3 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Qué está leyendo el maestro Gardeazábal: “Sepultar tu nombre”, de Daniel Angel 

@eljodario 

  • Editada por Seix Barral 

La literatura colombiana está atiborrada de muertos. Nuestra historia lo es tanto o más. Contar las muertes que no dejaron conocer se volvió una forma de escribir novelas. Descubrir la verdadera historia del país, se convirtió en una obsesión de los novelistas.  

El bogotano Daniel Angel, de 37 años, que oficia como docente de creación literaria en Idartes, se le ha medido a unir las dos cosas con un resultado ligeramente catastrófico, pero abrumadoramente prometedor. Contando la historia no sabida de las mal llamadas repúblicas independientes que los comunistas promovieron al finalizar la segunda guerra mundial y que en Colombia alcanzaron a hibridar en el norte del Tolima y la región de Sumapaz, Daniel Angel consigue construirnos una imagen sobre las que se forjaron en Villarica bajo la sombra lejana del legendario líder comunista Juan de la Cruz Varela.  

La obra, narrada con propiedad, pero atiborrada en exceso de personajes y situaciones repetidas, lleva el hilo con vértigo narrativo esencial y reconocible, lo que hace esperar que, decantadas varias lecturas, el autor se yergue sin duda como uno de los pilares de la nueva novelística colombiana.  

La historia de esos campesinos descendientes a medias del fracaso del 9 de abril del 48, pero perseguidos con ferocidad por los aviones y los ejércitos del gobierno bogotano de Ospina, Urdaneta, Laureano y Rojas Pinilla, es la triste pero repetida historia de tantos trabajadores del campo en tantas otras regiones del país. Quizás como el autor tiene un afán de contar todo y de no depurar el relato, termina atosigando al más ferviente lector hasta hacerlo pensar que a la obra le sobran muchas páginas.  

Sin embargo, sóbrenles o no esas situaciones, se reconoce a la legua el vigoroso narrador que es Daniel Angel. No tiene empero SEPULTAR TU NOMBRE como recordar su lectura porque le hacen falta agonistas y antagonistas y ninguno de esos personajes campesinos toma ribetes suficientes para escaparse mitológica o vergajamente del encierro en que terminan todos, huyendo loma arriba, huyendo de vereda en vereda y ninguno se deja identificar como el personajón novelístico de semejante historia tan impactante, tan desconocida o de pronto tan olvidada por narradores e historiadores.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal