25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Largo y ancho: ¿Son las alcaldías el cielo?

Por Rubén Darío Barrientos G. 

rdbarrientos@une.net.co

Alejandro Char, es el alcalde con mayor favorabilidad y aprobación en Colombia: 94%. Entonces, la opinión pública lo catapulta y refriega como precandidato presidencial. Federico Gutiérrez, con un nivel de aprobación como burgomaestre en la última encuesta, del 65,8%. Los medios, ipso facto, lo encumbran como precandidato presidencial. Rodolfo Hernández, controvertido, pelietas y grosero, tuvo un 67,4% de favorabilidad en la última medición. Y también pasa a los altares como precandidato presidencial. Pareciera que ser alcalde con popularidad, es coger el cielo con las manos, porque esa favorabilidad los pone a levitar como precandidatos presidenciales.

El día 3 de noviembre de este año, El Colombiano (página 8), titula en una crónica: “Presidenciables 2022, ¿ganaron o perdieron?” Y chanta las fotos de Alejandro Char y Federico Gutiérrez, de primeros. Explica que a Char le fue bien porque ganó con Jaime Pumarejo (Cambio Radical), como sucesor de su administración y con Elsa Noguera (Cambio Radical), como gobernadora del Atlántico. Y, al referirse a Federico Gutiérrez, la crónica explica que fue perdedor con su candidato Santiago Gómez (“El de Fico”). Por añadidura, el periodista Juan Camilo Montoya, del diario en comento, se refiere a Sergio Fajardo, diciendo que perdió con Beatriz Rave (alcaldía) y Mauricio Pérez (gobernación) y sobre Gustavo Petro, indica que sucumbió con su hijo para la gobernación del Atlántico y con Hollman Morris, para la alcaldía de Bogotá.

¿Qué pasaría, entonces, si Claudia López (1.108.000 votos) o Daniel Quintero (303.400 votos), hacen alcaldías con amplia favorabilidad en Bogotá y Medellín? ¿Serían, por arte de birlibirloque, precandidatos presidenciales para el periodo subsiguiente? ¿También cogerían el cielo con las manos? Explican los expertos, que en las elecciones del 27 de octubre último, no solo estaban en juego alcaldías y gobernaciones de Colombia, sino también la representatividad y el poder regional para las presidenciales de 2022. Y agregan los que saben, que ganar en capitales y departamentos consolida caudales electorales como abono a las aspiraciones a la presidencia de la república. ¿Son las favorabilidades, fenómenos locales o proyecciones nacionales?

Ahora que pasaron las elecciones regionales, vimos muchas personas que como alcaldes eran muy buenos secretarios de despacho, valga decir, demasiado livianos. Y que como gobernadores, eran también excelentes secretarios de despacho. Quiero decir, que eran candidatos muy light. Nos estamos acostumbrando a un país en donde el caudillaje está en vía de extinción: No hay monstruos de la política nacional y menos de la regional. Recorrer calles, recoger firmas, utilizar lenguajes neutros, no ser de derecha ni de izquierda o situarse en el centro, son moldes que se venden bien para los votantes. Ante la ausencia de adalides, la retórica sale avante. Grandes figuras, de esas que avasallan por su inteligencia y liderazgo, no hay.

Vuelven a jugar para presidenciales Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Germán Vargas Lleras. El primero, alicaído y bombardeado; el segundo, jugador hábil y astuto y el tercero, buscando recobrar alientos. Hay analistas, que miden los cargos por los resultados electorales y afirman que si Carlos Fernando Galán, sacó más de un millón de votos para la alcaldía de la capital, pues sería una fórmula vicepresidencial de lujo. No solo hay incienso para los alcaldes con amplia favorabilidad sino que, por el número de votos, se encasilla a otros para cargos encopetados. Ahora que el 1º de enero se posesionan tantos alcaldes en Colombia, habrá un trasnocho para todos: si les va demasiado bien en favorabilidad, pueden ser precandidatos presidenciales. Está bueno el confite…