25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La izquierda sacude zonas de confort

Claudia Posada

Por Claudia Posada 

En su columna de El Espectador ¿La tormenta perfecta de Petro?, Juan Carlos Botero arranca diciendo: “Lo patriótico es desear que al presidente le vaya bien, así uno no sea petrista. De lo contrario, sufrimos todos con un mal gobierno o una gestión fallida”. Absolutamente cierto. Además, no es sino mirar los trinos y sus comentarios al respecto en redes sociales, así como leer artículos de opinión, para descubrir -sin mucho esfuerzo- que los deseos evidentes en unos, o en el trasfondo de otros, apuntan a que el mandato del presidente de los colombianos sea fallido.

Uno quisiera que opiniones del talante del escritor Botero, fueran leídas y analizadas por amplios sectores de la población colombiana para que no nos conformemos con voces radicales que, indudablemente, no buscan más allá de crear el desconcierto que conlleva a una incertidumbre gravemente dañina. Sin divagar, el columnista aterriza la realidad del momento; sus reflexiones son sensatas y objetivas: “La paz total está cada vez más lejana. La inseguridad está desbordada y la razón es un error de estrategia. La propuesta del presidente consiste en ser débil en el ataque y generoso en los incentivos. Como señaló Felipe López en su brillante entrevista con María Isabel Rueda, el proyecto tiene mucha zanahoria y poco garrote. Y se nota en el fortalecimiento de grupos criminales y en el aumento de inseguridad en todo el país”. Innegable.

“La inflación sigue alta. Además, el precio del petróleo está cayendo. Y pese a las críticas del presidente a los hidrocarburos, nuestros ingresos dependen de ese sector, y esta caída de precios implica la disminución de fondos a los cofres del Estado”. En este punto, para entenderlo mejor, nos remitimos al Informe de recursos y reservas con corte a diciembre de 2022, insumo para la Transición Energética Justa en Colombia, que presentó el gobierno en estos días. Y siendo oficial, no tenemos por qué desconocerlo o ignorarlo y mucho menos fustigarlo (para esto hay hostigadores de oficio). A no pocos expertos en este complejo asunto los encontramos con posiciones disímiles -pues depende de la orilla en la que están- así que mejor seguir recabando en lo expuesto por Juan Carlos Botero porque nos inspira credibilidad: 

“A todas estas, pronto llegará a Colombia el fenómeno de El Niño. El país no tiene la infraestructura lista para afrontar ese azote climático, y eso puede desatar una crisis energética e incluso un apagón. Quienes vivimos esa tragedia en el gobierno Gaviria sabemos que eso, para un presidente, es brutal. (…) En resumen: inflación, aumento de inseguridad, caída de precios del petróleo, desaceleración económica, reformas urgentes pero inciertas, protestas en contra, caída de la imagen, choques con los medios y sequía de El Niño. Esta suma de factores representa una tormenta perfecta que puede llevar a una crisis de gobierno”.

Sobre el informe mencionado, el ministro de Hacienda y Crédito Público, Ricardo Bonilla, destacó que los resultados “son claves para las proyecciones en materia de reservas de hidrocarburos y el proceso de transición energética del país» e insistió en que ésta “no busca acabar con la producción de petróleo sino por el contrario pretende una sustitución de productos de exportación para equilibrar la canasta comercial del país”. Así mismo, explicó que “junto con los Ministerios de Comercio, Minas y Energía y Agricultura, entre otros se trabaja con el fin de impulsar el crecimiento de las exportaciones, no solo las minero-energéticas sino las de otros renglones”.

Son tantas las dudas, las aparentes contradicciones y el ruido en torno al asunto de los hidrocarburos, que es apenas obvia la incertidumbre entre el grueso de la población colombiana. Esperar con temor la tormenta es angustioso máxime siendo tan escasas las voces que nos recuerdan cómo es de importante pensar en el país antes que azotar al presidente, merézcalo o no. El éxito de la polarización satisface a las extremas, aunque en la caída todos perdamos. Bueno, no en la misma proporción, hay sectores que se aseguran “en piedra”.

El informe de recursos y reservas señala cifras que permiten consolidar la estabilidad macroeconómica del país, dijo Bonilla, y fue enfático al indicar que “desde el Gobierno se seguirá trabajando en una política que permita aumentar los ingresos y disminuir los gastos para contribuir, de esta forma, en el cierre del déficit fiscal”. Los negacionistas lo discuten sin vacilar.

Sobre El Niño, según Noticias ONU, éste “es un fenómeno climático natural asociado al calentamiento de la temperatura de la superficie del océano Pacífico tropical central y oriental. De media, se produce cada dos a siete años, y los episodios suelen durar entre nueve y doce meses. Los episodios de El Niño suelen ir asociados a un aumento de las precipitaciones en algunas zonas del sur de Sudamérica, el sur de Estados Unidos, el Cuerno de África y Asia central. (…)  A pesar de la alta probabilidad de que El Niño comience entre julio y septiembre, la Organización ha explicado que, por el momento, no hay indicaciones sobre la fuerza o la duración del fenómeno”.

En conclusión, fenómenos naturales, decisiones, y fuerzas políticas enfrentadas por el poder (no como dicen por la preservación de la democracia y el amor patrio) pueden agravar el panorama de un primer año de gobierno de izquierda que en todo caso sacude ciertas zonas de confort.