrollo económico, como lo es el desarrollo intelectual, afectivo y moral a escala terrestre.  Para alcanzar este bien común universal se precisa que los Estados garanticen el derecho fundamental a la educación cumpliendo con tres obligaciones: 1.  Respetar, proteger y cumplir. 2. Facilitar su ofrecimiento y provisión oportuna y constante y 3. Fomentar la ciudadanía responsable y la solidaridad en el mundo globalizado. Todo esto implica poner el foco de la atención en la consideración de que del bien común universal implica la formación de ciudadanos con un claro sentido de destino común con los entornos social, cultural y político, natural, local y nacional. 

La formación en el bien común universal se enriquece con las varias concepciones del mundo, del conocimiento y de la sociedad, tal como se expresan y se deben expresar libremente en las diversas culturas, con consideración inexcusable y permanente sobre los derechos fundamentales. En todo caso, la educación transformada no será sólo sobre adquisición y validación de conocimientos, sino también sobre cómo se controla el acceso a ellos, sin restricciones y en consideraciones de igualdad. Propósito que deberá estar acompañado de cambios en la concepción de políticas y prácticas nacionales e internacionales de la educación. 

Se resalta en el Informe «Replantear la educación: ¿Hacia un bien común universal? que: «De hecho, ese discurso actual expresado en términos de aprendizaje se centra básicamente en los resultados de los procesos educativos y tiende a olvidar el proceso de aprendizaje… se centra en logros que pueden medirse con mayor facilidad. Además, se piensa que el aprendizaje es un proceso individual de adquisición de habilidades y se presta escasa atención a las cuestiones relativas a la finalidad de la educación y la organización de las oportunidades de aprendizaje como tarea social colectiva. Ese discurso socava en potencia el principio de la educación como bien común».  

Para destacar la urgente necesidad de replantear los modelos educativos vigentes, conviene traer a colación algunas consideraciones del conocido profesor y filósofo Edgar Morin sobre los principios en los que debe fundamentarse una educación del siglo XXI. Este pensador, en otro informe de la UNESCO en 1999 («Los siete saberes necesarios para la educación del futuro»; https://rb.gy/lpxsbg) planteó los siguientes siete esenciales logros formativos: 1. Una educación que cure la ceguera del conocimiento. 2. Una educación que garantice el conocimiento pertinente. 3. Enseñar la condición humana. 4.  Enseñar la identidad terrenal. 5.  Enfrentar las incertidumbres. 6. Enseñar la comprensión.   7. La ética del género humano. 

Ha destacado Morin que la escuela y la universidad en sus maneras de educar no son relacionales; la academia niega lo relacional y trabaja sobre la fragmentación y no sobre la integración y el conjunto.  Los límites de las ciencias no son los límites que debemos considerar los humanos al conocer. Así, la escuela en su inconexión con el mundo no establece relaciones, «domestica para la ciencia sin saber por qué y sin explicación alguna. Estudiantes y maestros no tienen ni encuentran puntos de acuerdo ni en común, y menos en la ciencia». Esa separación plantea en la educación una desintegración no sólo entre las diversas disciplinas,  sino con el hombre, con la especie y con el  planeta, separación que «aleja los saberes entre ellos mismos ataca el plano ético de la vida y entra en el plano especulativo del ser», en lugar de facilitar concebir a los humanos insertos en comunidades culturales, religiosas, sociales, míticas, políticas y cósmicas. (https://rb.gy/wvebmx).  

Nos compete a todos impulsar la creación de modelo educativos alternativos, pertinentes, centrados en el bien común universal, en la dignidad de cada ser humano, imbuidos todos de plenos derechos y deberes para una vida próspera en el conjunto social, recorrida de solidaridad y paz también universales.