7 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Por el rescate de nuestras culturas ancestrales

Jose Hilario Lopez

Por José Hilario López 

En reciente tertulia que coordina el sociólogo Hernán Saldarriaga Agudelo, el padre Omer Giraldo acaba de presentarnos una conferencia titulada “Diversidad cultural y ecológica de las etnias en Colombia y el trabajo del Instituto Misionero de Antropología (IMA) de la Conferencia Episcopal de Colombia”, un auténtico testimonio de un verdadero cristiano empeñado en la defensa, vía educación, de los más débiles y desprotegidos. La conferencia del padre Giraldo, actual director del IMA, me ha motivado a volver sobre la necesidad de mirar nuestras culturas ancestrales no como inferiores y que deben ser integradas a nuestra visión occidental del mundo, sino como una fuente de aprendizaje.

La población indígena colombiana sobreviviente se encuentra dispersa por casi toda la geografía nacional, con mayores concentraciones en la Goajira, la Sierra Nevada de Santa Marta, La cuenca del río Atrato, la región pacífica, el departamento del Cauca y la Amazonía (Ver mapa). El último censo registró una población 1.905.617 indoamericanos (4,4% de la población total del país), agrupados en 87 etnias, que se comunican en 64 lenguas pertenecientes a 14 familias lingüísticas. Una gran riqueza cultural, difícilmente encontrada en otro país con la extensión territorial de Colombia.  

El IMA fue fundado en el año de 1973 en Mitú (Vaupés) por los Misioneros Xaverianos de Yarumal; desde 1978 funciona con una sede principal en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, donde cuenta con 800 estudiantes provenientes de los distintos territorios ancestrales, con sedes alternas en Puerto Asís (Putumayo), Toribío (Cauca) y Buenaventura (Valle del Cauca). La instrucción académica impartida, en su propia lengua, por el IMA a los nativos se centra en etnoeducación, gestión humana y trabajo social, para que éstos, al regresar como graduados a sus territorios, compartan aprendizajes con sus comunidades. 

Sin desconocer las dificultades logísticas y otras que ello implica, me atrevería a pensar que en principio todas las sedes de formación académica del IMA para los nativos deberían estar localizadas en sus propios territorios. No son los aborígenes quienes deban venir a nuestros centros académicos a asimilar una nueva cultura, son los misioneros y académicos quien deben convivir con los nativos en sus territorios y aprender de sus prácticas milenarias, en especial lo relacionado con la preservación de los ecosistemas y su interacción simbiótica con su entorno natural.

Hoy cuando la Amazonia, “el pulmón del mundo”, extensamente habitada por comunidades originarias, en gran parte en vía de extinción, que desde tiempos inmemoriales han aprendido y practicado el cuidado de su entorno natural, como fundamento para su supervivencia, son el mas precioso recurso que tiene nuestra civilización para detener el Cambio Climático. Cuidar estas comunidades y estimularlas para ayudar a salvar la vida en el planeta, debe ser la más beneficiosa tarea de las comunidades científica y misionera, para lo cual se requiere todo el apoyo institucional y económico del gobierno nacional y del mundo desarrollado.  Lo mismo hay que anotar para la región pacífica biodiversa, que comparten comunidades afrodescendientes e indoamericanas.

Las prácticas culturales y de supervivencia desarrolladas por los pueblos originarios, recuperadas y enriquecidas en un proceso interactivo con el concurso de los misioneros y expertos en las ciencias de la tierra, es el gran activo que se requiere para la protección de los ecosistemas.

Este sería en gran aporte de las comunidades nativas, del IMA y de la comunidad científica a la conservación de la vida en nuestro planeta. Un gran proyecto que es necesario divulgar en todos los escenarios internacionales, lo que garantizaría su financiación y extensión a otros territorios biodiversos en riesgo.

El rescate de las culturas originarias, así entiendo la altruista misión del IMA, es el comienzo para empezar a construir una cultura no hegemónica, que nos acerque a pensar otro mundo distinto al capitalismo depredador, sistema éste basado en la acumulación, lo que conlleva la sobreexplotación de los bienes naturales, mal llamados recursos naturales.

Boaventura de Sousa Santos, profesor de la Universidad de Coimbra (Portugal), en su libro Epistemologías del Sursostiene que la cultura europea y anglosajona han impuesto en el mundo una ideología hegemónica, que es la principal causante del Cambio Climático, mejor llamado Cambió Global, que nos está conduciendo a la destrucción de la vida en nuestro hermoso planeta. Esta misma tesis la sostiene Enrique Dussel, el gran filósofo y teólogo argentino, nacionalizado en México, en sus libros Método para una filosofía de la liberación y La Ética de la Liberación.

Con estas guías surge un nuevo pensamiento crítico latinoamericano, que se asume desde la praxis de un logos emancipador que fractura los límites hegemónicos del “capitalismo sin fin” y del “colonialismo sin fin”, ya que hace posible recuperar desde la “sociología de las emergencias”, la presencia de los pueblos milenarios que han logrado la recreación de su habitat a través de una relación simbiótica directa con los ciclos o procesos de génesis y muerte de la Madre Tierra (Pachamama). ¡He aquí la gran importancia y trascendencia del IMA! 

Pie de foto: En color amarillo se muestran los territorios ocupados por los pueblos indígenas. Fuente. IMA, 2023

P.S. Será en otra oportunidad que miremos lo relativo a las culturas afroamericanas.