8 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Los Susurros de Kico Becerra

Francisco Becerra

Por Francisco Becerra

Había una vez un principillo soñador que vivía en su submundo de fantasías cósmicas y de sus trenes subterráneos.

Su obsesión era tal que, todos los días consumía sustancias que lo llevaban a su propia galaxia o al subsuelo de sus trenes, mientras su danzarina princesa consorte viajaba terrenalmente moviendo sus masas y su hijo llamado «el pillo no criado» eludía a la justicia.

Muy de vez en cuando salía de sus fantasías, llegaba a su palacio a gobernar; ahí lo esperaban sus chupaculativos cortesanos y le informaban todo lo que había acontecido en los últimos 200 años antes de su ungida como principillo.

Sabiendo sus áulicos que él le mantenía mucha pereza a trabajar, le preparaban, para distraerlo, unas marchas con unos indígenas que les encantaba viajar en chiva y que les pagaran por esos paseos, llevando esos típicos busecitos cargados de yerbas autóctonas, para abastecer varios mercados.

El principillo sufría de una grave excitación erótico verbal que lo llevó a contraer verborrea; cuando la sentía, prometía cuanta fantasía le llegara a su cabeza.

Al principillo le gustaba viajar cada 15 días a otros principados para hacer gala de su elocuencia y producía mucha hilaridad

dentro de los otros príncipes, que lo consideraban el bufón de esas aburridas reuniones. Él siempre les hablaba de su etnia cósmica y del agua líquida, cosa que los divertía mucho.

En una semana, estando afiebrado con su verborrea, prometió cerrar el Congreso de Lacayos y convocar una Asamblea Constituyente, para desbaratar la Constitución que él mismo construyó; igualmente, indignado porque le habían asesinado a unos indígenas de esos que viajan pagados por su reino, suspendió el cese al fuego que había declarado a unos de sus reconocidos amigos  criminales; para seducir, con tesoros, a unos rebeldes congresistas enemigos de su yerbatera reforma a la salud, los invitó a un suculento desayuno; pero, el día anterior, subido otra vez en la nube galáctica los des invitó y prefirió salir en T.V., para hablar de su obsesivo tren enterrado de la capital.

Existía en ese principado un desasosiego producido por la salud mental del principillo, agravado porque su doctor tratante era un veterinario médico que ocupaba el ministerio de la salud, de quien se decía que estaba más chiflado que el principillo.

Los narradores de noticias del principado contaban que, la mayoría de los súbditos del principado preferían que el principillo siguiera divagando a que lo sucediera la “sabrosa” princesa de ébano, quien andaba desaparecida en medio de nombramientos y contratos; preferían al principillo cósmico en vez de su sucesora legítima que solo vuela en elicótero.

¡Colorín colorado ese principado está cagado!

Los personajes descritos son ficticios; cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.