6 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

¡Un país ingobernable!

Por José León Jaramillo Jaramillo

Definitivamente Colombia es un país ingobernable, en el que no se respetan ni la Constitución ni las leyes,  ni las autoridades, ni el ejército, ni la policía, ni nada ni a nadie y en el cual no hay quien haga cumplir esas leyes ni respetar a esas autoridades, lo que de paso la convierte en un país anárquico, pues la anarquía no es otra cosa que la ausencia de gobierno” ola falta de autoridad de los que lo dirigen” y por ello la mayoría de los actores de la vida nacional pisotean diariamente la constitución y las leyes, de la manera más afrentosa y violenta, pues lamentablemente tenemos un gobierno débil.

Esta anarquía, la que estamos viviendo y la debilidad de nuestro gobierno se deben a que los mandatos constitucionales no se están cumpliendo. Me explico: Nuestra carta política de 1991 en su artículo 113, dividió el poder público en tres ramas: la legislativa, la ejecutiva y la judicial y dispuso adicionalmente que todos los órganos que las integran, aunque tienen funciones separadas, deben colaborarse armónicamente para la realización de sus fines, lo que no está sucediendo.

La necesarísima colaboración armónica constitucional entre los órganos de esas ramas, a que se refiere la norma en comento, es letra muerta, es un sueño del constituyente de 1991 que aún no se ha cumplido. Esta norma perdió positividad, como la perdió la ordenanza que prohíbe la exhibición de prendas íntimas femeninas en las vitrinas de los almacenes; disposición que, hasta donde me alcanza, nunca ha sido derogada, pero que, por razones obvias, nadie acata.

La realidad nos muestra que cada rama del poder hace lo que le viene en gana únicamente.

La legislativa, sedienta de corrupción y mermelada no representa a sus electores ni a nuestras múltiples comunidades trabajadoras y generadoras de riqueza, sino a los intereses de: narcotraficantes, guerrilleros, contrabandistas, banqueros impúdicos, industriales y comerciantes deshonestos, los de quienes compran las elecciones, manejan el país a su antojo y festinan con los recursos de todos los colombianos, de manera criminal.

Esa rama, la legislativa, no solo no colabora armónicamente con la rama ejecutiva, desconociendo el mandato constitucional precitado, sino que conspira  permanentemente contra ésta, contra la rama ejecutiva, a la que le mete palos en las ruedas, para que no pueda cumplir el mandato que juró cumplir y de paso reírse, como Juan Manuel Santos Calderón, de la voluntad popular de la mayoría, de la expresada en las urnas, que eligió al primer mandatario; al punto de que Petro, el líder de la oposición, desde el mismo día en que perdió los comicios, anunció a los 4 vientos,  que no lo dejaría gobernar, a punta de paros y manifestaciones, no obstante que en franca lid nuestro mandatario lo venció, porque él como buen comunista es un atropellador “de la libertad de las personas y de las conciencias” y, por lo tanto, no respeta las reglas del juego democrático, razones por las cuales este, Petro, como Maduro, se defecará en todos los procesos electorales por venir, pues desprecia la voluntad popular, la que solamente está dispuesto a utilizar para entregarle, algún día, el país a una nación extranjera a la que está subordinado y con la que conspira permanentemente para la destrucción de la república de Colombia.

La rama judicial tampoco colabora con las otras dos. La fiscalía está sometida a la voluntad de expresidentes y parlamentarios, quienes utilizan a la justicia en la misma forma en que, cada vez más, los jueces lo están haciendo:  para amenazar y atarzanar a su enemigos políticos, los del ejecutivo y los del legislativo y para saciar viejas venganzas personales, como que se encuentran dedicados a la politiquería en su ciega ambición, la de incrementar su poder burocrático y económico, para saciar a sus clientelas, cuando no están envueltos en el mercadeo de providencias, sin parar mientes en que centenares de miles de procesos duermen el sueño de los injustos, mientras sus dolientes claman justicia al cielo. ¡No tenemos justicia!

Esta rama, la jurisdiccional, tampoco les colabora armónicamente a las demás, pues no propone soluciones siquiera y, por el contrario, en algunas ocasiones también les mete palos en las ruedas a las otras dos.

Finalmente, la rama ejecutiva, se encuentra dedicada únicamente a enriquecer cacaos corruptos y estos últimos a entrarles a saco a la cosa pública y a los patrimonios de los colombianos, lo que afecta a todas las clases sociales sobre todo a las menos favorecidas por la fortuna, las que de todo carecen. El paro no fue en contra de la rama ejecutiva únicamente, lo fue en contra de las tres ramas del poder y muy especialmente, pero por razones politiqueras, en contra de la rama ejecutiva, sin dejar de reconocer que esta carece de ministros que realmente quieran trabajar, con dos o tres honrosas excepciones, únicamente.

Y la poca colaboración que entre ellas pueda existir demanda de cantidades inmensas de mermelada. Nótese como Santos le entregó a la fundación de los Galanes más de ciento cuarenta mil millones de pesos y otro tanto a la de Mockus y dejemos así, porque el párrafo se me haría interminable ¿o no doctor Barreras?

El problema es de vieja data: Entre 1828-1830, Bolívar, el ciudadano ejemplar, antimonárquico y antidictatorial, se declaró dictador de la Gran Colombia, para evitar la anarquía que amenazaba la existencia de la naciente república, o, con otras palabras, que son las de la profesora Carolina Guerrero: “…Tal magistratura extraordinaria apuntaba a enfrentar, como imponía la tradición republicana, una situación de emergencia. Aquella crisis, que remitía a la amenaza de disolución de la república, también evidenciaba, de acuerdo con Bolívar, la ausencia de virtud en los ciudadanos, incapaces, por tanto, de ser garantes de su propio orden político, social e incluso jurídico.”

Nuestra constitución que alcanza los 28 años requiere una reforma urgente, pues esa indispensable colaboración armónica no pasó de ser un sueño del constituyente, que las aves de rapiña que integran esa ramas y los mercantiles medios de comunicación que respaldan a algunas de ellas, empeñados en dividir a la nación, la han convertido en letra muerta y por ello el país clama por una reforma constitucional, la consistente en que para ser senador o parlamentario se requiera, por lo menos, además de título profesional el reconocimiento social por ejecutorias en beneficio de la comunidad y la garantía de que ninguna persona natural o jurídica pueda patrocinar sus campañas políticas y, como es obvio, que se despolitice a la justicia, se le fortalezca con más independencia y presupuesto propios y se fijen nuevos requisitos para ser abogado, juez o magistrado. Una reforma que acabe con la politiquería y con el clientelismo en todo el país, pues éste, el clientelismo y la mermelada, todo lo destruyen, todo se lo roban, todo lo corrompen y por ello habrá de elevarse a la categoría de delito la propaganda oficial, hoy apenas legalmente prohibida.  En esta es materia deberá empeñarse en acertar el constituyente.

Colombia requiere una constitución que acoja un acuerdo sobre lo fundamental como fue el sueño del DoctorÁlvaro Gómez Hurtado, uno de los constituyentes más querido por los colombianos y que adicionalmente conciba al Estado “como una estructura de orden para la realización del bien común, mediante el ejercicio de la autoridad subordinada al derecho”, que fomente igualmente una distribución equitativa y ordenada “…de los bienes morales, culturales y económicos entre las diversas partes de la sociedad”, como lo anhelaba ese gran Gobernador que fue el doctor Octavio Arizmendi Posada.

COLETILLA Nro. 1.- Como bien lo dice mi amigo y compañero de estudios, el jurista Eugenio Tercero Gil Gil, con el paro del 21 de noviembre, se demostró que:

 

  1. Colombia es un régimen democrático en el que, a pesar de tantas quejas, los colombianos gozamos de libertades de expresión, de ejercicio político, de crítica y de movilización, que nos permiten ejercer el derecho constitucional a protestar.

ll) Colombia tiene un gobierno no autoritario, que respeta y garantiza el disenso y la oposición y ello les permitió a millones de colombianos marchar de manera pacífica y ejemplar.

llI) El pueblo ha madurado más que muchos de sus dirigentes políticos, quienes pretenden manipular el descontento ciudadano con problemas de vieja data, comunes a la América Latina, los que, como todos lo sabemos, vienen de mucho tiempo atrás y que no fueron causados por este gobierno.

IV) Álvaro Uribe Vélez no está gobernando este país.

V)  Es preferible tener una policía y un ejército contenidos en el uso de la fuerza para manejar a las hordas de malandros que no de manifestantes, las que opacaron el ejercicio democrático, en lugar de unas fuerzas armadas y de policía desbordadas, asesinas y violentas, como las que reprimen diariamente las protestas en Venezuela,Cuba y Nicaragua.

Los que siguen son de mi autoría

VI)  Hay que romper relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba, la promotora del odio, de la destrucción y del caos, que aún se viven en la capital, como que fue Fidel Castro igualmente el promotor del caos que vivió el país, el 9 de abril de 1948, quien hasta disparó contra el Palacio de Nariño.

VII) Hay que restablecer nuestros servicios de inteligencia, los que destruyó el camarada Santos y fortalecer a nuestras fuerzas de ejército y policía, debilitadas igualmente también por el desgobierno anterior y, como es obvio, se deben fortalecer las relaciones Policía – comunidad.

COLETILLA 2.- El derecho a la protesta social pacifica no puede continuar ligado el ejercicio delincuencial de los violentos, quienes en cada marcha se camuflan entre los marchantes para poner atentar contra la integridad de las fuerzas del orden, de los marchantes, a la vez que destruyen los bienes de los ciudadanos, los sistemas de transporte, entre otros bienes del Estado, que encuentran a su paso.

COLETILLA 3.- Mis agradecimientos a nuestros soldados y policías, de los cuales hay más de 160 heridos, a la vez que elevo una plegaria al creador por las víctimas del camión bomba de Santander de Quilichao, que hicieron estallar los narcoterroristas de las FARC. Yo no hago sonar cacerolas para aplaudir a los violentos yo me solidarizo con mis fuerzas armadas y lloró con ellas sus pérdidas.

COLETILLA 4.- Hermoso y edificante el gesto de los niños que les llevaron bebidas calientes y empanadas a los policías que en medio de la lluvia y hasta el amanecer se enfrentaban a las turbas de delincuentes, para que usted amable lector pudiera dormir en paz. ¡Felicitaciones muchachos!

COLETILLA 5.- MEDIOS DE COMUNICACIÓN. – Invito a los colombianos de bien a NO volver a escuchar los noticieros o a leer los periódicos que apoyan la narcoviolencia y que diariamente criminalizan, sin razón, a nuestros policías y militares, para hacerles el juego a Santos y al comunismo cubano, olvidando que estos servidores públicos tienen derecho a la legitima defensa y que son víctimas de procesos internacionales de odio que ellos no crearon, ni promueven, pues no fueron ellos los que financiaron las fuerzas oscuras y criminales que atacaron a Cali, a Medellín y a Bogotá. Todos ustedes saben muy bien cuales son esos medios, que nos dividen, polarizan y pretenden someternos a la dictadura cubana, hoy aliada con mercaderes españoles. ¿Qué diría Bolívar sobre estos anti bolivarianos que pretende revertir, con los españoles, sus logros libertarios, para entregarle la patria a príncipe comunista? ¡Averígüelo Vargas!