26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Ofensa al cementerio de Belén

Dario Ruiz

Por Darío Ruiz

Un  llamado colectivo de “artistas urbanos” acaba de tomarse el cementerio del barrio Belén, un discreto cementerio de paredes blancas, de austeros  jardines, dominado por un el beatífico silencio, abstraído del ruido vehicular para seguir siendo una invitación a la meditación, a la discreta visita de los familiares, un lugar sagrado que antes de todo debería haber sido restaurado respetando su espléndido planteamiento neoclásico, la transparencia del peristilo con la  columnata blanca y el templete de una insólita solidez  formal imponiendo de este modo la poética de un espacio íntimo que se abre al cielo.  

Bajo el falso señuelo de un autocalificado “arte urbano revolucionario” – siempre hubo arte urbano en cada parque, plazoleta de Medellín- se disfraza la turbia intención de quienes la promueven e imponen  con la demagógica grandilocuencia de lo totalitario, olvidando los murales de  Félix Ángel, Dora Ramírez, Pedro Pablo Lalinde, los grandes grafitteros, verdaderas respuestas y aportes visuales para imponer por decreto una ofensa a los muros del cementerio pintándolos con sus desabrochadas consignas: ”Vamos a traer aquí a nuestros muertos de la Comuna Trece” dice enfáticamente una miliciana, señalando que bajo esta violenta toma ni siquiera los muertos de este cementerio tienen el derecho a seguir en su diálogo eterno ya que deberán aceptar el tropel de los muertos inventados por estos Colectivos bajo el rótulo propagandístico de “víctimas del conflicto”. 

Este atropello hace parte de una bien planificada  toma de espacios públicos, de edificios, iglesias, museos, bibliotecas por los guardias de una memoria inventada y proyectadas desde la Secretaría de Cultura del Municipio, bajo la consigna de imponer en la ciudad lo que sus teóricos y gestores petristas llaman  la recuperación “para el pueblo” de monumentos y lugares más significativos que fueron la memoria del pasado “burgués” y que por lo tanto  es necesario borrar para imponer los nuevos  significados revolucionarios, la manipulación ideológica de la tradición oral, musical, científica, literaria imponiendo un caricaturesco folclorismo de uso propagandístico, para una “revisión” de narrativas e iconologías que son en el tiempo nuestra verdadera y necesaria tradición, mostrando esta tradición de cultura como altamente peligrosa para su “memoria colectiva” y para los objetivos políticos estalinistas   que tratarán  de imponer los Comisarios Culturales  en el comienzo de su “revolución cultural” buscando borrar “todo vestigio del pasado” cualquier presencia  de “las clases dominantes”. Para ello estarán escuelas y colegios, centros de cultura barriales, bibliotecas donde desaparece la raza blanca en la historia y los Reyes Católicos, Fernando Cortéz son considerados como “sanguinarios imperialistas” y la mayor causante de nuestras desgracias fue la llegada de Cristóbal Colón. Este es un programa copiado de los modelos soviéticos, cubanos y sacado de la manga gracias al tartamudeo mental de López Obrador y su chistosa demanda contra España “por los males causados por haber descubierto y conquistado México”. Y que son los modelos pedagógicos que maneja FECODE y los que ahora los consejeros de Cultura están imponiendo en Medellín como lavado de cerebro a nuestra niñez y juventud. 

Teorías convertidas en proclamas revolucionarias tal como lo vemos en el estallido social mapuche oponiendo la “ciencia ancestral” frente al coronavirus frente a la “ciencia imperialista”, tal como lo vemos en el lenguaje primario del campesino que en el Perú funge de líder revolucionario y ni siquiera sabe el nombre de las cosas.  

P.D.Solicitamos un inmediato pronunciamiento al respecto de la Filial de Monumentos Nacionales, de la Sociedad de Arquitectos e Ingenieros, de la Academia de Historia, de las Facultades de Arquitectura, de los espíritus democráticos para impedir que continúe con la impunidad que le concede la Alcaldía este intento de destrucción de nuestra verdadera memoria, de nuestro verdadero patrimonio.