27 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La revolución del narcotráfico sí existió y nos volteó el escaparate: Gardeazábal

Gardeazabal

@eljodario

·         Con Comandante Paraíso, el escritor disecciona el origen de los traquetos

Por Mauricio Ríos Giraldo

Jefe de Redacción-Diario Occidente

En medio de un debate nacional sobre el impacto de la representación del narcotráfico en la imagen de Colombia, la reedición de Comandante Paraíso, de Gustavo Álvarez Gardeazábal, resurge como una pieza literaria clave para entender el rol de los traquetos en la historia reciente del país.

En una entrevista reveladora, el autor explora los orígenes y tabúes de este fenómeno, para sustentar su hipótesis de que el narcotráfico fue una revolución.

El análisis de Gardeazábal arroja luz sobre el profundo impacto de la cultura traqueta en las estructuras sociales y económicas de la Colombia de hace 40 años y la actual. Como en otras de sus obras, el escritor logra convertir un relato de ficción en un referente histórico.

Esta nueva edición de Comandante Paraíso, salió al mercado en un momento en el que hay un debate en Colombia promovido por quienes consideran que contar historias sobre el narcotráfico afecta la imagen del país, ¿Usted qué opina?

Lo mismo me dijeron cuando publiqué Cóndores. La crítica bogotana, encabezada entonces por Juan Gustavo Cobo Borda, y la caleña, por Álvaro Bejarano, fallecidos ambos, despotricaron porque Colombia no resistía una novela más sobre la violencia.

¿Pero alguien había escrito antes de Comandante Paraíso (o después) del fenómeno de los traquetos? Todos evaden explicar sus orígenes, por eso mi novela es hoy vigente.

Este libro cuenta cómo nace y se hace un traqueto, ¿qué lo motivó a contar esta historia?

Nací y viví en Tuluá, y allá no solo se dieron los pájaros del “Cóndor”, allá surgieron y se desarrollaron los traquetos, embriones de lo que sería después la gran revolución incompleta del narcotráfico, que nos cambió patas arriba a este país.

Es por los efectos de la cultura traqueta que pasamos por las que pasamos, pero aquí no quieren entender la realidad mirando hacia los orígenes. Yo insisto en el efecto revolucionario de la traquetería y lo que han causado tantos comandantes paraísos en muchos lugares de Colombia.

Hay quienes consideran que calificar el narcotráfico una revolución es exagerado, ¿usted por qué sostiene que sí lo fue?

En Colombia existe la marcada tendencia a minimizar nuestra verdadera capacidad. Quizás por la educación judeo cristiana que puso por delante la culpa y la vergüenza no hicimos introspección sobre todo lo que significó el narcotráfico como revolución. Ahora, 40 años después, cuando ya la cultura traqueta penetró en nuestras estructuras sociales y económicas, apenas nos estamos dando cuenta que esa revolución sí existió. Nos volteó el escaparate, tanto que ya no nos da vergüenza aceptar que somos parte de esa cultura.

¿Y por qué dice que es una revolución incompleta?

Los elementos de una revolución son constantes, así ella sea de izquierda, como la revolución rusa, o de derecha, como el nazismo y el fascismo, o antimonárquica y anticlerical, como la revolución francesa. A lo largo de estos 40 años no lo sentimos, pero si comparamos, se advierte el poder revolucionario engendrado por los traquetos.

Hubo sangre y muerte, hubo trastocamiento de valores, hubo cambio en la pirámide social, con un achatamiento de ella, y hubo un cambio radical en la propiedad de la tierra, pero, como tenía visos de derecha, pero no tuvo ideología cierta, porque comenzó siendo una batalla contra la extradición y contra los gringos y terminó siendo un intento vano por cooptar el Estado o por oponerse a esa posibilidad entre paracos y guerrillos. Pero, además, porque toda revolución necesitaba su Napoleón, su Stalin, su Hitler, su Fidel Castro y nosotros no lo tuvimos, afirmo que resultó incompleta.

Esta novela retrata una historia que se desarrolla en los años 80 y 90, el “Comandante Paraíso” busca dominar no solo el tráfico de drogas, sino también la economía, el orden público y la vida social y cultural del país, algo que, sin duda, los narcotraficantes lograron, ¿Qué tanto cree que queda de esa influencia en la Colombia de hoy?

No le contesto su pregunta, le planteo esta respuesta: Cuando publiqué esa novela en el 2002, la evolución de la traquetería estaba llegando a su culmen. Unos años antes las AUC habían comenzado a actuar como un ejército paralelo y era evidente que el Ejército Nacional de los Traquetos que yo parodio como el que organiza Enrique Iscariote Londoño, el “Comandante Paraíso”, se parecía mucho a lo que estaba dirigiendo desde hacía años Carlos Castaño.

¿El país ha superado en algo la cultura traqueta?

No la ha superado, la ha absorbido. La Colombia de hoy es una transformación, unas veces para bien, otras para mal, de la Colombia de hace 40 años. La cultura traqueta penetró y bien hondo en sus estructuras.

En este libro, como ocurrió con la gran mayoría de los traquetos, el protagonista es temido, pero al mismo tiempo amado por el pueblo, ¿cómo explicar ese fenómeno en el que una comunidad que conoce los alcances y la capacidad de daño de un personaje de estos, al mismo tiempo le profese sentimientos de afecto?

No hay que rebuscarse mucho, el fenómeno de Robin Hood parece repetirse en muchas variables en la historia y en Colombia, un país de guerras civiles, de armisticios y de amnistías en donde los malos pasan a ser buenos de la noche a la mañana y la gente prefiere condenarlos o glorificarlos antes de tiempo. El pueblo es sabio. Yo lo que hice fue recoger en narrativa ese sentimiento.

En sus novelas es difícil distinguir entre la realidad y la ficción. ¿Cuál fue el proceso para construir la historia de “Comandante Paraíso”, es un personaje que realmente existió o fue principalmente una creación basada en su percepción del fenómeno del narcotráfico en Colombia?

Comandante Paraíso es la sumatoria de todas esas opciones, se parece a muchos de los grandes y fugaces traquetos que tuvimos entre 1985 y el 2000, pero en el fondo son la escanografía de un modelo que se repitió en muchos pueblos y regiones y, sin duda alguna, el germen del narcotráfico, como lo han registrado después en textos y películas. Lo que pasa es que yo concebí la novela sobre mi teoría de la revolución del narcotráfico y para fundamentarla al futuro quería encontrar el modelo repetido y percibido por quienes leerían mi novela. Parece que acerté. 22 años después Comandante Paraíso ya es casi un genérico, porque el país se llenó de esos comandantes….

Usted fue mediador y negociador de paz, y conoció a cabecillas guerrilleros y paramilitares… ¿Tuvo que interactuar con personajes como el protagonista de su novela, es decir, con traquetos?

Por supuesto. Gobernar a Tuluá en 1988 y 1992 era gobernar una ciudad en donde no menos de uno o dos centenares de reconocidos ciudadanos aspiraban a graduarse de trepadores sociales actuando como traquetos.

Usted escribió Comandante Paraíso privado de la libertad, ¿qué representó para usted en ese momento el proceso de escritura del libro? ¿Fue diferente a como habría escrito sus obras anteriores?

Físicamente sí, pero todo ello era superable. Lo que sí constituyó una presión muy grande era la sensación de fracaso que entonces me invadía. Releyendo ahora esta novela entiendo por qué pude lograr un personaje tan bien logrado para la historia que se narra, pues no es fácil describir la derrota sin haber mordido primero el suelo.

Quienes hoy tienen menos de 40 años no deben tener mucha noción del fenómeno de los traquetos, ¿cree que Comandante Paraíso puede convertirse en un referente histórico, como lo es Cóndores no entierran todo los días en relación con la época de la violencia bipartidista?

Ya se volvió. La gran cantidad de petitorios de profesores y estudiantes, sin duda alguna, todos jóvenes, para que les ayude a descifrar la novela que les han puesto a leer en sus colegios, indica que toda esa generación no ha tenido conocimiento de un período crucial en la vida colombiana. Pero parece que ese oficio me tocó a mí, que nunca he sido historiador sino novelista.

Háblenos de la Biblioteca Gardeazábal. Este libro, Comandante Paraíso, hace parte de 12 de sus obras que están siendo republicadas, ¿qué significa para usted que casi 60 años después sus libros se reediten, se sigan vendiendo y la gente lo siga leyendo?

La Biblioteca Gardeazábal es una idea novedosa. La alianza de los almacenes Éxito y la editorial Intermedio, de El Tiempo, ha permitido muchas cosas al mismo tiempo. Poner a precio asequible una docena de obras de Gardeazábal, llegar a todo el país y renovar no solo la lectura de libros icónicos, sino renovar la discusión que durante medio siglo y cada que salía uno de mis libros se armaba. Por supuesto, me da un reconocimiento que muy pocos hemos tenido en la historia de la literatura colombiana.

Un adelanto para los lectores: ¿cuál es el próximo libro de esta colección y de qué trata?

En abril saldrá Las mujeres de la muerte, que será discutida el 1 de mayo en la Feria del Libro en Bogotá en un panel internacional. Es un homenaje a esas mujeres víctimas de todas las violencias y abusos pueblerinos. Allí se reconocerán millones de viudas, de huérfanas y de madres angustiadas.

Sus obras, claramente abordan las diferentes maneras en las que se ejerce el poder en Colombia, y en todas, de una u otra manera está la violencia como hilo conductor, ¿qué reflexión final tiene al respecto? 

Que el poder sin violencia ha sido muy pocas veces reconocido en Colombia. Yo tal vez sea una excepción, no he necesitado de la violencia para ser reconocido y respetado y poner a pensar al país.