19 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Oso vacunal

Por Rodrigo Pareja 

Al principal personero de este lánguido cuatrienio, del cual para su anhelada terminación restan todavía quinientos treinta y seis largos días, la suerte le volvió a sonreír, al permitirle una vez más ingresar con letras de molde al anecdotario que la historia tiene reservada para los grandes yerros. 

Después de su afortunado e incomparable aporte a las letras castellanas, con su novedosa conjugación del verbo querer al evocar a su desaparecido Ministro de Defensa, el mandamás de los colombianos ha regresado con honor a esas páginas inolvidables, esta vez por su donación generosa y desinteresada al mundo de la zoología. 

Hasta ahora el común de las gentes conocía la existencia del oso y sus distintas denominaciones y calidades, además de verlo adornando como figura central los escudos de varias ciudades y naciones del mundo. 

Con toda propiedad se hablaba del oso hormiguero, del polar, del perezoso, el de anteojos, el panda y el oso pardo, entre otros, pero no se tenía la más remota idea de la existencia del oso vacular, traído al conocimiento del mundo como otro gran aporte por el primer mandatario de este país. 

Y no solo lo gestó y dio vida, sino que lo amaestró y de él viene lucrándose, gracias entre otras cosas, a la escasez de noticias y la sumisión de todos los medios de comunicación, sino a la imbecilidad e ignorancia de una comunidad tan necesitada de todo, que hasta con esta clase de espectáculos se contenta. 

Como si se tratara de inaugurar la más espectacular obra de infraestructura, un puente gigantesco o una carretera monumental, un magnífico colegio o un gran hospital – ahora que sí se necesitan – el mandatario ha convertido este festival de los chuzones en la obra más importante de su gobierno, merecedora de su desplazamiento con nutrida comitiva a varias regiones, desfile, alocución, izada de bandera y demás parafernalia propia de estos asuntos de medio pelo. 

Este oso monumental del presidente Duque con las vacunas, algo en esta época de pandemia tan común y corriente y necesario como pueden ser los servicios públicos, ameritará sin duda que sus acuciosos asesores lo impulsen a presentar un proyecto de ley que le permita a Colombia entrar en la lista aquella de los heráldicos que han utilizado el felpudo animalito en sus insignias patrias. 

Y quién sabe si con la mediocridad y servilismo de eso que llaman legislativo, hasta lo consiga.