26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

No se cultiva tilapia en la Avenida Jiménez

Jorge Alberto Velasquez Pelaez

Jorge Alberto Velásquez Peláez

Nunca le ha faltado al país algún desocupado que, precisamente por eso, por no tener nada que hacer, propone alguna idea absurda como pavimentar el rio magdalena, electrocutar estudiantes, o votar por Federico Gutiérrez para la presidencia, y ahora lo hace Lidio, cantante de vallenatos y senador, quien lidia con una propuesta de federalizar a Colombia, en medio de una pandemia que nos agobia, una pobreza creciente y un país desarticulado, polarizado y peleador, propuesta que, sin embargo, se suma a muchas otras similares en el pasado, la más mediática de ellas “Antioquia Federal” en los años setenta, que a veces se convertía en grito de independencia al mejor estilo de Cataluña o de Sudán del Sur.

No sobra decirles a los paisas que durante treinta años, hasta 1886, existió el Estado Federal de Antioquia. El tema pues está sobre el tapete, y los expertos opinarán y discutirán sobre ello, y los medios se entretendrán con el tema, sin ocuparse de la ñeñemanía, de Refical, de Odebrecht, de la Merlano, ni de Otoniel, al cual parece que finalmente todos olvidamos.

Pero aprovecho el tema del federalismo para proponer algo más efectivo y racional, algo más fácil y productivo: regionalizar algunas actividades, regionalizar algunos programas, y en especial, regionalizar el fomento y la promoción de las exportaciones.

Para empezar, quiero decir que en el país tenemos miles de entidades públicas y privadas, ministerios y gremios, entidades descentralizadas y universidades, que trabajan directa o indirectamente por el fomento y promoción de las exportaciones colombianas, pero que al parecer nada efectivo han hecho pues las exportaciones nacionales van en reversa, logrando, por ejemplo, el año anterior, disminuir en relación con las exportaciones del año 2010. Una década perdida, plagada de discursos y hermosas presentaciones de power point, pero sin resultados positivos.

Huila es el principal exportador mundial de tilapia, con prácticamente la totalidad de los despachos que se realizan desde nuestro país. Esa sin duda es una gran noticia, como lo es también que tan solo diez años atrás la tilapia no existía en las exportaciones globales, y apenas en 2012 aparece como renglón importante con 69 millones de dólares, 20 de los cuales correspondieron a los huilenses.

Sin embargo, la otra cara de la moneda es que la tilapia tuvo un éxito fugaz, y hoy se hunde en las profundidades de las aguas globales, pues después de haber llegado a un gran récord en ventas de 237 millones en 2014, el año anterior descendió hasta 114 millones, con una participación colombiana del 35% -en 2014 fue 16%-.

Todo lo anterior puede conducir a varias preguntas: ¿Por qué aumentamos presencia exportadora cuando el renglón pierde mercado? ¿Nos quedamos solos como exportadores? ¿No tiene futuro la tilapia en el mercado internacional?

Pues quienes tienen las respuestas son los propios huilenses que conocen su negocio, y no Procolombia, que quizás esté promoviendo la aparición de nuevos productores y exportadores para competir con los huilenses en plena decadencia de las exportaciones del sector.

Ya sabemos que no existe un ministerio que apoye la pesca en un país de dos mares, cinco grandes ríos y agua por todas sus partes, ni un ministerio de comercio que sea de comercio exterior, como cuando se creó hace más de veinte años. Además, en esas entidades sus funcionarios no comen tilapia, sino mero, y no van al restaurante Avenida de Neiva sino a La Fragata bogotana.

Para indagar sobre las potencialidades de este sector hay que ir al Huila y no a Bogotá, y dialogar con casi 80 productores que cultivan esa especie allí, no en la Avenida Jiménez.

Entonces, debe ser la gobernación del Huila que apoye a los productores y los acompañe en un proceso para la consolidación sectorial como fuente importantísima de riqueza y empleo. Y esa misma entidad debe ser la que apoye a los pequeños y medianos productores del principal renglón de exportación de esa región, el café, que generó el año anterior ventas por 412 millones de dólares -Antioquia exportó 369 millones- pero que no muestra resultados en cuanto a comercialización internacional de cafés especiales y de origen y cafés con mayor valor agregado.

¿Y cuántos productos más podría exportar Huila? Seguramente muchos que los mismos huilenses deben estudiar para promoverlos entre potenciales inversionistas nacionales y extranjeros.

Se necesita un ProHuila en lugar de Procolombia, una secretaria de comercio exterior que haga lo que no hace mincomex, una secretaria de agricultura que cubra la inexistencia de un ministerio de desarrollo agropecuario en el país.

Cundinamarca con 12 millones, Antioquia con 11, y Bogotá con 9 millones de dólares, lideran las exportaciones de gulupa, un producto cuyas ventas al exterior se han triplicado en la última década.

Sin duda, las posibilidades de mayores exportaciones existen, y quizás otras regiones con nuevos productores puedan aun tener cabida en un negocio que considero de gran futuro, pues una fruta exótica adquiere pasaporte para ingresar al gran mercado global cuando deja de ser precisamente una fruta exótica.

Pero ¿quién promueve nuevos cultivos en el Quindío, y quién lo hace en Caldas? ¿Tienen esas regiones institucionalidad propia para identificar sus potencialidades exportadoras según sus realidades y/o potencialidades productivas?

Y así podríamos plantearnos interrogantes similares para las confecciones, para productos lácteos, para productos agroindustriales, para chocolates, para caucho natural, para cafés tostados, y para muchos renglones de enorme potencialidad exportadora con que cuenta el país, o que pueden aparecer como resultado de las tareas de inteligencia comercial y de investigación que desarrollen individualmente las regiones, por qué no, integradas en una gran red de secretarias de comercio exterior que cuente con el respaldo de un ministerio de comercio exterior diferente, y por cierto, descentralizado.