26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La oportunidad del cobre

El potencial cupífero del país y sus usos en la transición energética abren una ventana que Colombia debe aprovechar. 

Francisco Miranda Hamburger 

Director de Portafolio 

La semana pasada, en el marco de la asamblea del BID en Barranquilla, el presidente Iván Duque y el ministro de Minas y Energía Diego Mesa lanzaron el libro “Transición Energética: un legado para el presente y el futuro de Colombia”. 

El documento traza el camino que ha transitado el Gobierno Nacional en el diseño y ejecución de una política de transición hacia energías renovables así como en la definición de hitos en la reducción de emisiones hacia 2030. 

En una de sus páginas el libro conecta por vía de los minerales metálicos las dos patas de esa cartera ministerial: las minas y la energía. Se trata específicamente del rol que podrían jugar el cobre, el oro y la plata dentro del proceso global de transición y transformación energética. 

Estos tres minerales metálicos constituyen valiosos insumos dentro de las tecnologías de las energías renovables. El cobre, por ejemplo, es usado para la construcción de turbinas eólicas mientras que los paneles solares cuentan con conductores de plata. 

Cada megavatio de capacidad instalada de energía solar necesita de unas 45 toneladas de cobre. En resumen, la promoción de las energías renovables abre una ventana de oportunidades de desarrollo al sector minero colombiano. 

El momento difícil que atraviesa la explotación carbonífera en la Costa Caribe ha disparado la inevitable discusión sobre el futuro no solo de las minas y sus regalías sino también de la actividad extractiva en su conjunto en el territorio nacional.

Un aspecto de ese debate coyuntural es la urgencia estructural de la diversificación de la canasta minera de Colombia. Esto es, la necesidad de promover la entrada de otros minerales que complementen el carbón térmico, en especial oro y cobre. 

El potencial cupífero nacional cuenta con reservas que podrían ser explotadas para atender a la creciente demanda que generará la transición energética. 

Proyectos en departamentos como Antioquia, Chocó, Valle del Cauca, Cauca, Nariño, Córdoba, Cesar y La Guajira podrían ser la puerta para que Colombia entre a competir con grandes productores latinoamericanos de cobre como Chile y Perú. 

Esta no es una nueva agenda de promoción minera. Incluyendo a Quebradona, mina de cobre en territorio antioqueño cuya licencia ambiental está en trámite, proyectos como El Roble, Volador, El Carmen o San Matías integran el portafolio cupífero. 

El libro del presidente Duque y el ministro Mesa incluye la hoja de ruta a seguir: profundizar el conocimiento geológico, fortalecimiento de la actividad exploradora y dinamización de los proyectos en etapa de exploración, montaje, construcción y explotación. 

Es justo reconocer que desarrollar proyectos mineros en el territorio nacional no es hoy una tarea fácil. Las actividades extractivas -a pesar de las regalías y el empleo que generan en las regiones- enfrentan férrea oposición de poderosos líderes políticos y de las comunidades, así como demoras y obstáculos en el cumplimiento de los requisitos ambientales. 

Que el cobre se emplee en las turbinas y demás elementos de energías renovables no borrará de un plumazo los desafíos y las incertidumbres que atañe actualmente hacer minería en Colombia. 

No obstante, la Ronda Minera del Gobierno Nacional, en proceso este año, es el primer paso para que las empresas empiecen el camino para desarrollar proyectos cupíferos, de oro y plata. Con la atracción necesaria de inversiones, la velocidad adecuada y la debida atención a temas ambientales y sociales, el sector minero podría aprovechar esta oportunidad.